Unas fechas entrañables, de alegría, amor y paz. Unas cenas y comidas familiares, en las que se relatan los buenos recuerdos y se reparten besos y abrazos. Familias que llevan mucho tiempo sin verse y que se emocionan nada más cruzarse la mirada. Estos sentimientos son los que deberían aflorar durante el periodo navideño, pero ¿qué ocurre cuando las familias no se soportan?, ¿cuándo se percibe tensión en el ambiente?, ¿cuándo se juntan en la misma mesa dos férreos seguidores del Real Madrid y del Barça o del PP y del PSOE? o ¿cuándo los familiares políticos no se relacionan de forma demasiado respetuosa?
Precisamente, ésta puede ser otra de las realidades de la Navidad. Las cenas, en lugar de acabar con un beso y un hasta luego, pueden terminar con un hasta siempre. O, al menos, un hasta el año que viene y por compromiso. Para evitar que la cena de Nochebuena, de Nochevieja o de Reyes se convierta en una auténtica pesadilla familiar, la psicóloga y terapeuta familiar Alicia López da a La Voz unas claves para que estas celebraciones transcurran en paz.
López recuerda que la Navidad es una época en la que se debe compartir mesa tanto con la familia directa como con la indirecta. "A través de temas de conversación normales a veces salen a relucir temas conflictivos, situaciones que hemos percibido como injustas en el pasado, hechos que nos han causado decepción o pequeños agravios comparativos entre los distintos miembros de la familia", apunta la psicóloga. Y, si estos temas salen a relucir, lo más probable es que la comida se indigeste.
Pero, además, si precisamente las conversaciones conflictivas las plantean algunos miembros concretos de la familia, el follón está prácticamente asegurado. "La peor fama la tiene la familia política, es decir, la suegra y cuñada. Generalmente suele ser la parte femenina de la familia, aunque esto va cambiando de forma bastante significativa", explica Alicia López. Y es que con la familia política uno no tiene la obligación de sentir el mismo afecto que hacia la propia familia, pero según advierte la psicóloga, "sí se le debe respetar y procurar un ambiente de cordialidad".
Cómo evitar el conflicto
Precisamente para lograr ese ambiente de cordialidad, Alicia López asegura que una de las actitudes más importantes es "aceptar a los miembros de la familia tal y como son, con sus defectos y virtudes, sin establecer comparativas con otras familias". "Hay que disfrutar de la familia, recordando y compartiendo todos aquellos momentos que nos resulten agradables y gratificantes y en los que destacamos lo mejor de cada miembro de la misma", afirma.
Para ello, la psicóloga asegura que es fundamental "evitar hablar de temas conflictivos" para conversar únicamente de "temas que resulten agradables". Así, el fútbol, la política y la religión se alzan como los tres asuntos de los que es mejor no hablar en la mesa de Navidad. "Hay que evitar conversaciones que puedan generar una explosión emocional grupal y que puedan entristecer a todos. Se pueden sustituir estos temas por asuntos agradables como las vacaciones, los viajes, las actividades de ocio o de tiempo libre", señala.
Pero, además, siempre existe algún truco para evitar alguna discusión. Por ejemplo, eligiendo bien el lugar en torno a la mesa. "Sentarnos en la mesa cerca de aquellos miembros de la familia con los que tengamos más afinidad y poner distancia con aquellos con los que hayamos podido tener algún tipo de conflicto o roce en el pasado", recomienda López.
Además, la psicóloga aconseja que para que esta celebración sea entrañable "hay que respetar la relación de nuestra pareja o hijos con el resto de la familia". "Intentamos entender el comportamiento de la familia sin juzgarlo, aunque no lo compartamos", indica.
Normalmente, la preparación de estas cenas o comidas suele recaer en algún miembro de la familia, que todos los años dispone de su casa y de su mesa para que los demás disfruten. En algunas ocasiones, esta sobrecarga de trabajo puede generar tensión. "Hay que pedir ayuda a diferentes miembros de la familia para organizar estas reuniones. Mejor que no sea siempre a los mismos. De esta manera, no nos sobrecargaremos con el trabajo de preparación y esto no se convertirá en una fuente de reproches y malos gestos a lo largo de la celebración con aquellos que consideramos que pueden quejarse de algo sin haber colaborado", señala Alicia López.
Además, se debe pensar en si realmente se puede ser siempre el mejor anfitrión. "Si sientes que no llegas con los preparativos, que tienes desperfectos en tu casa o cualquier otra situación por la cual no creas conveniente recibir a todos, debes ser capaz de comunicarlo. No tienes por qué ser siempre quien organice la fiesta y ofrezca la casa", defiende la terapeuta.
La discordia de los regalos
Superada la hora de compartir mesa, llega el momento de los regalos que "si bien son una demostración de afecto, en ocasiones pueden convertirse en un problema o en fuente de discordia". "Teniendo en cuenta que todos en estas fechas esperan su regalo, hay que procurar que no existan preferencias excesivas para que nadie se sienta mal o despreciado. Si deseas regalarle algo a un ser que consideras especial, no debes hacerlo en la reunión frente a todos", recomienda esta psicóloga.
Así, si consigue evitar temas conflictivos y discusiones y se acierta con los regalos, probablemente pueda pasar la siguiente Navidad con su familia, aunque sea por compromiso.
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