Un interno del centro penitenciario de Tahíche agredió el pasado jueves 10 de noviembre a un funcionario, causándole "laceraciones en el cuello, contusiones y dolor muscular". Los hechos ocurrieron en el departamento de enfermería, donde R.G.T. solicitó "bastante alterado su medicación", según han denunciado desde el sindicato USO-ACAIP. "Al intentar el funcionario tranquilizarle, el interno comenzó a amenazarlo y a lanzarle patadas y golpes".
Desde el sindicato aseguran que "éste no es el primer incidente de dicho interno, ya que unos días atrás había tenido problemas con otro funcionario". Además, lamentan que "tampoco es un hecho aislado", ya que casos que "hasta hace no mucho tiempo eran excepcionales", como "las amenazas a nuestras personas y familiares, se han convertido en un hecho demasiado común".
Los representantes de USO-ACAIP achacan esta situación a la falta de personal para realizar la debida vigilancia y también a los problemas que aseguran que presenta el centro, pese a que es "prácticamente nuevo". Respecto a esto último, el sindicato afirma que "el sistema de puertas es tan malo que una noche, un interno desencajó la puerta de su celda y se paseó por los pasillos".
Además, aseguran que también "se está convirtiendo en habitual que los internos rompan de un cabezazo, patada o puñetazo los supuestos cristales de seguridad".
A esto se suma, según el sindicato, el "problema de la falta de funcionarios", ya que denuncian que al terminarse la nueva fase de la prisión, se abrieron nuevos departamentos y trajeron a más de cien internos que cumplían condena en la península, "pero no aumentaron en nada la plantilla, por lo que ha ido bajando el nivel de vigilancia y subiendo el de agresividad de los internos hacia nosotros, agresividad que por desgracia ha pasado de ser verbal a física, con la agresión a nuestro compañero". Y es que aseguran que "al sentirse menos controlados, los internos tienden a comportarse mucho peor".
Un funcionario para 74 internos
Como ejemplo de lo que consideran una "falta de personal sangrante", desde el sindicato señalan que los módulos, que son para 74 internos, "son controlados por un solo funcionario, que además de las labores de vigilancia, conocimiento y control, ha de informatizar todas las peticiones y consultas de los internos". Incluso, aseguran que hay áreas socioculturales que ni siquiera tienen "vigilancia directa", por lo que hay "internos que van de un departamento a otro portando herramientas potencialmente peligrosas".
A esto hay que sumar, según el sindicato, que la prisión "solo cuenta con un médico que se ha de ocupar de toda la población reclusa las 24 horas del día". Y eso pese a que "la mayoría de los internos han tenido problemas con las drogas, por lo que requieren muy a menudo atención médica, y cualquier problema al respecto recae en los funcionarios de vigilancia".
Masificación
Desde el sindicato sostienen que este centro "ya nació con espíritu de estar masificado, de tener más internos de la cuenta, ya que es el único centro de toda España en el que se cuentan las plazas a dos internos por celda en lugar de uno, como dicta la ley".
Además, insisten en los problemas que consideran que tiene el edificio. "Nos resulta incomprensible que un centro penitenciario que costó tantos millones de euros y es prácticamente nuevo, tenga desde el principio tantos fallos, rastrillos de acceso que fallan a menudo, así como las puertas de las celdas, lavabos, duchas, agua caliente o los continuos cortes de agua producidos porque hay un aljibe demasiado pequeño para la población reclusa que hay en el centro", sostienen.
Esto último aseguran que repercute en su carga de trabajo, ya que "cualquier problema que tiene un interno recae casi exclusivamente en el funcionario de vigilancia, da igual que sea médico, de mantenimiento, familiar o del tipo que sea", pero también les afecta personalmente. "Desde que llegamos a primera hora al centro nos encontramos con un vestuario ínfimo, sin ni siquiera espacio para todas las taquillas. Además, teniendo turnos de 14 horas no disponemos de un espacio habilitado para poder comer aquellos que traigan la comida de su casa, teniendo que comer en la misma mesa donde han estado trabajando", señalan, agregando que también les afectan "los cortes de agua, que impiden que podamos tirar de la cisterna o lavarnos las manos".