"En esta comisaría se espera mucho, antes y después de conseguir el número del turno", se quejaba una de las mujeres que aguardaban, este lunes, 16 de julio, en una de las dos rampas exteriores para renovar su Documento Nacional de Identidad en la comisaría de policía de Arrecife.
Aunque durante los últimos meses muchas han sido las reclamaciones de los ciudadanos por las largas esperas en la comisaría, sólo una persona se hacía cargo este lunes de la renovación del documento, y otra de la tramitación del pasaporte. "De las cuatro personas de la plantilla, dos están de baja y otro está de vacaciones", explicaba uno de los que sí que ocupaba su puesto esa mañana.
"Da la sensación de que no hay nadie dentro trabajando", decía una mujer en la cola, "o que les ha llegado el momento del café", afirmaba otra indignada, después de que la fila estuviese parada tras haber pasado casi 45 minutos desde que entrasen las seis últimas personas.
Ante los reclamos de los integrantes de la cola, un escueto: "Dentro está todo lleno, señora" en tono poco amigable, fue la única respuesta del agente vestido de uniforme que se encargaba de organizar la situación.
Niños que correteaban y se revolvían, personas mayores que se cubrían la cabeza del sol, además de una mujer embarazada subida en la barandilla de la rampas exteriores, era la estampa, de esa mañana de lunes, ante las puertas de la recién inaugurada comisaría de policía. Todos ellos aguardaban a que el agente dijese su número y así terminar la espera bajo el sol, que a media mañana ya comenzaba a apretar.
Una espera de tres horas
De las personas que ese día tenían la intención de renovar la documentación, la mayoría estuvieron esperando mínimo tres horas fuera del edificio con el número en la mano. Pero después de ese tiempo, todavía quedaba más. Tras entrar en la sala del edificio donde se realizan las gestiones administrativas, había que añadirle aproximadamente 30 minutos más de espera, hasta que el número aparecía finalmente en el contador colgado en la pared y la persona interesada era atendida.
La mayoría de las personas había madrugado para coger uno de los números que habían comenzado a repartirse a partir de las ocho de la mañana. Era un día laboral y una gran parte de ellos debían acudir a su puesto de trabajo a primera hora. "Yo he madrugado un poco más de lo normal para poder tener uno de los primeros números y así poder llegar a trabajar a una hora prudencial", explicaba un chico joven que había llegado a las 7:30 de la mañana y fue atendido poco después de las 10:30. Nayra no fue tan madrugadora y a las 8:30 cogió el número 40 de la segunda ronda. Eran las 12:45 cuando finalizó la tramitación. "Al menos podían indicarnos una hora aproximada según nuestro número", se quejaba una chica joven sentada en el bordillo. Nadie le había avisado, cuando lo recogió a primera hora de la mañana, que su turno llegaría tres horas más tarde. Ella, como muchos otros, había debido esperar toda la mañana de pie en las puertas del edificio para poder renovar su DNI.
No todos esperan lo mismo.
Las suspicacias comenzaron cuando, después de varias horas esperando, ya dentro del edificio, un agente vestido de uniforme había entrado por la puerta, acompañado por un hombre. Tras intercambiar algunas frases con la administrativa que se ocupaba de la renovación del pasaporte, al agente se le había oído decir en voz alta, "no hace falta que se lo deis en el momento, puede recogerlo mañana". Acto seguido, el acompañante tomó asiento en la mesa contigua, ante las miradas indignadas de los demás que esperaban, y en menos de cinco minutos ya había rellenado el formulario. "Aquí todo funciona por enchufe", decía una de las mujeres que aguardaban su turno. "Se cuela todo el mundo", comentaba otro de los presentes. "Si conoces a alguien entras rápido y si no, esperas más de lo razonable porque el orden de los números es muy relativo", decía con sorna. A lo largo de la mañana, también algunas de las personas que habían perdido su turno al no estar presentes en el momento de la llamada pudieron entrar antes, saltándose el orden. Pero esas excepciones no se daban con todo el mundo, "depende un poco de lo que decida el policía de la puerta", exponía una de las mujeres a la puerta.
"La organización es un poco caótica y además el trato no es lo agradable que debiera", apuntaba un hombre mayor recostado sobre una de las columnas. Algo en lo que también coincidía David, que opinaba que los dos agentes que se encargaban de organizar el tránsito de personas "son un poco bordes". El chico había sido respondido a gritos, cuando sólo pedía información sobre los horarios para renovar su documento. Si el demandante de información es extranjero, "las formas son aún peores", explicaba el hombre mayor.