30 escalones separan a Aitor, un niño que el próximo mes de noviembre cumplirá 13 años, de la calle. No puede salir al exterior, excepto cuando el personal del Servicio Canario de Salud acude a recogerlo. Ante este caso extremo, ¿qué piden sus padres?, que su hijo pueda disfrutar de la calle, que juegue con otros chavales, que se airee, que tome el sol, yque no "envejezca sentado en el sofá".
El día a día
Una menos cuarto de la tarde. Llega una ambulancia hasta el barrio de Los Alonsos, en Arrecife. De ésta bajan Silvia y María, dos trabajadoras del Servicio Canario de Salud que llevan a Aitor, que padece de espina bífida (una enfermedad que afecta a la médula espinal y crea parálisis total o parcial de las piernas y alteraciones neuropsicológicas), hasta la misma puerta de casa. Esta tarea no es fácil, el chico pesa aproximadamente, según su padre Manuel, más de 70 kilos. "Silvia coge por abajo" le dice María, mientras las dos sudan la gota gorda para transportar a Aitor hasta su casa por las estrechas escaleras del edificio. La tarea se complica, y Manuel interviene para ayudar a las chicas a subir a su hijo.
Aitor viene del colegio Capellanía de Yágabo, donde cursa el sexto curso. Allírecibe clases de matemáticas y música, entre otras. Esta última es la que más le gusta. "¡Estoy feliz con el cole!" exclama el chaval. Este día, como los demás, ya no saldrá más de casa porque sus padres no pueden bajarlo por las escaleras, debido a que no tienen ninguna facilidad para realizar esta tarea y corren el peligro de que el niño se caiga. Así ha ocurrido también durante este verano, periodo en el que, exceptuando dos semanas en las que acudió a un campamento, no ha respirado aire fresco.
La familia vive en un segundo piso, sin ascensor. Es una vivienda de protección oficial que adquirieron antes de que naciera el niño. Aunque al principio, la escalera no supuso un obstáculo para que Aitor saliese a la calle, sus padres ya empezaron a pensar en los problemas que podrían tener en el futuro, cuando Aitor creciera.Manuel afirma que desde que el chinijo tenía tres o cuatro años, se empezaron a movilizar para buscar posibles soluciones a este problema.Durante este tiempo, las posibilidades quehan barajadohan sido, por un lado, la de colocar un ascensor exterior al edificio y por el otro, la de permutar su piso con el de otro propietario de una viviendade protección oficial que tuviese un bajo. Ninguna de ellas se ha podido llevar a cabo. Según Manuel, para colocar el ascensor se necesitan unos 30.000 euros, cantidad que el Ayuntamiento de Arrecife nosubvenciona, y la familia no puede pagar.La segunda posibilidad tampoco dio su fruto, porque no llegaban a un consenso con la propietaria de la vivienda interesada en la permuta, ya que su bloque "es ruidoso" y el niño tiene una válvula en la cabeza que le duele, en el caso de que haya ruidos muy fuertes. Su madre, Dolores, lo demuestra dándole un beso en la cabeza, a lo que Aitor responde apartándole con las manos, por la molestia que siente. Acto seguido, Dolores, le pregunta por si tiene novia, a lo que él le responde con un "¡Mamá!" típico de los niños de su edad, ruborizándose, y sigue viendo Los Simpson en la televisión.
"Mi hijo está perdiendo la juventud aquí dentro"
"Mi hijo está perdiendo la juventud aquí dentro" se lamenta Manuel. A punto de cumplir los 13, a este chaval le encanta el deporte,"soy madridista a muerte". Además del Real Madrid también es forofo de la Unión Deportiva Lanzarote y muestra orgulloso su camiseta firmada por los jugadores. También, le gusta la Fórmula 1, "¡Llévame al circuito papá!" dice cuando Manuel le habla sobre este deporte, y su padre se lamenta diciéndole que si podría, lo llevaría "por todo el mundo", a lo que él le contesta sonriendo que "haríamos la vuelta al mundo en 80 días".
Aunque es difícil que puedan hacer este viaje, la familia anhela poder ofrecer a su hijo una mejor calidad de vida, por ello,solicitan a las instituciones que les concedan una solución rápida, porque el niño va a seguir creciendo y la situación yendo a peor, ya que cuánto más peso vaya cogiendo, más dificultades tendrán para subirlo por las escaleras. Asimismo, Manuel se lamenta de que entre los pisos de protección oficial haya algunos bajos que se encuentren vacíos, mientras que su familia vive en esta situación, y se enerva. "¡Esto es una vergüenza, yo me encargo de averiguar los pisos que están vacíos, quiero buscar una solución!" concluye.
Lolina Curbelo, ex concejal de Asuntos Sociales del Ayuntamiento de Arrecife, mantiene la misma opinión que el padre, al afirmar que "a Aitor se le va escapando la vida". Lolina conoce bien este caso, y en su opinión, la mejor solución es conseguir una permuta o alquilar una vivienda terrera, una casa al ras del suelo. La ex concejal afirma que la segunda posibilidad, no es del interés de los padres, ya que tendrían que vender la vivienda que poseen, para irse a una de alquiler, ante la imposibilidad económica de comprar una casa terrera. Tras las elecciones, Emilia Perdomo ha sustituido a Lolina en el Consistorio, y de nuevo se volverán a estudiar las necesidades de esta familia que necesita una solución rápida.
Jeannette sigue esperando
Aitor no es el único en Lanzarote que se encuentra en esta situación. El mes pasado se daba a conocer el caso de Jeannette, una joven de Arrecife, que por la falta de accesibilidad al edificio en el que vive, tampoco puede salir a la calle. El padre de Jeannette, Manuel, afirma que aún no ha conseguido reunir la cantidad que necesita, 14.585 euros, para colocar una silla elevadora que podría transportar a su hija desde su piso hasta la calle y al revés. Manuel ha mantenido reuniones con las autoridades políticas encargadas de los servicios sociales, y denuncia que no ha conseguido "nada".