Mucho ruido y pocas nueces. Los vecinos y la Junta Directiva de la Sociedad Altavista se han reconciliado, tras apenas una hora de reunión. "Borrón y cuenta nueva" por el bien de la Asociación "Padre Claret", han manifestado.
De esta manera se mostraban los representantes de ambas partes, incluido el presidente del colectivo, Blas Cedrés, al término del encuentro que han mantenido en el Ayuntamiento de Arrecife, tras las protestas vecinales y las duras acusaciones que responsabilizaban a Cedrés de haber "secuestrado" el edificio de la sede. Este viernes han olvidado los motivos por los que más de 150 personas el pasado martes salieron a la calle a protestar por la situación de la Asociación.
Ninguna de las partes ha querido hacer mención a los acontecimientos que derivaron en el enfrentamiento que han tenido vecinos y presidente durante estos años y que se hicieron públicos esta semana. Después de hablar y conciliar posturas, el conflicto es para ellos el resultado "de malentendidos". Blas Cedrés ha calificado el encuentro de "amistoso y cordial" y asegura que a partir de ahora "trabajarán juntos".
Todavía no se ha decidido si se mantendrá la actual Junta Directiva. Lo valorarán el próximo martes a las ochos de la tarde, y ya en la sede de la Asociación, en una asamblea en la que están convocados todos los vecinos y futuros socios. El presidente ha pedido disculpas a todos, "por si he cometido algún error", ha dicho, "pero sólo he trabajado por el bien de la sociedad".
Conflicto olvidado
El pasado martes, varios concejales mediaron en la revuelta vecinal que sacó a más de cien residentes del barrio de Altavista a la calle, para hacer públicas sus protestas por la gestión de la actual Junta Directiva de la Asociación Padre Claret, especialmente de su presidente, Blas Cedrés. Le acusaban de hacer "negocio" con el edificio y de no permitir a los vecinos participar en las actividades.
La sede de la Asociación, que se encuentra en la calle Claret, ha sido construida por todos los vecinos en un solar que fue donado por Doña Librada. Se trata, de hecho, de una sociedad privada. Por este motivo, todos los residentes se sentían "indignados" porque actualmente no podían realizar actividades en el local, según denunciaban, donde durante décadas ha sido el centro cultural del barrio.
Blas Cedrés se apresuró a desmentir todas las acusaciones y aseguró que cuando se hizo cargo de la presidencia en 2003, la actividad del centro había disminuido, tenían deudas, una cuenta embargada y el local estaba abandonado. Sostiene que tenía firmados convenios con el Ayuntamiento para realizar actividades y que no entendía "la reacción de los vecinos".