Juan
Juan es madrileño. Creció soñando con colores, investigando técnicas pictóricas. "Soy autodidacta", se define. "De niño jugaba con pintar, después fui a academiasy allí empecé, sobre todo, con pintura realista". Aprendió de la mano del pintor Antonio López pero las etiquetas no le gustan. Su técnica es diversa, "muy completa", como precisa Lola. Su estado de ánimo le influye a la hora de crear. "Según el momento, cada obra requiere un estilo", añade el pintor. Pero lo que más le inspira es la Naturaleza. Juan alude a las tribus de Autralia, África o América cuando muestra sus máscaras, pintadas sobre palma seca. Concibe como algo natural la relación de estos aborígenes con el medio. Se inspira en ello ("El amanecer y el atardecer son momentos en los que los colores se encienden", explica) y se interna en plena Naturaleza para pintar.
Juan siente algo especial por Lanzarote. Después de unos años fuera, decidió volver a la Isla. "La formación volcánica tiene una energía considerable, los minerales ofrecen sensaciones distintas". Una intensidad que se mete de lleno en su alma y su pincel. "Lanzarote es inexplicable", concluye. "O te encuentras bien o te encuentras muy mal".
Lola
Lola nació en Gran Canaria. Defiende la artesanía y los oficios perdidos. Pero cree que lo tradicional tiene que dejar paso a la creatividad para resucitar el arte de crear con las manos. "Con la artesanía canaria se está tratando de dar un nuevo enfoque para no perder la técnica". Lola reproduce motivos canarios a través del 'batik', una técnica procedente de Indonesia que se sirve de cera de abeja y tintes. "Hay que irse adaptando al tiempo y a tu propia creatividad", explica la artesana. "Y yo creo que eso es lo que está salvando la artesanía porque la gente busca cosas nuevas". Cada sábado, Lola acude al mercado artesanal de Haría. Y se mueve, principalmente, por ferias regionales e insulares. Éstas son una especie de "escaparate" que demuestra que existe un comercio alternativo, y que hoy en día, en el seno de una sociedad consumista, sobrevive una forma tradicional de fabricación o creación.
Juan y Lola
Colorido. Mestizaje. Naturaleza. Equilibrio. Cuatro sensaciones que impregnan la tienda de Juan Peña y Lola Herrera. Una primera estancia brinda la bienvenida, y va introduciendo al visitante, entre pintura y artesanía, hasta un cuarto más íntimo, donde el artista se descubre a través de sus obras, donde el tamaño y el color dominan la atmósfera. Las sensaciones son el punto de partida de cualquier obra. "Esperanza" fue el cuadro central de la exposición "Punto de Fusión", que el pasado mes de octubre trasladó el ambiente de esta tienda, situada en la emblemática Casa León, hasta el Convento de Santo Domingo, en la Villa de Teguise. "Es simplemente lo que siento sobre este tema concreto", explica Juan, refiriéndose al fenómeno de la inmigración. "Gente que va buscando una vida mejor, algo que todo el mundo hace, no sólo un africano o sudamericano, sino que todas las personas van buscando un sitio mejor, más acorde con sus expectativas de vida".
Lola cree que todo el mundo tiene capacidad para crear, pero "el que nace artista es el que aguanta en esto, porque es difícil como medio de vida, lo tienes que sentir mucho". Vivir del arte puede convertirse en una barrera para crear, ya que siempre acecha el peligro de que el artista se ponga a disposición de una determinada demanda. El tiempo también es importante. No se puede crear a contrarreloj. "Este trabajo requiere dedicación", explica Juan. "Y si quieres vender la obra no puedes dedicarte a ella".
Juan y Lola han creado un particular "punto de fusión". Así titularon su última exposición, pero la mezcla de sus obras e intereses desvela una composición heterogénea y armónica, que al mismo tiempo se complementa. Paisajes, naturaleza, sucesos arrancados de las páginas de un diario, técnicas milenarias, quimeras y abstracciones. La interpretación es abierta, porque, como asegura Juan, pensativo, "el Arte es... (silencio) Eso ya depende de cómo lo entienda el espectador".
