Dimas Martín, que espera la decisión de Instituciones Penitenciarias sobre su tercer grado, ha sido el gran ausente en la fiesta celebrada en prisión, en la que sus compañeros de los cursos de clínica y farmacia han recibido emocionados sus dipl

Esperanza tras los muros de Tahíche

"Mi madre estará orgullosa de mí", afirmaba uno de los internos, que espera "no fallarle nunca más"

27 de septiembre de 2007 (01:26 CET)
Esperanza tras los muros de Tahíche
Esperanza tras los muros de Tahíche

Dimas Martín ha preferido no asistir a la entrega de diplomas, mientras se mantiene a la espera de que Instituciones Penitenciarias se pronuncie sobre el informe favorable a la concesión del tercer grado elevado a Madrid por la Junta de Tratamiento de Tahíche, según han confirmado a La Voz desde el centro penitenciario.

"Hay esa propuesta, ahora falta que se pronuncie Madrid", ha afirmado uno de los responsables de la prisión con respecto a la posible salida de Dimas Martín de la cárcel, a la que sólo volvería a dormir de lunes a viernes. El plazo medio que barajan en el centro para que desde Madrid den el visto bueno a la concesión del tercer grado para el líder del PIL es de entre un mes y un mes y medio. Mientras tanto Dimas Martín ocupa su tiempo en prisión participando de las actividades organizadas en el centro, como el primer Curso de Auxiliar de Farmacia del que ha sido alumno y que ha superado con éxito, como el resto de compañeros.

Y es que hoy era un día especial para los alumnos que han estado formándose en áreas sanitarias como enfermería y farmacia. Once reclusos han recogido este miércoles el diploma que acredita que han superado con éxito el curso de 120 horas impartido por la academia Esacan. Ataviados con la toga y el birrete que requiere toda graduación han saludado y agradecido a sus profesoras, que asistían al acto conteniendo lágrimas de emoción, al subdirector de Tratamiento, José Luis Otaduy, y a los representantes políticos tanto del Ayuntamiento de Arrecife, institución por la que asistía la concejal de Asuntos Sociales, Emilia Perdomo y el teniente de alcalde, Antonio Hernández, como del Cabildo representado por la consejera delegada del Patronato de Turismo, María José Docal.

Un paso más hacia la reinserción

Julie Dugenet y Esther Adsuara estaban exultantes. Después de muchas horas de clase y de trabajo con los reclusos recibían el emocionado agradecimiento de sus alumnos. "Yo estoy muy orgullosa del trabajo que han hecho, dar clase con ellos ha sido muy bueno para mi", afirmaba Julie Dugenet, docente del Curso de Auxiliar de Enfermería.

Para Esther Adsuara, encargada de impartir la formación como auxiliar de farmacia a 6 reclusos, sin duda "son los mejores alumnos que he tenido, con las mejores notas", entre los que se encontraba Dimas Martín, que durante el curso "ha mostrado muchísimo interés", si bien ha optado por no acudir a la entrega de diplomas. "Dimas me ha escrito diciendo que no estaría en la graduación pero yo sé que ha estado muy entusiasmado con el curso", ha explicado Emilia Perdomo, concejal de Asuntos Sociales de Arrecife y compañera de partido del político encarcelado.

Los alumnos tampoco han escatimado elogios a sus profesoras, a las que han agradecido "todo lo que nos han enseñado", además de dedicarles toda una declaración de intenciones: "queremos salir adelante, así que muchas gracias por vuestro trabajo, seguiremos esforzándonos". Los reclusos han querido homenajear así a Julie y Esther, a las que han obsequiado con trabajos hechos por ellos mismos. Aunque tampoco se han olvidado de entregar un detalle a los representantes políticos y la dirección de la academia que les ha impartido los cursos.

Aunque es poco probable que Dimas Martín se dedique a los menesteres propios de una farmacia el día que abandone Tahíche, para los jóvenes que hoy se graduaban, entre los que se encontraba solamente una mujer, este curso supone "un paso más, después está la calle", les recordaba emocionada una de las docentes de la academia. "Es el reconocimiento de que ustedes han apostado por ayudarse a sí mismos", les decía Emilia Perdomo.

Graduados como Wilson Gavila, un joven de tan sólo 22 años que espera "ayudar a las personas" con los conocimientos que ha adquirido y que le dedica su diploma a su madre, "que estará orgullosa de mi", y a la que espera "no fallarle nunca más". O como Craciun Silviu, que cuando llegó a Tahíche no sabía prácticamente hablar español y ahora se abraza sonriente a sus compañeros y su profesora. Todos ellos sueñan con iniciar un camino fuera de prisión e insertarse en el mercado laboral con los conocimientos recién adquiridos.

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