Un dermatólogo advierte de los efectos perjudiciales del sol

"A un conejero le basta con exponerse diez minutos al sol en diez centímetros de su cuerpo"

A pesar de que el tiempo no está acompañando la Semana Santa en Lanzarote y, por el contrario, el viento y algunas gotas de lluvia están siendo las protagonistas de esta época vacacional, los efectos de la luz del sol pueden ...

12 de abril de 2009 (00:45 CET)

A pesar de que el tiempo no está acompañando la Semana Santa en Lanzarote y, por el contrario, el viento y algunas gotas de lluvia están siendo las protagonistas de esta época vacacional, los efectos de la luz del sol pueden causar estragos si la persona que se exponga a sus rayos no se protege la piel. Muchos son los que buscan el sol y la playa para tostarse y volver a casa morenos, pero la exposición tan repentina y larga al sol acarrea serios problemas de salud.

El coordinador del Grupo Español de Fotobiología, José Manuel Carrascosa, afirmó recientemente en "Radio Lanzarote" que, no obstante, la radiación solar es "fundamental para la vida porque aporta la síntesis de vitamina D, que tiene un papel importante en el sistema inmunológico". Eso sí, recordó que para conseguir esta vitamina, los conejeros sólo deberían de tomar diariamente diez minutos de sol en diez centímetros de su cuerpo, es decir, o en la cara o en las manos. "Con eso basta y se puede lograr sólo caminando por la calle", indicó.

Este grupo de trabajo, que se fundó en 1978 y que cuenta con un equipo multidisciplinar formado por dermatólogos, químicos, farmacéuticos y ópticos, entre otros, se dedica a analizar los efectos de la luz del sol sobre la piel humana. Proyectos científicios, investigaciones y reuniones son algunas de las actividades de la asociación que, además, es líder en los protocolos de cáncer de piel. "Educamos a los chavales en la fotoprotección y en el manejo de la fototerapia", anunciaba Carrascosa.

Todo ello, para conocer más el sol y para rechazar algunos de los mitos que se han creado sobre el astro. "En el agua el sol no pega, si soy muy moreno no me hace falta protección, me pongo bajo la sombrilla y ya está" son algunas de las leyendas a las que se agarran las personas que, por encima de todo, quieren tostarse la piel. "Todo esto es una imaginación, mitos que no corresponden a la realidad", aseguró Carrasosa, quien además advertió de que el sol no sólo causa quemaduras, sino que sus efectos son mucho más perjudiciales.

"La acción solar tiene varios espectros de radiación. Los ultravioletas B, por ejemplo, causan la quemadura pero, sin embargo, existen otros que penetran en profundidad en la piel, y aunque no provoquen un efecto visible, incrementan la posibilidad de sufrir cáncer de piel", explicó. "El problema es que muchos de los efectos los tenemos a largo plazo y la población no le ve causa-efecto a la exposición solar y se despreocupa", matizó.

"El sol no sólo viene del cielo"

"Un estudio de realizaron profesionales de este grupo demostró que la radiación ultravioleta no viene sólo del cielo, sino que rebota en elementos como la arena blanca. Aunque estemos debajo de la sombrilla, la luz nos acaba llegando igual. Ocurre lo mismo bajo el agua", indicó.

Porque no todas las personas están preparadas de igual manera para tomar el sol. Así, un conejero resiste más los rayos solares que un noruego, que no tiene la piel acostumbrada a esta exposición. "Cuanto más clara es la piel, menos melanina hay y, por tanto, más riesgo, no solo a corto sino también a largo plazo. La gente que viene una semana o quince días a Lanzarote y quiere volverse moreno como sea a su país cometen un grave error. La exposición intensa y breve al sol se relaciona con el melanoma, que es el cáncer cutáneo más mortal", explicó el doctor.

Carrascosa insistió, asimismo, que es necesario acudir al dermatólogo periódicamente para revisar los lunares de la piel. "Es normal tener lunares, un adulto debería tener entre 20 y 30, pero no tiene por qué saber si son buenos o malos", afirmó, al tiempo que insistió en que los profesionales de la piel evalúan las características de cada lunar. Eso sí, los más peligrosos son los que tienen más de 6 milímetros, son irregulares y tienen síntomas asociacidos como picor o inflamación.

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