La Voz de Lanzarote se sumerge en las aguas del acuario más grande de Canarias, el Lanzarote Aquarium de Costa Teguise en el que conviven especies marinas de todo el mundo

Una intrusa en el acuario

Dividido en 33 tanques de agua, este acuario situado en la localidad turística de Costa Teguise, cuenta con una pecera de 220 metros cuadrados, denominada Grandes Mares. "Aquí es donde vamos ...

8 de diciembre de 2007 (10:35 CET)
Una intrusa en el acuario
Una intrusa en el acuario

Dividido en 33 tanques de agua, este acuario situado en la localidad turística de Costa Teguise, cuenta con una pecera de 220 metros cuadrados, denominada Grandes Mares. "Aquí es donde vamos a entrar", señala la bióloga Marta Sanegre que vestida con un traje de neopreno indica la gran vitrina que delimita el tanque más grande del acuario.

Desde el otro lado del cristal, sus moradores, ejemplares de tiburón de punta negra, tiburón nodriza, una pastinaca y una manta raya, entre otros peces endémicos de los fondos marinos de canarias, parecen volar recorriendo las dimensiones de su hogar submarino con su rítmico compás de branquias y aletas. Conscientes de los ojos curiosos que miran atentos hacia la iluminada pecera se muestran exultantes paseando frente a la vitrina sabiéndose los jefes de su territorio acuático.

El saludo de la pastinaca

Zambullirse en el agua, como lo hacen prácticamente a diario las cinco biólogas que se encargan de mantener y construir este acuario, no es una tarea fácil. El limitado espacio, en el borde del tanque, para colocarse los accesorios del traje de buceo, como la voluminosa y pesada botella de aire, hace incluso más complicado mentalizarse del atrevido baño entre tiburones que está a punto de producirse. Más incluso, si con el ruido de las pisadas en las escaleras anexas al tanque de agua, la gran pastinaca o manta marina ha creído que era el momento del almuerzo. En cuestión de segundos, la parte delantera de la gran manta, sobresale de la pecera precedida por una improvisada ola de agua. El susto se compensa con el tacto de la cabeza del "chucho" de grandes branquias, suave y resbaladizo.

"Los animales se han acostumbrado a que nuestra presencia en los aledaños del tanque interior significa comida", asegura Arrate que ríe divertida por las reacciones de sus protegidos animales de las profundidades. "Pero no te preocupes que ya han comido" añade la joven bióloga para tranquilizar a la novata del buceo en acuarios. Minutos después, una manta raya imita a la grande e intenta asomar la cabeza. En realidad, parecen incluso dóciles.

Una casa bajo el agua

Con todo listo para la inmersión, comprobadas las boquillas de aire del traje de buzo y sentadas sobre una gran roca en el interior de la pecera, sólo falta colocarse las gafas de buceo y descender. Por instinto de supervivencia, lo primero que se hace apenas tocas el suelo arenoso del acuario es mirar en todas direcciones para localizar los ejemplares más respetados: los tiburones. "Besitos" y "Hanibal", como han decidido en llamarles al tiburón nodriza y al punta negra que en ese momento circulan sigilosos por el tenue ambiente bajo el agua.

La sensación de saberte en territorio ajeno es confirmada a medida que pasan los minutos al sentir la mirada escrutadora del punta negra que en giros rápidos se mueve de un lado a otro del tanque. En realidad, todos observan al ajeno, "Besitos", el tiburón nodriza, también va y viene frente a mi y de vez en cuando desaparece para volver a salir de la grieta de una de las rocas que intentan ambientar lo "más fielmente posible" las condiciones con que estos seres cuentan en su hábitat natural, el mar abierto.

Limpieza submarina

"Los tanques de un acuario necesitan una limpieza constante para que los animales se encuentren lo más a gusto posible", explica una de las biólogas, y ese es uno de los motivos por los que habitualmente deben sumergirse en los tanques. Los más de un millón de litros de agua que forman el Lanzarote Aquarium no pueden vaciarse para limpiar, por ello, el lavado se hace con el agua y sus inquilinos dentro. En ocasiones la pequeña manta-raya también echa una mano en las tareas pegándose completamente al cristal y se desliza de arriba abajo como si limpiara. Equipadas con una ventosa de mano para pegarse al cristal, las biólogas se turnan para limpiar la ventana de agua que permite que lo que en la naturaleza esté separado por kilómetros de distancia, en el acuario, le separe un material sintético transparente de tan sólo 20 centímetros de grosor aproximadamente que permite observar esta muestra de la vida bajo el mar.

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