Fotos: Sergio Betancort.
Con la lectura del pregón en la noche de este jueves en Mancha Blanca dieron comienzo las fiestas en honor a Nuestra Señora de Los Dolores. El pregonero de este año ha sido un personaje muy querido y apreciado en Lanzarote por la buena estela que dejó durante su misión sacerdotal en el municipio de Tinajo desde el año 1.974 hasta1.980: el párroco Miguel Lantigua Barrera. Fue distinguido como hijo adoptivo de la localidad en 1985 y una de las calles lleva su nombre.
Arropado por las autoridades eclesiásticas y políticas de la Isla, además de una gran cantidad de fieles y amigos, hizo un recorrido de su estancia como sacerdote en la isla, donde no faltaron las anécdotas vividas. También hizo un llamamiento a la comprensión y a la solidaridad en estos tiempos que estamos viviendo y a ser más generosos entre todos.
Una vez finalizada la lectura del pregón, Lantigua fue obsequiado con una replica del reloj de sol que se encuentra en la techumbre de la iglesia de San Roque, con el escudo heráldico del municipio de Tinajo.
Antes de la lectura del pregón, La Voz de Lanzarote tuvo ocasión de hablar con él y de acercarse a su figura a través de esta entrevista.
-¿Cómo recibió la noticia de ser el pregonero de las Fiestas de Los Dolores?
-Pues para ser sincero ya hace varios años que el concejal Aquilino me está pidiendo que sea el pregonero. Con anterioridad mis obligaciones no me permitían acudir por cuestión de fechas y este año ya me dijo que no podía excusarme y, la verdad, es que para mí es un honor ser pregonero de mi pueblo.
-Tiene una calle en Tinajo y ha sido nombrado hijo adoptivo, ¿qué se siente cuando le distinguen de esa manera?
-Yo siento un profundo agradecimiento porque realmente es un regalo inmerecido, porque considero que no he hecho merecimiento para ello. También reconozco que no quiero que sea un regalo sólo a mi persona, sino a toda la isla. De todos modos yo siempre he considerado a Tinajo mi pueblo. Me acuerdo de todos y cada uno de mis feligreses. Del primero que enterré, de qué familia era? todo.
-¿Qué recuerdos tiene usted de las Fiestas de Los Dolores de entonces?
-Desde luego no eran como las de hoy. En primer lugar contaban con un presupuesto muy escaso. El Cabildo daba 20.000 pesetas y el Ayuntamiento daba otras 20.000 pesetas. En aquella época se consideraba el mayor presupuesto para una fiesta, ya que para las fiestas de San Roque, el Ayuntamiento daba 6.000 pesetas y para la de los Barrios, que en mis tiempos era la Vegueta, disponíamos de 2.000 pesetas. Así que ideamos las rifas y fuimos sacando un poco más de dinero y fuimos creando la fiesta.
-¿Cómo daban comienzo?
-Las fiestas comenzaban con la llegada de los cochitos que venían de Yaiza. Luego unos ventorrillos que instalaban a la derecha de la Iglesia y que eran de los que tenían los bares en lo que conocemos como la Rapadura y estaban allí una semana. Luego venían los más tradicionales como el de Rafael "el quemado" de la Santa y el de los hijos de Manuel Fernández. Lo bonito era la convivencia que se creaba en aquel tiempo alrededor de la plaza, las familias juntas, los niños a los cochitos, los mayores a los bailes. Era cuando se usaba aquellos bailes de asalto en las verbenas, las madres acompañaban a sus hijas al baile y se cobraba la entrada a los hombres. La verbena y la luchada eran los actos más fuertes.
-¿La Misa era por la mañana o por la tarde?
-Lo que existía eran misas por la mañana de peregrinos y además en aquella época la función era dentro de la iglesia. Por ello, se retiraban todos los bancos y la gente permanecía de pie para asistir. Luego la procesión era alrededor de la iglesia.
-¿Así terminaban las fiestas?
-No, quedaba el viernes de Dolores. Era una función que se celebraba el viernes siguiente, con procesión. Lo típico de aquel tiempo era también que se hacían funciones pagadas. Cualquier persona que lo deseara pagaba una función con procesión y eso suponía volver a sacar a la virgen. Siempre después del día de los Dolores.
-Pero eso cambió
-Sí, bueno, a mí no me parecía muy justo que estuviera a merced de los más pudientes, entonces instauramos que sólo se quedaría la función del día de los Dolores y la del viernes de Dolores a la semana siguiente.
-Vino de Gran Canaria, ¿conocía Lanzarote o fue una novedad para usted?
-Había estado el año anterior en una breve visita pero no podía decir que conociera Lanzarote. La verdad es que fue un cambio, diríamos, brusco, porque yo venía de estudiar tres años en Granada y dos en Madrid. El cambio de Madrid a un pueblo como el de Tinajo en el que en aquel entonces no había luz, no había agua y a las seis o siete de la tarde todo el mundo estaba en su casa? claro, el contraste fue muy fuerte pero fueron años muy bonitos, fue una experiencia inolvidable.
-¿Cuál fue su primera parroquia?
Precisamente, Tinajo. El 20 de septiembre de ese año vine destinado a San Roque, acababa de cumplir 24 años y como me decía César Manrique "era un baby".