La Voz de Lanzarote continúa publicando una nueva remesa de microrrelatos, que participan en el concurso literario de Radio Lanzarote-Onda Cero. La pasada semana se recibieron 14 nuevos cuentos que cumplen las condiciones del certamen, por lo que han entrado a concurso.
Los interesados pueden seguir enviando microrrelatos hasta el próximo 31 de agosto al correo electrónico concursorelatos@lanzarotemedia.net.
Todos los textos deben cumplir una serie de condiciones, como no superar las 100 palabras, título incluido, e incluir una historia de terror o miedo, en la que la radio también esté presente.Por participante se pueden enviar un máximo de cinto cuentos.
María
Olivia Suarez García
En las noches de verano escuchábamos la radio, pero cuando mi abuela cogía la silla y la ponía en la acera, un coro de niños y adultos se le incorporaban. Ese día tocaba un cuento de miedo, el fantasma de la pata de palo, va subiendo para comerse a los niños que no duermen, sube un escalón ya estoy cerca, subo otro escalón voy a llegar.
En la voz de mi silencio
Shadows
Solía visitar aquella casa abandonada. A pesar del miedo que me daban estas cosas allí me sentía verdaderamente a gusto. Me dedicaba a pasear por los largos pasillos escuchando la radio, mi única compañía por aquel entonces. La voz de los periodistas resonaba por toda la casa, filtrándose entre los múltiples habitáculos. Mi temor aumentaba cada vez que esto ocurría pues ni yo misma sabía con exactitud si aquellas voces que escuchaba procedían de la radio o en aquella casa ni la radio ni yo andábamos solos.
En la pared
David de la Merced
Cuando despertó supo que algo iba mal. Estaba de pie, no podía moverse y parecía estar encerrado. Abrió los ojos, la oscuridad era absoluta. Al intentar abrir la boca no pudo, estaba amordazado. '¿Estoy soñando aún?', pensó. Cuando escuchó su propia voz en la radio, se asustó y recordó que el programa lo había grabado ayer. Después escuchó moverse algo al otro lado de donde estaba. ¿Qué estaba pasando? Entonces alguien dio en la pared un golpe lleno de locura, de furia y de odio. Y reconoció la voz que le susurró: '¿Sigues ahí dentro, Juanjo? '.
El cementerio
Estrella 48
Las escasas personas que habían acompañado al féretro hasta el cementerio se estaban marchando ya.
El difunto carecía de familiares y solo se habían acercado unos pocos amigos.
Paco, el enterrador se disponía ya a tapiar el nicho, para lo cual ya tenía allí preparados todos los materiales.
Se disponía a realizar su trabajo cuando sonaron unos golpes dados en la madera del ataúd y se oyó a alguien gritar desde su interior con voz angustiada: ¡socorro! ¡sacadme de aquí! ¡socorro!.
Paco continuó mecánicamente su trabajo mientras sonaban Rolling Stones en los auriculares de su aparato de radio.
Sombras
Shadows
Yacía sentada en aquella hamaca que se mecía al ritmo del vaivén del viento. A lo lejos escuchaba el leve y molesto ruido que hacía la vieja radio. Seguía dándole vueltas a lo que había ocurrido la noche anterior. Aquella mirada perdida al final de su habitación, escondida entre las sombras que dibujaban los árboles sobre la pared. No estaba segura de lo que había visto, tampoco quería estarlo a ciencia cierta. Tan solo sabía que esa noche aquella lechuza que tanto se fijaba en ella volvería a estar presente, acompañándola una vez más, posada sobre los árboles.
Fin de emisión
Santiago Estenas Novoa
Miré el reloj con la mirada todavía turbia después de despertar. Encendí la radio para que acompañara mi insomnio el resto de la noche. No había sintonizada ninguna emisora, así que recorrí todo el dial hasta que encontrar una voz.
-Buenas noches Santiago, es usted nuestro último oyente por esta noche.
Me sobresalté al oír mi nombre en la radio. "¿Se estaba dirigiendo a mí?"
-No intente huir, tan solo postergará lo inevitable. Siéntase afortunado por haber sido elegido por el maestro.
Apagué sobrecogido la radio a toda prisa. Inmediatamente escuché unos pasos acercándose a mis espaldas.
El canto del Cisne
Graciela Rodiño Vilariño
Se despertó con una sensación de angustia. Las cuerdas le arañaban la piel de las muñecas hasta hacerla sangrar y el colchón bajo su espalda estaba húmedo y olía a sangre rancia.
La habitación en penumbras, el sonido de la radio saliendo estridentemente de un altavoz sobre la cama.
Por entre los mugrientos cristales, penetraban los destellos de la luz de un faro cual reloj de la vida anunciando la llegada de un fin. Ana sintió el miedo crecer de nuevo cuando escuchó la llave en la cerradura y supo que la tortura comenzaría otra vez.
La Quiniela
Azaroso
Caminé un trecho oscuro hasta la casa del vecino. Tenía la radio puesta.
? ¿A qué debo el honor, princesita?
?Mi madre quiere la quiniela, señor.
?Entra. Ahora la dan.
Subió la radio, me oprimió y besuqueó. Grité, pero las voces de las ondas "Caudillo, pantano, Fanfani, mafia, Kennedy, Luther King, negra preñada, Balduino, equis, Sporting, dos, Betis, uno, Osasuna" eran más fuertes que la mía. Le mordí, pero no pude zafarme de sus garras.
?Aquí la tiene, madre. Falta el Indautxu-Logroñés, suspendido. ¡Mata a ese asqueroso! Clamé.
?Hija mía, las niñas pobres tienen que saber olvidar.
Maciot, 26 de Noviembre de 1402
Vicente Alonso Hernandez
No siento mis lastimeras heridas sino el despreciable instinto humano de los que sesgaron la vida de mis hombres en Zonzamas. Rabia en el alma por la traición de Ache y angustia en mi pecho por el futuro de mi pueblo, en manos de los Europeos, se me asocian camino a Rubicón donde seré recluido junto a mi confidente Alby. Gadifer me mira junto a la ermita de San Marcial y en un ataque de cólera intenta degollarnos. La tajadura en el cuello me despierta y la radio me devuelve a Lanzarote de 2014.
Ellos
Diablillo
No sé dónde estaba, no sé cómo había llegado allí. Estaba en casa y me adormecí viendo un documental del Teatro Mercury.
Me desperté. Era una habitación pequeña, blanca, sin ventanas, sin puertas, solo un taburete negro, y sobre él una antigua radio de válvulas, con su dial redondo y los mandos a mi altura.
Exploré con mis manos todas las paredes, no había nada, no había salida. Y entonces lo supe, eran ellos, estaban aquí desde aquel 30 de Octubre del 38. Aquello fue cierto, no fue una broma radiofónica.
Gire el botón de encendido….
Freddy vuelve
Mhd
-Noticia de última hora oyentes nocturnos: la policía ha dado voz de alarma sobre un asesino esporádico. Sus crímenes no guardan relación bajo los ojos de las autoridades, pero tenemos un invitado especial que nos contará algo más. Bienvenido, forense Alberto.
-Buenas madrugadas. Tenéis que temer si conocéis a Freddy Krueger, este asesino quiere traerlo a la realidad, sacarlo de la ficción igual que Freddy salía de un sueño. Cuando menos lo esperéis, ahora mismo, podría estar quitándoos vuestras últimas caladas de aire. ¿Lo puedes sentir, Hugo?- sonríe fríamente al interlocutor y este tiembla al entender la trama.
La vie en rose
Mhd
Paseaba por Boulevard Edgar Quinet, Francia. Ella siempre creyó que cuando sentías que alguien iba detrás de ti era así. Y no se equivocaba. Apresuró el paso. Se apresuraba su respiración. Inspiraba. Espiraba. Inspiraba. De pronto se quedó clavada en el suelo al escuchar una cadena de radio sonando "la vie en rose". Estaba segura de que si se daba la vuelta no lo contaría. Espiraba. Un sudor le recorrió la nuca hasta sus adentros. Inspiraba. Espiraba. Y entonces lo sintió. Un aliento caliente en su cuello que paralizó su cuerpo. Ya no inspiraba.
Obsesión
Pseudónimo: Mhd
Querida Esther:
Vivo emborrachado de ti, de tu carmín en servilletas, de esquinas que doblabas y frecuentaba por eso de que "el amor está a la vuelta de la esquina". Te necesito para mi. Decidí seguirte a todos lados, incluso cuando ibas a la radio a trabajar y oía embriagado tu suave voz e imaginaba cómo me pedías más en la cama, que te poseyera una y otra vez. Entonces iba a más, me pedías que te pegara, y cómo disfrutabas con aquello. Pero yo más pequeña. Algún día, concederé tu deseo.
Un amigo muy cercano.
¿Sensaciones?
Mhd
Todas las noches tenía la misma sensación de ser observado, pero eso solo eran impresiones, algo normal. Una noche de tantas, durmiendo en el sofá, le pareció ver una sombra pasar tras la pared del fondo. No era la primera vez así que pensó: "serán imaginaciones". Se confió. Miró en sentido contrario a la pared, pero algo le decía que volviera a mirar. Miro al espejo de detrás y se quedó paralizado. Una sonrisa fría y unos ojos fijos lo observaban cada noche.