Hay veces que la necesidad de ayuda solidaria está más cerca de lo que se cree, incluso en el propio barrio donde se vive. La crisis se ha cebado con los que menos poder adquisitivo tienen, y en un contexto de desigualdad y falta de recursos económicos suelen darse casos de familias enteras que viven por debajo del umbral de la pobreza, alcanzando en ocasiones la pobreza severa.
"Muchas familias se han visto afectadas por el desempleo con la crisis de la construcción, y esta situación les ha llevado a que, si ya eran pobres cuando había trabajo, ahora tengan que buscar los alimentos como pueden", comenta Rosalva Morales, que a sus 67 años de edad colabora activamente en Cáritas de Lanzarote junto a su hermana Josefa, siendo la encargada de gestionar la recogida de alimentos que se hace semanalmente en la Parroquia de San Antonio María Claret, situada en el barrio arrecifeño de Altavista.
El servicio de recogida de alimentos lleva en funcionamiento cerca de tres décadas, con un equipo de seis voluntarias que se ocupa de controlar el almacén así como de atender a las familias que se acercan en busca de ayuda.
Menos dinero y más alimentos
"Muchas veces se piensa que necesitamos dinero, pero lo que en realidad nos hace falta son alimentos. A veces también hacemos compras, pero sobre todo necesitamos que la gente colabore con lo que pueda", explica Rosalva, que asegura que en época de fiestas, especialmente en Los Dolores, es cuando más cantidad de alimentos reciben. "Suele venir un camión cargado de comida que nos deja el almacén lleno", comenta.
La crisis alcanza la beneficencia
Pero a pesar de las buenas intenciones y de la solidaridad que impera en las acciones voluntarias de Cáritas, la crisis también ha pasado su particular factura por la beneficencia, puesto que en 2008 se han recibido menos alimentos y ayudas respecto a otros años. "La crisis también llega a la solidaridad, y es que si las familias tienen menos dinero también tienen menos que dar", comenta María Jesús Cútoli, otra de las voluntarias de Cáritas, perteneciente a la orden de las Dominicas y encargada del servicio de recogida de alimentos, que también explica cómo se organizan colectas especiales en la parroquia destinadas a esta área para poder afrontar los gastos.
El servicio de recogida funciona durante toda la semana y la distribución de los alimentos se hace todos los viernes, de 17:00 horas a 18:00 horas en las dependencias parroquiales. "Realizamos una ficha a todos los que solicitan los alimentos, para poder hacer un seguimiento de cada individuo o familia que se acerca por aquí", comenta Lolina Perdomo, otra de las voluntarias, que asegura que se dedica a esta acción "para ayudar a los demás y por su pertenencia al colectivo de Cáritas". Actualmente se tienen contabilizadas un total de 31 fichas, 14 de las cuales pertenecen a familias enteras.
Ayudar siempre tiene una recompensa, aunque en estos casos no sea material, y muchas personas logran salir adelante gracias a las ayudas. Sin embargo, aunque se cuenta con muchos casos de personas que se han recuperado de su nivel de pobreza, también existen casos conflictivos en los que las familias recaen o acuden personas con otro tipo de problemas en los que no pueden intervenir las voluntarias. "Tenemos casos de gente que viene por la parroquia a pesar de no tener necesidad de conseguir comida, pero son personas con otro tipo de problemas serios también, a veces de carácter psicológico. Otros vienen una temporada y acaban saliendo de la pobreza, pero también tenemos casos de lo contrario, de familias que tienen que volver a pedir más alimentos", cuenta Margarita Perdomo, voluntaria de 57 años, que también explica cómo hay una completa coordinación entre los diferentes colectivos pertenecientes a Cáritas, de forma que se destina parte de lo recogido al comedor especial de la Iglesia de San Ginés así como se recoge ropa para trasladarla a otras parroquias. "También hemos tenido casos de gente que, creyendo que ayuda, nos deja en la puerta de la parroquia auténtica basura y restos inútiles o rotos de sus casas", comenta Graciela Villalva, voluntaria de 53 años. "Hay que entregar lo que nos gustaría que nos dieran a nosotros. La gente que lo necesita son personas como todos, no hay que dejar restos inservibles", añade.
Únicamente queda apelar a la ayuda de todos los conejeros para poder solucionar un problema que no debería afectar a tantas familias. A veces la pobreza está a la vuelta de la esquina y no precisamente en los países más lejanos.
El umbral de la necesidad
Según el Instituto Nacional de Estadística (INE), el umbral de pobreza se fija en el 60 por ciento de la media de la distribución de los ingresos por unidad de consumo adjudicados a las personas. En España, el valor del umbral de la pobreza es de 6.278,7 euros al año. Dentro de este umbral se pueden distinguir dos grados de pobreza: Pobreza moderada o relativa (se establece entre el 25 y el 50% de ingresos medios) y pobreza severa o gran pobreza (se establece en el 25% de los ingresos medios).
La pobreza, una realidad también canaria
Más de 400.000 personas viven en Canarias por debajo del umbral de la pobreza, según se indica en el Informe de la Inclusión Social 2008, realizado por la Obra Social de Caixa Catalunya, que indica que un 20,3% de la comunidad canaria vive por debajo del umbral de la pobreza, superando incluso la media estatal que en 2006 hacía referencia a un 19,9% de la población.