Con las manos atadas por su situación de preso, Carlos ha movido, como ha podido desde Tahíche, todo el proceso y ha denunciado a todos los implicados en la venta del piso, incluido a Enrique Pérez Polo, notario que dio fe de la transacción y, según el demandante, "extralimitó el poder" que no permitía ese tipo de venta.
Ahora, mientras espera que le concedan el tercer grado, utiliza sus días de permiso cada mes y medio para intentar acelerar el proceso porque asegura que ha perdido su seguridad para afrontar su futuro.
De película
Ingresó en la cárcel de Tahíche en enero de 2005 y previendo sus limitaciones por estar encerrado concedió un poder notarial a su ex pareja, que quiso que fuera limitado, para que actuara en su nombre. A los pocos meses, cuando un familiar entró en la casa que Carlos tenía en Argana Alta para recoger algo de ropa y llevársela a la cárcel, unos nuevos inquilinos recibieron estupefactos la entrada de la persona. A partir de esta escena, se enteró del "negocio" de su ex pareja que había abonado los 48.000 euros que restaban para liquidar la hipoteca y había desaparecido con el dinero.
Desde la cárcel ha tenido que descifrar lo ocurrido ya que, en principio, ese poder notarial no daba potestad para vender "bienes inmuebles".
El poder
En noviembre de 2007, Carlos obtuvo su primer permiso y aprovechó esos días de libertad para personarse en el despacho de Pérez Polo y exigir explicaciones. Cuenta que el notario comenzó justificándose porque decía que el poder no era "claro", pero que finalmente reconoció haber "cometido un fallo" y optó por derivarle al seguro de la Notaría. "Estas cosas pasan", reproduce Carlos lo que asegura que le contestó Enrique Pérez Polo. "Por eso hay seguros".
El demandante, que manifiesta haberse sentido indignado por esta reacción, se puso en contacto a través de su letrado con Mapfre, la empresa aseguradora. El Jefe de Siniestros de la compañía ofreció 100.000 euros para "cerrar el asunto", y Carlos estaba dispuesto a aceptarlos por la urgencia de tener "algo de dinero" para costearse sus estancias. Pero cuando la empresa tuvo conocimiento de que había interpuesto la demanda, según Carlos, se retractó y prefirió esperar a la celebración del juicio. Un tiempo, que el demandante asegura que no tiene.
Los temores a los notarios
A través de su abogado, Carlos desde la prisión de Tahíche ha podido recopilar toda la documentación, pero tuvo que pasar más de un año y medio, hasta abril de 2007, para que pudiera presentar una demanda, porque asegura que ningún procurador quería inmiscuirse en un caso donde se cuestiona el trabajo de un notario. "Mi abogado me ha contado que a él le retiran la mirada en los Juzgados por estar en este caso", asegura.
Afirma que el letrado de Carlos tuvo que remitir un escrito al Colegio de Procuradores de Las Palmas para que les asignaran un procurador y que tuvieron que imponer uno de turno obligatorio para que Carlos pudiera ejercer su derecho a denunciar.
Interpuesta la denuncia contra su ex pareja, contra Enrique Pérez Polo, contra la línea de crédito que financiaba la hipoteca, contra la inmobiliaria y hasta contra la pareja que reside actualmente en la vivienda, porque según Carlos "no se sabe quién es quién en todo esto", los últimos datos que tiene Carlos del caso son de mayo de 2007 cuando el Juzgado de Primera Instancia Número 8 de Arrecife inició las diligencias.
La ausencia de la palabra
La secretaria del abogado de Carlos tiene claro dónde se ha producido la confusión del poder notarial. El notario Pedro Botella y Carlos convinieron realizar un poder que estuviera limitado en la venta de casas. Con este acuerdo se tachó la palabra "inmuebles" en el escrito de un poder general, según ha podido constatar La Voz que ha tenido acceso al poder original. Así lo firmaron en la misma cárcel de Tahíche, según relata Carlos.
Pero cuando se trascribió el escrito a limpio no constó la tachadura del término "inmuebles", sino que simplemente se omitió la palabra. Según le han explicado a Carlos cualquier notario sabe interpretar la ausencia de esta palabra que significa que no se puede permitir que la persona que asume el poder venda un "inmueble", pero la transacción se produjo igualmente.
Sin capacidad de maniobra
Carlos no da crédito a todo lo que le ha ocurrido, y siente que su causa se agrava por su situación de preso. Afronta lo sucedido con impotencia porque su condición de condenado provoca "desconfianza" en el resto, porque desde Tahíche no tiene capacidad de maniobra, porque asegura que enfrentarse a un notario "no es fácil", porque no tiene residencia para pasar sus días de permiso, ni patrimonio para despegar cuando salga de prisión.
Se siente ignorado y no encuentra otra salida que hacerlo público, "hasta donde haya que llegar. A nivel nacional si es posible", asegura. Este miércoles, Carlos regresó a Tahíche a la espera de que en su siguiente permiso tenga una solución "un problema" del que no es responsable.