Los trabajadores de los Centros Turísticos han acudido este lunes al cementerio de San Román, en Arrecife, para homenajear a Jesús Soto en el undécimo aniversario de su muerte. A este acto han asistido también familiares y amigos del artista, así como el presidente accidental del Cabildo, Joaquín Caraballo, y el consejero delegado de los Centros de Arte, Cultura y Turismo, José Juan Lorenzo.
El ex director de la Casa de los Volcanes, Joaquín Naverán, ha sido el encargado de trazar una pequeña semblanza de Soto alrededor "del destacado papel que jugó para hacer realidad el proyecto del laboratorio geosísmico de la Casa de los Volcanes", considerado entre los más importantes del planeta. "Allí uno encuentra su mano, su idea o alguien que tuvo que ver con él donde quiera que uno mire", ha señalado Naverán, que ha finalizado su discurso dando "gracias al Señor por prestarnos a Jesús unos años".
Por su parte, el párroco de la iglesia de San Ginés, Miguel Hernández, ha dedicado unas palabras y ha rezado una oración en memoria del artista, después de que su viuda, el presidente accidental del Cabildo y un representante de los trabajadores de los Centros depositaran varios ramos de flores en su tumba.
Soto, "una de las figuras más importantes de la isla"
Al finalizar el acto, Joaquín Caraballo ha destacado que Jesús Soto "fue una de las figuras más importantes de la isla" y que "debe ser valorado por la importancia que tuvo, y tiene aún, su obra". Después de recordar su nombramiento como Hijo Adoptivo de la isla en 2002, Caraballo ha afirmado que "es justo tener un reconocimiento a la labor de aquellas personas que han significado tanto para la isla".
Jesús Soto nació en Fuerteventura en 1929. Siendo muy joven, se trasladó a Lanzarote, isla en la que trabajó para el Cabildo después de haber creado su propia empresa de iluminación. La Primera Institución de la isla lo reconoció como Hijo Adoptivo en 2002. Un año después, falleció dejando como patrimonio de Lanzarote una serie de obras y creaciones como el Mirador del Río o el Monumento al Campesino, en colaboración con César Manrique.
Su verdadera obra artística, la que le confirió el sello definitivo de artista, es la adaptación que hizo de la Cueva de Los Verdes en 1964. Soto acondicionó el interior, iluminó estratégicamente los dos kilómetros de longitud del tubo volcánico y creó un auditorio que, a decir de muchos entendidos, es uno los lugares con mejor audición del planeta, según ha recordado el Cabildo.