Los abuelos se van de marcha

Los mayores de Arrecife disfrutaron el martes de su día grande en las fiestas de San Ginés. Y es que la terraza de la discoteca Biosfera acogió por la tarde el VIII Encuentro de Mayores del Municipio, al que asistieron al menos cien ...

17 de agosto de 2005 (20:52 CET)

Los mayores de Arrecife disfrutaron el martes de su día grande en las fiestas de San Ginés. Y es que la terraza de la discoteca Biosfera acogió por la tarde el VIII Encuentro de Mayores del Municipio, al que asistieron al menos cien personas en edad de jubilación. La fiesta de los abuelos fue amenizada con la actuación de Mariachi Mazatlan.

Merienda para todos

Una vez terminada la merienda que se ofreció a los asistentes, los participantes gozaron de lo lindo con el baile a cargo de la orquesta Nostalgia.

La pista de la terraza Biosfera se llenó hasta los topes y más de cien personas asistieron a los actos organizados por la Concejalía de Asuntos Sociales y Festejos. De hecho, ni una manzana podría caer en el recinto a la hora de la actuación de Mariachi Mazatlan. Pero aún más gente participó en el baile amenizado por la orquesta.

En primera fila del recinto se acomodaron los cargos públicos del Ayuntamiento. Allí estaban la alcaldesa, María Isabel Déniz; la concejal de Urbanismo, Nuria Cabrera; la concejal de Festejos, Encarna Páez; la concejal de Asuntos Sociales, Lolina Curbelo; y el concejal de Deportes y Agencia de Desarrollo Local, Luis Morales.

Delante de los asientos donde se acomodaron los abuelos para escuchar la música mexicana quedó libre una pista, que tras la merienda se llenó de parejas que cuan jovencitos alegres bailaron sin descanso al son de la orquesta Nostalgía.

La merienda no fue muy copiosa, pero los asistentes pudieron disfrutar de unos deliciosos merengues y bizcochos.

La exposición de Jaime Romero

Por otra parte, la Casa del Miedo en el Charco de San Ginés acogió la inauguración de la exposición de pintura del artista Jaime Romero.

Jaime Romero es un artista particularmente dotado, que desde sus inicios destacara nítidamente por su condición de utilizar elementos ajenos a una plástica, como la nuestra, que acostumbrada quizás se miraba así a mirarse de manera excesivamente solemne.

En medio del dramatismo de la década Romero nos dirigía una mirada irónica que abarcaba conceptos tan transcendentales como la religión y el sexo.

Paulatinamente ese espíritu se iría acentuando en un dibujo refinado a contracorriente con el expresionismo de la época y manchas coloreadas con las que creaba profundidades virtuales. Estas fueron las obras en las cuales Romero mostraba la impudicia del buen gusto establecido, incorporan sin temor el kitsch, integrando piezas doradas a las pinturas, rompiendo aún más con nuestras formas de ver.

Esta convicción en sus propósitos ha originado que a más de 10 años de haber regresado de la Universidad Católica, Jaime Romero siga siendo, a su modo, un pintor para iniciados, un precursor de esa suerte de neo pop que comienza a inquietar a las generaciones que lo han sucedido.

Ciertamente Romero no es un artista de gritos ni de modas. Es más bien el hombre que busca por caminos que lo conducen a una atormentada ambigüedad. Hoy el espectador que ha seguido el desarrollo de su propuesta puede apreciar cómo el ha logrado el dominio de la materia pictórica para luego agredir el espacio con instalaciones que se integraban a sus cuadros. Por que a través de esta obra, Romero, como muy pocos entre nosotros ha logrado proponer una reflexión en tomo a los valores más fundamentales de esta dorada Lima.

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