En esta ocasión, La Fura ofreció sus destrezas desde las alturas engrandeciendo así la expresión de cada uno de los movimientos de los actores. La música comenzó a sonar a la vez que un ángel sobrevolaba a cientos de personas congregadas en el recinto ferial y, una vez atraída la atención de todos ellos, entraron "en escena" una veintena de actores metidos en una jaula que se balanceó sobre las cabezas del público a modo de botafumeiro.
A partir de este momento, y durante la media hora que duró la función,los miembros de la compañía catalana vestidos de blanco se fueron alternando y, por grupos, fueron tomando los cielos para interpretar distintas secuencias. Entre ellas, una particular versión de un nacimiento durante el que una actriz salió de una bolsa blanca rellena de agua desgarrando gritos que un médico calmó.