El Centro Penitenciario de Tahíche ha sido protagonista de dos suicidios en sólo una semana. Esto choca radicalmente con que en la antigua cárcel, durante 30 años de funcionamiento, tan sólo se quitó la vida un recluso. Según fuentes de la prisión, esto tiene una explicación. Así, en los nuevos módulos del Centro Penitenciario de Tahíche, los reclusos comparten celda con una persona o, incluso, disponen de una para ellos solos. Esta situación dificulta su control, ya que no tienen compañeros que puedan dar el aviso a los funcionarios de prisiones si ocurre algún suceso como los dos mencionados.
Por el contrario, en la anterior cárcel de Tahíche, dada su masificación, incluso había celdas que eran compartidas por más de diez presos. De esta manera, si alguno trataba de quitarse la vida, los compañeros podían dar el aviso al personal de la prisión.
Y es que en la antigua cárcel, antes de la construcción de los nuevos módulos, cumplían sus penas 173 presos, una cifra que duplicaba con creces la capacidad de estas instalaciones, donde sólo había 79 celdas. Según un informe presentado por la Agrupación de los Cuerpos de la Administración de Instituciones Penitenciarias, ACAIP, el sindicato de los funcionarios de justicia, el centro de Tahíche mostraba una tasa de hacinamiento de casi el 218,99 por ciento. De esta manera, se situaba en el puesto onceavo en el ranking de prisiones más masificadas de España.
Ahora, los presos cuentan con unas instalaciones mucho más modernas, en las que el riesgo de fuga es muy complicado. Sin embargo, la amplitud de los módulos también hace que los reclusos duerman solos y, por tanto, sea más difícil su control durante las horas de descanso. Según contempla el artículo 25 de la Ley Penitenciaria, los internos tienen derecho a que se garantice sus ocho horas diarias para el descanso nocturno y, durante este tiempo, no pueden ser molestados a no ser de que se produzca una emergencia.