Aplausos y repetidos vítores acompañaron a la Virgen

La procesión marítima puso el broche final a las fiestas del Carmen en Valterra

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19 de julio de 2010 (22:47 CET)
La procesión marítima puso el broche final a las fiestas del Carmen en Valterra
La procesión marítima puso el broche final a las fiestas del Carmen en Valterra

Un iglesia abarrotada de fieles daba cobijo a Nuestra Señora la Virgen del Carmen, que este domingo protagonizó su recorrido marítimo desde Valterra hasta Puerto Naos. Una vez finalizada la Santa Misa, dio comienzo la procesión encabezada por la banda de música dirigida por el maestro Pepe Artiles.

Los enfermos y familiares que esperaban en la explanada del Hospital Insular recibieron a la Virgen con emocionados aplausos, y allí le dedicaron unos emotivos versos. La Señora Mercedes Manrique, residente en el Hospital, quiso brindar también un conmovedor y entrecortado poema que fue interrumpido por los aplausos del público. Acto seguido, el párroco Juan Antonio llevó a cabo una oración como despedida y la imagen de la Virgen se puso en marcha hacia el muelle de Puerto de Naos.

Entre cánticos, vivas y tracas, la procesión avanzaba hasta llegar al barco que esperaba para el embarque. El honor de pasear a la Patrona de los Marineros por la bahía de Arrecife fue este año para el atunero "Izar Alde", del armador lanzaroteño Jacinto Alonso, que se mostró alagado de recibir a la Virgen en su navío.

Después del paseo por la bahía capitalina, se hizo una parada frente al islote de Fermina para rezar una oración por los marineros fallecidos y la ofrenda floral. A continuación, se tomó rumbo al Puerto de Naos, donde una multitud esperaba el regreso de la Virgen que, portada a hombros, se encaminó en procesión hasta Valterra.

El camino estuvo acompañado por la escucha de repetidos "vivas" a la Virgen, los aplausos y las tracas a su paso. Llegados a las 80 viviendas, se hizo una parada ante un altar que, con muy buen gusto y recuperando la tradición de este barrio marinero, elaboraron unos vecinos. Unos niños ataviados con trajes marineros y de campesinos daban la bienvenida a la Virgen con unos versos. Los jardines también habían sido engalanados con banderas y al paso de la Virgen la honraron con una tira de pétalos de flores y quemas de tracas de lágrimas.

Minutos más tarde llegaba la Virgen de nuevo a la Iglesia, y antes de entrar fue honrada con un gran castillo de fuegos artificiales, aplausos y vivas, que le dieron la despedida hasta el próximo año.

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