Los dos acusados de haber matado a Rogelio Roka, indigente que vivía en la fábrica abandonada de La Rocar, han negado los hechos y han incurrido en contradicciones que han sido puestas de manifiesto por el Ministerio Fiscal y la acusación particular.
Estas contradicciones han sido justificadas por la defensa de José Antonio Niz, Rosa Callero, ya que ambos vivían en un ambiente marginal y son personas alcohólicas y politoxicómanas: "Estaban borrachos todo el día, confunden los hechos y contradicen pruebas objetivas. Fiscalía y acusación no podrán demostrar su culpabilidad. La culpa de José Antonio es no recordar la noche de autos", dijo la letrada.
Santiago Nuez mantuvo en su declaración que compartía su chabola con José Antonio Niz, también imputado por el delito de homicidio y para el que piden 14 años de prisión, y que después de haber estado aparcando coches, bebiendo y fumando se fue a su casa. Allí encontró a José Antonio y no salieron de la vivienda en toda la noche.
Fue a la mañana siguiente, la del sábado 22 de octubre de 2005, cuando, echaron de menos a Rogelio, al que habían invitado la tarde anterior a beber. "En la oscuridad fui a buscar a Rogelio a su casa, pero no lo ví y fue por la mañana cuando lo encontré tumbado en la cama. Lo llamé y como no me contestaba pensé que me estaba gastando una broma y le eché agua por encima para que espabilase. Como no se movía llamé a José Antonio y descubrimos que estaba muerto", argumentó el imputado.
Santiago negó también que la navaja tipo mariposa que le mostraron en la vista y que fue encontrada en el tejado de su chabola con sangre de la víctima fuese suya pues aunque tenía una muy parecida le desapareció días antes del crimen, según explicó. Además, negó haberse percatado de que su vivienda estaba encharcada en sangre de Rogelio, a pesar de que sus zapatillas estaban completamente manchadas de sangre de la víctima.
El relato de José Antonio fue completamente distinto. El acusado explicó su versión de los hechos aseverando que él "se fue de marcha" y llegó a la mañana siguiente. Cuando volvió a su chabola de tomar la metadona se encontró un charco de sangre y vio a Santiago con sus zapatillas manchadas de sangre. No le dio importancia pero fue a ver a Rogelio y le tocó el cuello y "ví que estaba muy mal, pero que muy mal".
El juicio continuará este martes con la prueba testifical y será el miércoles cuando se celebrará la pericial.
ACN Press