"Amarga distancia" se ha hecho con el segundo premio

"Cartas para que recuerdes el mar" de Yose Álvarez gana el concurso de Cartas de Amor y Desamor "Novios del Mojón"

Yose Álvarez ha ganado el primer premio de Cartas de Amor y Desamor "Novios del Mojón" con "Cartas para que recuerdes el mar". El premio está valorado en 400 euros y viajará hasta ...

25 de abril de 2013 (00:04 CET)
Cartas para que recuerdes el mar de Yose Álvarez gana el concurso de Cartas de Amor y Desamor Novios del Mojón
Cartas para que recuerdes el mar de Yose Álvarez gana el concurso de Cartas de Amor y Desamor Novios del Mojón

Yose Álvarez ha ganado el primer premio de Cartas de Amor y Desamor "Novios del Mojón" con "Cartas para que recuerdes el mar". El premio está valorado en 400 euros y viajará hasta Asturias, ya que el ganador vive en esta comunidad. El segundo premio, valorado en 200 euros, ha recaído en Alfonso Barragán, de Cádiz, con la carta "Amarga Distancia".

El fallo del jurado de esta VIII edición del concurso de cartas "Novios del Mojón" se ha leído en la biblioteca municipal, con motivo del Día Internacional del Libro. El jurado estaba compuesto por Tomás Armas, Inmaculada Bailón y Delia Isabel Betancort, que han tenido que valorar más de un centenar de trabajos. Como secretario del jurado ha actuado el cronista oficial de Teguise, Francisco Hernández.

Tras conocer el nombre de los ganadores, varios alumnos del IES Teguise y del IES Argana han leído estas cartas, que recoge La Voz en esta noticia:

Primer Premio: "Carta para que recuerdes el mar", de Yose Álvarez

"Querida Valle:

Hoy te escribo mi "carta para recordar" número 20. Ayer fue sobre el día que nos conocimos, anteayer sobre nuestro perro Otis, hoy será sobre el mar. No voy a atosigarte con muchos recuerdos más. Sólo los principales, los que merece la pena apilar en tu caja verde con la tapa de conchas. Cuando las nebulosas se te instalen en la mente y yo no esté a tu lado, tendrás cerca mis cartas contándote toda nuestra vida, para que jamás deje de ser tuya, para que nunca deje de ser nuestra.

Hoy te recuerdo el mar. En nuestras primeras vacaciones vimos juntos el mar por primera vez. Era tan inmenso? Nos quedamos sin habla, cogidos de la mano y contemplando como bobos aquella impresionante imagen que antes solo habíamos visto en postales y que ahora parecía estar allí para nosotros.

Nos impresionó el olor, aquel primer olora algas, a salitre, a rocas mojadas. La visión de la playa con los barcos surcando el agua a lo lejos, y aquel maravilloso azul que se mezclaba en el horizonte con el cielo, amalgamándolos. Tras un buen rato de contemplación silenciosa, corrimos hacia la arenay dejamos la ropa sobre unas piedras. Parecíamos dos chiquillos que descubren un secreto oculto, nerviosos, riendo y chillando sin importarnos más que aquel momento.

Nos metimos en el agua, que estaba completamente helada, pero no nos importó porque era nuestro sueño y nada iba a estropearlo. Nos zambullimos, chapoteamos, braceamos apoyando la punta de los pies en el fondo intentando nadar (aún tardaríamos años en aprender), y después nos tiramos al sol para recuperar el calor que el mar nos había robado. Tú llevabas un bañador rojo con flores blancas, yo uno de rayas azules, que habíamos comprado años antes cuando empezamos a soñar con ver el mar.

Eran nuestras primeras vacaciones en doce años de casados y habíamos estado ahorrando todo ese tiempo para poder hacer el viaje de luna de miel que no habíamos tenido. Nos miramos con la ilusión en los ojos, allí sobre la arena, y nos sentimos tan felices de compartir algo tan maravilloso, que acordamos que en un futuro viviríamos junto al mar, que aquel lugar era un paraíso por el que valía la pena luchar. Y luchamos, mi ángel, y logramos alcanzar aquel sueño tras años de esfuerzo, y hoy vivimos aquí, junto a aquella playa de nuestra luna de miel atrasada, y cada día, desde la ventana de nuestro dormitorio, puedes ver el mar y empaparte en su azul como entonces.

Y yo noto la serenidad que te transmite ese azul, aunque ya no lo recuerdes, aunque en tu mente se esfumen esos momentos mágicos que vivimos, aunque el mar sea para ti eso inexplicable que ves por la ventana.

Pero aquí estoy yo para recordártelo, para confabular esas nebulosas que te separan de nuestra realidad, para escribirte cartas con las que puedas evocar todo cuanto olvidaste, y que atesoras, sin saber muy bien por qué, en tu caja verde con la tapa de conchas.

Con amor, siempre

Tristán".

Segundo premio: "Amarga Distancia", de Alfonso Sergio Barragán

"Otro día, amor mío, otra nueva carta -la segunda de hoy- destinada a que la acoja la mar:

Escribirte cuánto siento es mi mayor consuelo. Mientras lo hago, alzo la vista de vez en cuando para seguir el rumbo de la botella que acabo de lanzar. Aún destaca como una feble huella de amor en la cresta de las olas. Me gusta verlas alejarse mecidas por el vaivén del mar. A veces, me encuentro alguna en los días siguientes varada en cualquier rincón de estas arenas que suelo recorrer con la vista fija en ese delicuescente horizonte tras el cual pienso que tu habitas. No me importa encontrármelas. Me alegra pensar que igual que ellas vuelven, tú también volverás algún día.

Que tus huellas acompañarán a las mías mientras paseamos cogidos de la mano, los niños traveseando a nuestro alrededor... Llevo tantos meses bajando a la playa, tantas botellas con mis palabras depositadas en la mar, que ya he perdido la cuenta. Tan solo me tranquiliza pensar en ti mirando hacia esa otra orilla. Tan cercana, tan distante?

En el pueblo me miran raro. Sé que muchos piensan que me estoy volviendo loca. No entienden que la esperanza es mi único consuelo. Antes me animaban diciéndome que en cualquier momento recibiría noticias tuyas, pero hace ya tiempo que no dicen nada. Solo me miran con ojos lodosos de lástima y conmiseración. Sobre todo mis padres.

Los niños preguntaban por ti todos los días. Ahora solo de vez en cuando. Pero no se han olvidado de ti. Intento que no me vean llorar, pero a menudo me sorprenden o no puedo aguantar las lágrimas delante de ellos. Karima ha crecido mucho, te asombrarías si la vieras. Saleh no tanto. Él entiende todo lo que pasa. Nada más me ve triste me abraza y me llena de besos. Me mira con esos ojos grandes y negros como los tuyos y se me revuelve el alma. Pienso que ha sido él el que ha convencido a Karima para que no pregunte tanto por ti. Yo siempre les digo que has emprendido un largo viaje pero que regresarás, veréis como sí. Pero no sé cuándo?

Lo que más me duele es no haber podido convencerte de lo mucho que teníamos, de que no necesitábamos más. Nos teníamos el uno al otro. Teníamos a Karima con su media lengüecita y su sonrisita de plata. Y a Saleh, con sus aires de hombretón. Te¬níamos sus risas, sus besos? Sé que pensabas en ellos cuando partiste, pero te estás perdiendo su infancia, compartir conmigo esos momentos que me saben amargos por tu ausencia. Me siento terriblemente sola, desamparada. A este lado del mar nadie me escucha, parece que todo el mundo se ha resignado a creer lo peor. Al otro lado del mar no se oirán mis llantos ni mis voces desesperadas cuando grito tu nombre al viento.

Todas las semanas voy al pueblo de mis tíos. Ellos tienen televisión y radio, y consiguen periódicos de España. Mi tío nada más me ver entrar se limita a mover la cabeza de lado a lado apesadumbrado. Ninguna noticia tuya o de los que contigo emprendieron viaje.

Ahora el sueño escapa de mis párpados con más frecuencia. Mi cuerpo arde bajo las sábanas buscando el tuyo en la oscuridad. Nuestra habitación es un mundo vacío, desangelado. Cuando siento que me asfixio por tu ausencia me voy al cuarto de los niños. El aliento de sus boquitas me da fuerzas y me quedo un rato junto a ellos viendo como duermen. Otras veces tengo que correr hasta la playa para que el frío de la noche calme la sed de mi cuerpo, y me sumerjo en la negritud de las aguas sintiendo el fragor del mar romper contra la arena como mi alma rompe contra tus recuerdos.

No me gusta tener que confesarte esto. Pero a menudo me puede el desaliento y te veo en el fondo del mar. Veo un túmulo de sal y algas donde tu cuerpo descansa con los ojos abiertos y los brazos extendidos como si pretendieras abrazarme. Entonces las lágrimas me queman la piel con si fuesen de cera ardiente y me dan ganas de encaminarme hacia la mar y adentrarme, adentrarme hasta que las aguas me cubran y aneguen mi cuerpo para volverme salitre y linfa y así reunirme contigo.

Pero no temas, nunca lo haré. No, por tu recuerdo. No, por Karima y Saleh?

Ahora estoy escribiéndote estas últimas líneas arrodillada en la arena. Karima y Saleh corren hacia aquí junto con mi padre. Y gritan. Gritan algo no entiendo, pero que ha hecho que mi corazón arda con fuerza al crepitar de sus voces. Tengo la botella preparada para lanzarla a este viejo mar donde en lontananza vislumbro unas velas blancas que corren veloces como la rúbrica indeleble de un esperanzador reencuentro. Los gritos de los niños y de mi padre se escarchan en mis oídos donde solo resuena tu nombre. Tu nombre embutido en mi alma como la piel a la carne?

Quiera Allah que esta sea la última carta que tenga que arrojar al mar por tu ausencia?"

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