El jurista español especializado en derecho constitucional Octavio Salazar ofreció una entrevista a La Voz con motivo de su visita a Lanzarote para la presentación de su libro Yo, nosotros: un diario de masculinidad por desarmar en A Casa Museo José Saramago de Tías hace unos meses.
"Estamos en los prolegómenos de lo que debería ser una verdadera transformación de la masculinidad", expone el jurista. De modo que, resalta que aunque el feminismo "ha removido muchos cimientos de las sociedades patriarcales, aún existe una enorme resistencia a esa transformación de los hombres".
"Todos los hombres, incluso los que nos posicionamos con el feminismo y lo defendemos públicamente hemos tenido comportamientos machistas, los hemos normalizado y legitimado", arranca Salazar. Para él, la respuesta está en "empezar a ser conscientes de ello e iniciar ese proceso de transformación". "De la noche a la mañana no nos vamos a convertir todos en perfectos feministas, en impecables feministas, pero es un proceso", resalta.
Movimientos contra el feminismo
Salazar muestra que, a pesar del avance social, en estos últimos años "estamos asistiendo a unos procesos muy reactivos". Ante los avances del feminismo, explica que una parte de los hombres han apostado por la "vuelta a la masculinidad tradicional", mientras que solo algunos, "de forma muy minoritaria", se han comenzado un proceso de cambio.
Así pues, para el jurista español, los casos de violencia sexual que han salpicado a dirigentes de izquierdas como Iñigo Errejón o Juan Carlos Monedero, que habían abanderado el feminismo en sus discursos públicos, ha supuesto "un impacto negativo", ya que "en un momento determinado representaron un liderazgo de otra manera de entender la política, de apoyar las causas del feminismo y de lanzar una serie de mensajes que eran comprometidos".
Sin embargo, resalta que estos casos han servido para ver "que esto del machismo es un asunto absolutamente transversal. No es una cuestión de ideología ni de derecha, ni de izquierdas, ni siquiera generacional", continúa. "A lo mejor hay una parte de Monedero o de Errejón dentro de nosotros, aunque no queramos reconocerlo", reflexiona.
Salazar apuesta porque los hombres puedan "asumir este proceso de transformación", a pesar de que existan equivocaciones y necesidad de rectificar en muchas ocasiones. "Vamos a tener que ir asumiendo que todos en el fondo tenemos mucho de machismo dentro de nosotros y que en algún momento hemos tenido comportamientos reprochables", defiende.
El feminismo desde la educación
Octavio Salazar expone que en la actualidad "los discursos reactivos" se extienden por las aulas educativas, en sectores "muy mayoritarios y ruidosos" y con posturas "absolutamente trasnochadas". Ante esta realidad, apremia a abordar el discurso que crece en internet, a través de las redes sociales y las plataformas de streaming con un enfoque socioeducativo.
Durante la conversación con esta redacción, el jurista señala que los hombres, generalmente los heterosexuales, no suelen escoger referentes femeninos. "Tiene que ver con esa cultura machista que, entre otras cosas, implica no darle valor ni autoridad a las mujeres, a lo femenino". Así, señala que aún en los libros de texto con las que se educan los menores "se identifica la humanidad en su conjunto con la masculinidad", destacando a lo largo de la historia a las figuras masculinas sobre las femeninas.
Mientras tanto, insiste en que la masculinidad es "una especie de mandato" que se asume "casi de manera inconsciente desde pequeño, donde entre muchas cosas, te dicen que para ser un hombre tienes que cumplir con una expectativa, mostrar fortaleza, potencia, seguridad, tener las cosas claras y estar siempre predispuesto. Si lo analizas con un mínimo de sensatez y de rigor te das cuenta de que eso es una absoluta fantasía".
Para Salazar, "la fragilidad es lo que nos caracteriza como seres humanos y justamente por eso somos interdependientes y necesitamos crear vínculos y necesitamos relacionarnos y cooperar, pero el mandato de la masculinidad nos ha llevado a todo lo contrario".
En este sentido invita a participar en una "revolución ética y política". "Esto llevaría a invertir completamente los valores de los que hemos sustentado las democracias modernas, nuestros sistemas económicos y por supuesto nuestra forma de relacionarnos incluso en lo íntimo".
