Así, la sensación de que los niños y adolescentes de Lanzarote tienen cada vez más problemas de comportamiento o relacionados con trastornos de conducta no es del todo real. La realidad es que tanto las familias como los docentes manejan más información y captan con mayor rapidez los síntomas. Además, existen más recursos para su diagnóstico y tratamiento.
Un adolescente que de repente no quiere ir a la escuela o tiene problemas de memoria, o un niño demasiado travieso y envuelto en continuos accidentes domésticos pueden estar revelando síntomas de algún trastorno que debería ser tratado. Según Francisco de Sande, "los padres lo perciben a través de cambios en su conducta habitual, pues están cada día con sus hijos, y también se detecta desde el colegio, donde colaboran bastante".
Las patologías de salud mental más comunes son la hiperactividad y los cuadros depresivos con trastornos de conducta. Las psicosis, como la esquizofrenia infantil o el autismo precoz, son muy escasas, y domina más la ansiedad o el miedo intenso. El tipo de fobia más frecuente en niños es la fobia escolar. "No es que no quiera ir, es que no puede", comenta el psiquiatra, quien explica que los motivos pueden ser diferentes, desde el apego del pequeño a la madre, quien puede haber estado enferma y a la que desea cuidar, o el que pertenezca a una familia con algún problema de adicción a sustanciastóxicas.
"Hay de todo tipo y la educación familiar es importante, sobre todo a la hora de prevenir los problemas de conducta", indica de Sande, en cuya Unidad, formada por un psiquiatra, una psicóloga, una enfermera y una trabajadora social, atienden a niños de 3 a 18 años. El establecimiento de los límites y las reglas dentro de casa es, por lo tanto, fundamental. Las normas son necesarias para el desarrollo general del niño, así como para su comportamiento a la hora de jugar y estar en un aula.
Niños en el aula
Desde la escuela se confirma que no hay problemas de conducta significativos. La directora del Centro de Educación Infantil y Primaria (CEIP) Ajei, Candelaria Ledesma, señala que "realmente no hemos visto un aumento de los problemas de comportamiento", pero admite que "hoy en día manejamos diferentes variables, ha cambiado el modelo de familia y el concepto de disciplina, por lo que hay cosas en las que se debe trabajar".
Añade que "antes teníamos a niños desinquietos" y hoy se trata la hiperactividad, que es un caso clínico con soluciones clínicas. En general, el colegio detecta un caso y se pone en marcha un protocolo de actuación, "pero ciertamente, y aunque se den situaciones de no aceptación del problema, suele ser la familia la primera en darse cuenta. De hecho, este año ha venido una madre con un caso ya diagnosticado, pero estos son contados", aclara la directora del CEIP, que tiene 730 alumnos.
A partir de los 12 años los niños comienzan su formación en Educación Secundaria, obligatoria hasta los 16, y es esta obligatoriedad una de las causas de los problemas de comportamiento detectados en los institutos, tal como indica la directora del IES Blas Cabrera Felipe, Soledad Álvarez. "Los chicos mayores se aburren y tienen claro que no quieren estudiar, se retrasan en el aprendizaje, molestan y se fugan, presentando problemas de disciplina y haciendo gamberradas".
Las conductas agresivas, las peleas, los pequeños robos, las llamadas de atención y las gamberradas se dan en los institutos. "Pero no suceden periódicamente. No tenemos casos de chicos determinados que presenten problemas", aclara Álvarez. Es por esto que niega un aumento de los trastornos de comportamiento y habla de formas diferentes de divertirse, ligadas muchas de ellas a las telecomunicaciones, Internet y a los videojuegos.
Hace unos días quemaron una papelera en el centro, pero fue un caso aislado y los responsables dijeron que no fue de forma intencionada. Hace unos años, el IES Blas Cabrera Felipe, con más de 1.100 alumnos, se enfrentó a un comportamiento extraño de un adolescente que resultó ser alcohólico y acudía a clase con una botella de plástico con ron en su interior. Los familiares fueron avisados y se trató su adicción. Otro caso acabó con una silla volando por los aires desde la tercera planta del edificio que se debió a un trastorno psiquiátrico del alumno, pero fue también un caso clínico puntual.
Todos los expertos hablan de la importancia de la educación familiar, del establecimiento y mantenimiento de límites claros y razonables. El niño y el joven deben saber qué deben hacer en vez de lo que no deben hacer. Es necesario ofrecerles alternativas y resaltar los aspectos positivos de manera que se sientan siempre valorados sin enjuiciar tanto a las personas como las acciones.
"Todo cambia cuando comienzas a entender la enfermedad"
Un total de 30 familias integran desde diciembre de 2006 la Asociación de Trastornos por Déficit de Atención con Hiperactividad de Lanzarote (ATDAHILANZ), familias con niños y jóvenes con hiperactividad, impulsividad y falta de atención. Su vocal, Eva Villa, subraya la necesidad de información para entender el comportamiento de estos niños. Este trastorno, que altera el desarrollo físico, cognitivo y psicosocial del niño, afecta al 5% de las familias canarias.
"Se pasa muy mal hasta que se detecta. Tengo dos hijos y a los dos los he educado igual. Mi hija aprendió a leer muy pronto, con tres años, y con mi hijo tuve que aprender el lenguaje de signos para enseñarle. Al principio piensas que está vacilando, que no hace las cosas porque no quiere, y no puedes más, tú misma le bajas su autoestima por castigos continuos de cosas que en realidad él no recuerda. Pero luego comienzas a entender, ves que es diferente y sabes que tiene una enfermedad neurobiológica".
Entonces todo cambia. Se acepta vivir con niños muy impulsivos y en constante movimiento, a los que se les puede explicar cualquier cosa mil veces sin que sea capaz de recordarlo. No tienen memoria de trabajo porque no les funcionan los neurotransmisores y por ello reciben un tratamiento multidisciplinar con fármacos que ponen en marcha estos neurotransmisores y atención psicopedagógica.
Villa elogia la puesta en marcha de la Unidad de Salud Mental, pero recuerda que la Seguridad Social no cubre toda la medicación. Demanda, por lo tanto, mayor cobertura, así como más información, más formación en las escuelas para la detección precoz y el reconocimiento de la especialidad de Psiquiatría Infantil en España.
En su opinión, los problemas de conductas han existido toda la vida.
El 11,4% de los niños canarios padece algún trastorno mental
Un estudio realizado entre los años 2001 y 2006 por médicos del Hospital Universitario Nuestra Señora de la Candelaria (HUNSC) con 600 niños del Archipiélago y 50 docentes revela que la frecuencia de trastornos mentales infantiles en las islas es del 11,4%.El trabajo, pionero en España, refleja que la frecuencia es mayor en los varones que en las mujeres, especialmente en la hiperactividad, y concluye que el 9,4% de la población infantil se encuentra en el límite entre la normalidad y la anormalidad.
La investigación, dirigida por el doctor Pedro Javier Rodríguez, médico pediatra especializado en Trastornos Psiquiátricos de la Infancia y Juventud del Hospital de Día Infantil y Juvenil Dr. Guigou, adscrito al HUNSC, indica que los problemas más frecuentes en Canarias son los trastornos de comportamiento (5%), la hiperactividasd (3,9%) y los trastornos emocionales (3,5%).
Además de estas, existen otras escalas en las que la prevalencia considerada por padres y profesores es, por el contrario, divergente. Son la escala de problemas con compañeros ?en la que ningún padre encuentra anormalidad y sí los profesores- o la conducta social positiva, de la que los profesores opinan que el 7,5% de los niños se encuentran en valores anormales y los padres, que el 15,8% de los niños puntúan en valores anormales.
El estudio, denominado Prevalencia de los Trastornos Psiquiátricos Infantiles de la Comunidad Autónoma de Canarias, contó con la cooperación de la Universidad de La Laguna, la Universidad de Sevilla, la Sociedad Canaria de Pediatría y la Consejería de Educación del Gobierno de Canarias y supone una primera aproximación a la frecuencia de los trastornos psiquiátricos infantiles en las islas.