A RÍO REVUELTO?

Coalición Canaria ha perdido una nueva oportunidad de oro para lograr una meta trazada desde hace años: la de terminar con las distintas familias del partido, que tanta sangre interna han hecho derramar. Así, lejos de superar ...

31 de octubre de 2008 (10:00 CET)

Coalición Canaria ha perdido una nueva oportunidad de oro para lograr una meta trazada desde hace años: la de terminar con las distintas familias del partido, que tanta sangre interna han hecho derramar. Así, lejos de superar ...

Coalición Canaria ha perdido una nueva oportunidad de oro para lograr una meta trazada desde hace años: la de terminar con las distintas familias del partido, que tanta sangre interna han hecho derramar. Así, lejos de superar esta etapa y caminar realmente bajo unas mismas siglas, los nacionalistas han acabado sellando un peligroso regreso al pasado, evidenciando el pleito insular dentro de su Congreso celebrado el pasado fin de semana.

Y no es lo único que han roto. También se ha dado al traste con el eje oriental, ya que Lanzarote se siente traicionada por Fuerteventura. Y es que aunque los majoreros habían dado su respaldo a la candidatura de José Torres Stinga para presidir el partido, finalmente fueron arrastrados por los cantos de sirena que llegaban desde La Palma y dieron la espalda a su isla hermana aunque, eso sí, consiguiendo a cambio la presidencia del partido, que ha quedado en manos de Claudina Morales.

Sin duda su elección al frente de un partido en Canarias cumple dos hitos, ya que además de ser mujer, también pertenece a una isla no capitalina. Pero aunque ese discurso pueda servir para intentar vender una imagen más amable del Congreso, lo cierto es que la cita de los nacionalistas, al menos por ahora, sólo ha servido para reabrir viejas heridas y crear otras nuevas.

Quitar contenido a los órganos regionales del partido y fortalecer las estructuras insulares es abrir las puertas a situaciones que Coalición Canaria ya conoce demasiado bien. Y lejos de escarmentar con los capítulos más negros de su historia, que terminaron entre otras cosas con la salida de Román Rodríguez del partido, esto vuelve a dar alas a que se repita esa guerra entre islas y entre clanes dentro de la formación.

En Lanzarote, donde los nacionalistas rompieron con el PNL y dejaron que Juan Carlos Becerra y Pedro de Armas se fueran con esas siglas, resulta especialmente duro de asumir este paso atrás, ya que su apuesta clara era por ese partido único que no represente a La Palma, ni a Fuerteventura ni a Tenerife, sino a toda Canarias.

Sin duda, es deseable que un político vele por los intereses de la zona a la que representa, pero de ahí a insinuar que deben "defender" a su isla de su propio partido, o que éste sólo ha primado a Tenerife, hay un abismo. Y es que si realmente consideran eso, no se entiende qué pintan entonces bajo las siglas de CC los palmeros, los herreños o los majoreros.

Y más difícil aún resulta comprender el concepto de nacionalismo que defiende un partido que entiende el archipiélago no como un conjunto, sino como un grupo de islas que comparten un pedazo de océano pero que tiene intereses distintos.

Realmente, las dificultades de esta formación llegan desde su propio nacimiento, ya que tal como indica su nombre, surge de una coalición de partidos. Y eso nunca es fácil de engranar. Pero el problema es que lejos de ir avanzando, han vuelto a retroceder sin aprender de los errores del pasado. Y sobre todo, y aunque es cierto que pulsos de poder hay en todas las formaciones, en este Congreso no sólo los han evidenciado demasiado, sino que también han dejado ver vendettas y ajustes de cuentas autodestructivos, en los que Lanzarote ha terminado pagando los platos rotos, aunque no fuera el objetivo directo de los ataques.

Ahora, habrá que ver cómo consigue recuperarse Coalición Canaria de un Congreso en el que los que estaban agazapados saltaron a última hora con una estrategia que evidentemente, estaba perfectamente calculada. Gracias a eso, algunos han podido pescar con el río revuelto y otros pretenden seguir haciéndolo, pero el problema es que cuando se revuelven las aguas, pueden llegar a inundar todo un pueblo, o todo un partido. La mecha vuelve a estar encendida y amenazante, y habrá que ver si consiguen apagarla a tiempo, porque Coalición Canaria no se puede permitir el lujo de volver a vivir guerras fraticidas.

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