Gritos de celebración, bocinas de coches sonando sin parar y una calle sumida en la fiesta. Incluso el cielo se llenó también de fuegos artificiales para celebrar el triunfo de la Selección, que hizo historia en una Eurocopa redonda en la que no se vivía una final parecida desde 1964, cuando España logró el título ante la Unión Soviética tras derrotar a Hungría.
El gol de Torres, considerado ya un semi-héroe nacional, se pudo escuchar en tierra y mar por los miles de aficionados que coparon los locales de la isla, que no dejó de celebrar el triunfo hasta altas horas de la madrugada.