El grupo musical Acatife, que ayer celebró su XIV Festival, distinguió con el premio Volcán de Plata a Juan Lemes Lemes. Este es el máximo galardón que se concede a hombres que trabajan por mantener la cultura y la tradición de la Isla, y Lemes es sin duda merecedor, por su contribución, de recibir este premio a toda una trayectoria.
Lemes, destacado artesano lanzaroteño y hombre mañoso por excelencia, explicó a LA VOZ que a día de hoy está preparando objetos de toda índole, tan propios de su carrera, para presentarlos en la Feria de Mancha Blanca. Este hombre, que ya tiene 72 años y toda una vida a sus espaldas, confiesa que se siente como un mozo de 25 años, lleno de ideas, energía y vitalidad.
Estudió en una Escuela Unitaria
Juan Lemes nació en el pueblo teguiseño de Tao en 1933. Hasta los catorce años estudió, al igual que la mayoría de los niños de los pequeños núcleos rurales de la Isla, en una Escuela Unitaria.
Desde muy joven se aficionó a la artesanía y a las manualidades. Todos los días durante dos años y medio el joven mozo montaba su burro para ir desde Tao a la Escuela de Artesanía de Simón Morales Tavio, en la Villa de Teguise.
El burro, aunque no lo parezca, era un medio de transporte casi de lujo en aquella época, ya que la gran mayoría de los lugareños hacían sus desplazamientos a la capital del municipio a pié. En aquella Escuela, el maestro Morales enseñaba a los muchachos a hacer el picadillo canario, aunque él mismo era famoso por sus timples, el secreto de cuya fabricación guardaba como oro en paño.
"Curioso y espabilado"
Pero allí estaba Juan Lemes, curioso y espabilado como él sólo, y tras más de dos años de clases con Morales Tavio aprendió a escondidas algunos de los trucos del gran maestro para la elaboración del timple, porque el propio artesano no dejó la receta ni a sus propios hijos, como recuerda Lemes. Habría sido una pena que el arte de uno de los mejores artesanos de Canarias se hubiera perdido en el tiempo, y a día de hoy, los conejeros han de agradecer al Lemes su interés por hacerse con el conocimiento de la maestría.
Lemes, además de celebre artesano, es también un reconocido inventor e innovador, autor del famoso timple de calabaza, que elaboró ya hace más de 40 años. Ese fue el primer experimento de una prolífera vida de inventor, y surgió casi por casualidad, o más bien por ausencia en ese momento de otros materiales.
Timple de calabaza
El timple de calabaza supuso un hito en la historia de la música tradicional canaria, y lejos de ser desechado por los artistas, sigue teniendo salida después de casi medio siglo. "Tiene un sonido más dulce que ninguno", señala el maestro Lemes, pero la alabanza a uno de sus inventos no anda lejos de la realidad.
Incluso algunas agrupaciones folklóricas lanzaroteñas, como Timbaiba, tenían uno de esos timples para sus actuaciones. Esta agrupación, la tercera en la historia de la Isla, fue organizada por el propio Lemes a su llegada a la población de La Vegueta, ya que hasta el momento sólo existían agrupaciones de este tipo en San Bartolomé y en Tao.
Guitarra de cola
También es el creador de la guitarra de cola, que elaboró en su casa junto a Domingo Corujo, famoso guitarrista conejero que luego utilizaría el instrumento en sus actuaciones por todo el Archipiélago.
En la actualidad, el maestro artesano sigue innovando e inventando, sacando adelante su singular relación con los instrumentos musicales de cuerda. Esta misma semana, como nos confesó, ha terminado un violín, pero en esta ocasión el mismo no deja de ser la versión clásica, aunque con todo el cariño y maestría que desde siempre ha caracterizado todo el trabajo de Lemes.
Feria de Mancha Blanca
Serán numerosos artilugios, instrumentos y objetos de artesanía los que presentará el teguiseño en la Feria de Mancha Blanca, desde el violín y los timples de calabaza, hasta un requinto, un carro de romería y varias carretillas. Ya en la misma Feria, el artesano mostrará a los asistentes "cómo se hace un barco", que no es ni mucho menos en miniatura, sino que medirá unos tres metros y medio.
Lemes, además de dedicar toda una vida a la artesanía innovadora, es el padre ejemplar de ocho hijos, aunque ninguno de ellos ha querido continuar los pasos del progenitor y dedicarse a su profesión. Tan sólo uno de ellos, Ricardo Lemes, se convirtió en amante del timple, aunque tan sólo para tocarlo, no para fabricarlo.
Gran maestro carpintero
Juan Lemes trabajó 22 años en el Museo de Tiagua, siendo responsable de toda la artesanía de madera que allí podemos ver hoy día. Y aún sigue haciendo algún trabajo de forma esporádica para la entidad cultural.
La maquinaria de carpintería con las que trabajaba el maestro las hacía el mismo, e incluso ahora sigue teniendo en su taller alguno de aquellos artilugios.
Es una pena que el arte del gran maestro carpintero lanzaroteño pueda perderse, al calor de las nuevas modas y el catálogo de Ikea. Hubo una época, cuando se abrió el Monumento al Campesino, que el Cabildo planteó al maestro que diera clases a los jóvenes, pero aunque Lemes aceptó gustoso, el proyecto nunca llegó a prosperar.