Vladimir Lenin fue quien acuñó la segunda parte del título que da pie a este artículo. El último viernes de junio los teletipos anunciaban que los siete concejales del PP en el municipio de La Oliva, junto a los dos ediles ...
Vladimir Lenin fue quien acuñó la segunda parte del título que da pie a este artículo. El último viernes de junio los teletipos anunciaban que los siete concejales del PP en el municipio de La Oliva, junto a los dos ediles del PSC-PSOE, se habían juramentado para arrebatarle la Alcaldía a la nacionalista Claudina Morales. Las direcciones autonómica y nacional del PP se apresuraron a deslegitimar las intenciones del singular Domingo González Arroyo, el autoproclamado Marqués de La Oliva, y sus seis soldados de fortuna. Paralelamente, un huidizo Juan Fernando López Aguilar, secretario general de los socialistas canarios, prefería hacer mutis por el foro y dejar que el peso de la responsabilidad recayera sobre los socialistas majoreros. Sin embargo, pasado el tiempo, López Aguilar, al que su condición de "botarate político" (Romero Pi dixit) le impide callar cuando, a todas luces, le conviene, se envalentonó, obviando que seguramente sea el político canario que con más frecuencia, aunque no lo haga por pura soberbia intelectual, esté condenado a desdecirse. Ahora pasa del silencio a tildar a su nuevo socio como "compinche" del máximo dirigente de los populares canarios, José Manuel Soria. Repasemos algunas perlas de López Aguilar dedicadas a un González Arroyo que no hace mucho tiempo era objeto de esa inquina mal regulada del hombre que un día dijo que venía a regenerar Canarias y, sin embargo, a la menor oportunidad, olvidó sus compromisos:
"El Marqués de las Dunas es la quintaesencia de la corrupción". "Es el representante de la España casposa y rancia que defiende el PP". Son palabras de López Aguilar, sin añadir ni quitar adjetivo alguno.
También conviene recordar que Alfonso Perales, en aquel entonces secretario de Política Autonómica del PSOE, exigió en 2006 al presidente del PP, Mariano Rajoy, "el cese inmediato" del presidente del PP de Fuerteventura, Domingo González Arroyo, y "del resto de implicados en el intento de soborno de un concejal independiente del municipio de Antigua".
Se sumó, de igual forma, José Blanco, secretario de Organización y Coordinación del PSOE, a este relicario de ataques contra el que ahora el PSOE canario se asocia para ¿revitalizar? el municipio de La Oliva. Blanco llegó a decir que la Comunidad Autónoma de Canarias "necesita claramente un cambio de gobernantes, como ponen de manifiesto los casos de corrupción de dirigentes del PP que están saliendo a la luz, en el que destaca el de González Arroyo intentando comprar el voto de un concejal".
No nos engañemos, el que se nos presentó como ariete de la lucha contra la corrupción, el valedor de la transformación social y política de Canarias, al final se nos muestra tal y como es: una persona atormentada, cada vez más sola, que no duda en buscar desesperadamente compañeros de viaje de conducta recriminable sólo cuando no están al servicio de sus intereses. El caso de González Arroyo es un suma y sigue. Basta recordar las lindezas que dedicó López Aguilar al desde hace algún tiempo también socio de componendas en Lanzarote, Dimas Martín, y cómo éstas se dulcificaron, para conocer un poquito mejor a alguien que con extremada frecuencia empieza a retratarse como un oportunista ciego por su ambición, en permanentemente fuga hacia donde pueda haber poder. Él y siempre él. A López Aguilar le puede su narcisismo. Ni le interesa su partido, ni sus votantes y, mucho menos, Canarias. Y su verdadero problema comenzó en el momento en que sus más próximos se dieron cuenta, aunque con un poco de retraso, de ello.
La quiebra ética del PSC-PSOE ha vuelto a quedar al descubierto. Los socialistas canarios hacen lo mismo que critican a los demás, y emplean el mecanismo del avestruz para esconder sus miserias: yo sólo veo lo que quiero y lo que no me interesa lo obvio metiendo la cabeza debajo del ala. El problema para ellos reside en que los canarios no son tontos y les han calado. Resulta evidente que el "oportunista" que se esconde tras los "extremistas" González Arroyo y Dimas Martín es Juan Fernando López Aguilar, un ángel caído que sigue sin retomar el vuelo. Y, por cierto, me asalta una duda: ¿no será que quien en su boca el verbo regenerar suena a chiste pretende constituir con "la extraña pareja" una "mayoría de progreso" de cara a los comicios de 2011?
José Torres Stinga.
Presidente nacional de Coalición Canaria.