-Dos días antes de su dimisión, usted confesaba a La Voz que había pensado renunciar a su cargo, pero que no lo hacía por responsabilidad política. ¿Qué pasó entre el lunes y el miércoles para que se produjera ese cambio de opinión?
-No ha pasado absolutamente nada. Sabía que no debía dimitir, pero a mí se me hacía una situación insoportable personalmente. La dimisión es un acto personalísimo, igual que lo es la aceptación del cargo, y a mi modo de ver eso no es ni debería ser sometido a ningún juicio de nadie. Yo debía atender a mis propias convicciones y, para evitar tener cualquier tipo de presión o idea de dar marcha atrás en mi decisión, mi única posibilidad era presentar directamente mi dimisión durante el transcurso del pleno, porque así es oficialmente irrevocable.
- ¿Y en qué momento exacto sintió que no podía más y tomó esta decisión?
- El mismo día en que presenté la dimisión. No tenía argumentos para explicarles a los ciudadanos, a las personas con las que me relaciono, cuál era el papel que estábamos manteniendo en San Bartolomé. No podía seguir soportando esa situación. Igual que me debo al proyecto y a los compañeros, también me debo a mi mismo, a mis convicciones e incluso a mi salud.
-¿Y no le preocupa haberle devuelto temporalmente la mayoría a Miguel Martín?
- Me preocupa la situación que se crea en el Ayuntamiento, pero también me preocupaba la que había antes. Yo consideraba que debíamos mojarnos e intervenir por el bien del Ayuntamiento y del municipio, pero la asamblea de Alternativa Ciudadana decidió que no. Yo no he sido capaz de convencerles de lo contrario, así que ahora que el nuevo concejal o concejala que me sustituya, que acuerde con la asamblea qué es lo que tiene que hacer. De todas formas, Miguel Martín ya estaba gobernando igualmente, porque no supimos o no quisimos quitarle de ahí.
-¿Su dimisión como concejal implica también abandonar Alternativa Ciudadana?
-De momento sigo siendo miembro de Alternativa Ciudadana, salvo que los compañeros quieran expedientarme. Yo no creo que haya motivos pero, si alguien entiende que sí los hay, para esos casos existe la comisión de garantías democráticas. Si llegara ese caso, será esa comisión la que tenga que resolver.
-¿Por qué no le dijo a nadie de Alternativa Ciudadana que pensaba dimitir, y tuvieron que enterarse por los medios de comunicación?
-No lo hablé con nadie porque sé lo que hubiese pasado. Hace un año, por razones bien distintas traté de dimitir, y los compañeros me dijeron que tenía que desistir de esa idea y que era preciso que continuase. Pero esta vez no quería dar marcha atrás.
-¿Pero no es cierto que hay un malestar con algunos de sus compañeros de Alternativa, que le acusaban de haberse saltado el mandato de la asamblea, porque estaba trabajando desde la oposición junto al PSOE y los concejales del CCN y el PNL?
-Quien critica critica sin mucho sentido. Creo que hay una especie de contradicción en los compañeros que dicen eso, porque entonces no entiendo cómo pretendían gobernar desde la oposición. Lo que no podemos es ser más papistas que el papa. Para quitar la porquería a veces hay que ensuciarse las manos, y para eso uno tiene que mojarse y bajar a la arena. Yo no creo haber traicionado los principios de Alternativa Ciudadana. La dinámica en la que estaba inmerso nos hacía tener que dialogar con otras personas, con otros partidos, para llevar cosas consensuadas al pleno. Lo contrario era dejar que el grupo de gobierno siguiera jugando. Ellos sí son un grupo y, si no poníamos otro grupo enfrente, no sé cómo se juega este juego.
-¿Sentía que el grupo de trabajo de Alternativa Ciudadana en San Bartolomé estaba siendo observado con lupa por parte de la asamblea del partido?
-Que me miren con lupa me parece bien, no me preocupa. De eso se trata Alternativa Ciudadana, de que los cargos públicos responden a una mayoría, y nosotros acatamos esa mayoría. Otra cosa distinta es que algunos compañeros se dediquen a hacer comentarios poco adecuados en los medios. Es verdad que uno de nuestros principios es la libertad de expresión, pero yo, como cargo público de Alternativa Ciudadana, siempre me he limitado a hablar de San Bartolomé. Nunca he hablado de otra institución salvo en el lugar donde me corresponde, que es en las asambleas.
-¿Le ha decepcionado, le ha desgastado el funcionamiento de Alternativa Ciudadana?
-No, yo no estoy decepcionado con Alternativa Ciudadana. Creo que es un proyecto muy interesante, pero es muy joven y tiene muchas deficiencias. Quizá hemos querido ser muy democráticos. Cada persona un voto y la mayoría manda. No caímos a lo mejor en que cosas como la asamblea local, los grupos de trabajo, tuvieran más o menos autonomía. Todas las cuestiones de pactos y mociones de censura corresponden a la asamblea general. ¿Fue un error? A lo mejor no y ésta es la mejor forma, pero desde luego yo hoy agradecería que los estatutos fuesen de otra manera y dieran más autonomía a los grupos locales. El problema es que, aunque a lo mejor nos equivocamos al hacerlas, las reglas son las que son y si no las cumpliera no sería un demócrata, pero ser demócrata a veces es muy fastidiado.
-¿Cree que esto es sólo el principio de la división a la que se puede enfrentar Alternativa Ciudadana tras las próximas elecciones, cuando una vez más haya que hablar de si entran o no en pactos?
-Será un debate intenso y duro. Evidentemente la decisión la tomará la asamblea en función de cómo quede el panorama político, pero creo que estamos en política para intervenir, para hacer cosas. Las estamos haciendo, yo no digo que no, pero se puede hacer de muchas maneras. Si en una situación como la de San Bartolomé no nos estamos mojando lo suficiente, no sé si los ciudadanos lo van a entender, y en el 2007 podrían pasarnos factura.