Cada vez existe un mayor número de personas que cultiva marihuana en su casa, pero plantarla no es tan fácil como parece y lleva tiempo y bastante trabajo. Fundamentalmente existen dos maneras, la natural, es decir, la de exterior, y la artificial o de interior. En primer lugar, hay que poner las semillas a germinar, que cuestan entre 5 euros las más baratas y 12 euros las de mayor calidad. "Una vez que ha salido la raíz se plantan en la tierra", indica un joven lanzaroteño que cultiva para consumo propio.
"Si es de exterior, la planta necesita agua, tierra y luz natural, además de abono para crecer y florecer. Por el contrario, si es de interior, se necesitan bombillas muy potentes que desprenden mucho calor, además de agua, abono y un extractor de aire", explica.
Pero por si esto fuera poco, además, incluso hay que fijarse en el sexo de la planta. "Si es feminizada es mejor, porque sólo se fuma la hembra. La semilla puede ser natural o modificada químicamente, para que existan más posibilidades de que sea hembra", indica este joven. Tras todo este laborioso proceso, hay que esperar a que la planta florezca para ponerla a secar entre una semana y diez días, depende de la climatología del lugar.
Además, hay que tener en cuenta que de la planta sólo sirve la flor, pues sólo ésta se fuma.
Pero no todos le dedican todo este tiempo al cultivo de la "maría", por lo que para consumir, los fumadores de porros recurren a los camellos. "Depende de la calidad y de la persona que lo venda, es más barato o más caro. Normalmente, está entre seis y ocho euros el gramo de marihuana", indica.