La acústica de una habitación diáfana de una antigua vivienda de Teguise, con techos altos y decorado de madera, favorece la creación de una burbuja paralela formada por los que pasan, inevitablemente, a ser amigos de la Tierra. La Sala carece de todos los obstáculos que puedan distraer el diálogo íntimo, necesario, entre el público y el artista.
Y como si su nombre estuviera esparcido por el espacio fértil que comprende, se convierte en un vivero de sentimientos y emociones compartidas, como suele ocurrir cuando miras, escuchas, te prestas de frente a la improvisación de una expresión artística. Del escenario al público y vuelta, en un intercambio de gestos acústicos y visuales. Fue - con el matiz que puso cada persona- lo que ocurrió un sábado de hace más de un mes mientras Luis Barbería y Julio Fowler cantaban a los ojos de la gente.
Porque la disposición y dimensión de la Sala permiten esos pequeños inmensos placeres, y la entrega de los músicos lo alentó para un concierto en el que todos fueron partícipes de lo que allí sucedía. Había hechizo, y la gente dejó de ser gente para ser personas, que se interrelacionaban, y se hacían seres imprescindibles de la noche.
La entrada, con derecho a copa, se transforma en la excusa inexcusable para prolongar la velada en otro local de La Villa, La Galería: galería de los rostros ?incluidos los músicos - con los que acabas de compartir una ofrenda artística, casi una oración, para quien tiene como religión la música; y conviene permitirse el capricho de seguir rezando, ahora en torno a una mesa y una conversación en la que ya es posible creer en lo inexistente.
Fue una nochemás, y a la vez única y diferente, de lo que viene ocurriendo en Teguise cada fin de semana, desde que el poeta Javier Rahím, con la ayuda del músico Yoriel Carmona, puso en marcha un proyecto cultural, sin ánimo de lucro, pero con rentabilidad en lo inmaterial, que va más allá de esta Sala.
Para este fin de semana se prevé algo parecido, aunque este sábado, sobre un escenario diferente porque la sala se trasladará al Convento de Santo Domingo para acoger la actuación de Eva y Andrés.
Educadores artistas
El resultado de todo lo que abarca Tierra puede verse proyectado antes del concierto y palparse en las caras de los niños y niñas que aparecen. Y es que un video muestra la pre-actuación ?razón primordial de esta iniciativa? que los artistas que participan tienen que vivir, en lo que es un regalo para los más pequeños, aunque finalmente se convierte en un presente para ellos mismo.
Así lo han expresado los que, hasta el momento, han colaborado mostrando su arte a los alumnos y alumnos de diversos centros educativos de Teguise como Raúl Torres, Jean de Naya - Band, Alejandro Gutiérrez, Gema y Pavel, Luis Barbería y Julio Fowler; todavía quedan por llegar, Teresa Grau, Garrett Wall y Eva y Andrés que este viernes y el sábado, en el Convento de Santo Domingo, traerán sus melodías.
"Hemos conseguido que la presencia del artista en los centros de docencia sea activa y de estrecha colaboración con los profesionales de la misma. Ya que es necesario para la mejor formación de individuo que éste sea tratado por artistas, al adentrarse en el mundo cultural en sus formas prácticas en directo y desde el aula."
La Sala Tierra pasaría a formar parte de esa divulgación de expresiones vitales a través del arte, pero no sólo en los centros educativos, también en centros penitenciarios, como ocurrió el pasado sábado, o hospitales y centros de discapacitados. De hecho, Javier Rahím promotor y presidente de esta Asociación Sociocultural Amigos de Tierra, en plena formación, desarrolla múltiples actividades artísticas en pro de la cultura y el humanismo, con presos, niños y enfermos, en lo que se convierte en un intercambio emocional que puede tener forma de música, cine, teatro o literatura.
Para los niños y niños está siendo una "experiencia inmejorable" como lo ha descrito la jefa de estudios del CEIP Costa Teguise, Vanessa Mª Florido Mármol. Se muestran receptivos y participan como espectadores,mirando y admirando boquiabiertos el nuevo temario, y vencen el pudor para convertirse en improvisados bailarines y cantantes que se animan a interpretar junto a los artistas.
Javier Rahím lo tiene claro, y por eso recuerda como un hito que en una ocasión uno de los niños se animó a tocar la guitarra con Julio Fowel y Luís Barbería ante sus compañeros de clase. Al día siguiente en el colegio no se llamaba igual. "Le había cambiado la vida". Y el nombre. Ahora es El Guitarrista.
EVA Y ANDRÉS
Viernes 16: Sala Tierra, c/ Higueras, 1, Teguise.
Sábado 17: Convento de Santo Domingo, Teguise