Tenía tan sólo un par de días de vida, cuando entró por primera vez a la ermita de Los Dolores, en Mancha Blanca, para ser bautizado. "Probablemente haya sido uno de los romeros más jóvenes de Lanzarote", asegura Manuel Díaz Rijo, que vuelve este 14 de septiembre al templo para convertirse en el pregonero de las fiestas más significativas de Lanzarote. "Siento mucho orgullo", indica este hombre, que aunque reside en Madrid guarda una estrecha relación con la isla y también con el municipio de Tinajo, ya que nació en La Vegueta. "Acepté ser pregonero, porque no me podía negar. Nunca diría que no a ser pregonero de Los Dolores", señala emocionado este ingeniero naval, que logró un histórico hito para Lanzarote: llevar el agua potable a los hogares de la isla.
Díaz Rijo se define así mismo como "un inventor". No le gustan los grandes reconocimientos, pero admite que haberse convertido en el pregonero de Los Dolores "es un privilegio". "Tengo una gran relación con esa ermita, tengo mucho respeto hacia La Virgen porque la siento cerca", afirma. Manuel Díaz Rijo ofreció un pregón "emotivo", en el que recordó el milagro de la patrona de Lanzarote. "Las generaciones siguientes deben saber por qué la Virgen es nuestra patrona, conocer lo que ha sido aceptado como un milagro cuando paró la lava y ser conscientes de por qué peregrinamos hacia Mancha Blanca", indica.
Díaz Rijo recuerda aquellas primeras peregrinaciones, cuando "poquita gente" caminaba hacia la ermita. "Tengo en mi memoria a algunas personas con sus vestidos típicos llegando a Mancha Blanca, pero no recuerdo mucho más", explica. Y es que este conejero se marchó de la isla cuando acabó la Guerra Civil española, en 1939. "Se cerró el Instituto de Arrecife por falta de medios. No había otro centro educativo en la isla y mi padre, que era secretario del Cabildo, pidió un traslado para que pudiéramos estudiar. Se lo concedieron a Orense, en Galicia, y allí nos fuimos junto a mis dos hermanos", señala.
Posteriormente, la familia se trasladó a Madrid, donde Díaz Rijo comenzó el bachillerato y, años más tarde, emprendió sus estudios como ingeniero naval en la única escuela que existía en España y que precisamente se ubicaba en la capital. Desde la península y sin olvidarse jamás de su tierra, Díaz Rijo aprovechó sus estudios para investigar sobre la posibilidad de potabilizar el agua del mar para llevarla hasta los hogares de Lanzarote, donde hasta la década de los 60 ni siquiera contaban con este producto básico. Era un barco "cisterna" el que llegaba regularmente a la isla para que los ciudadanos pudieran consumir agua potable.
El origen de la potabilizadora
"Cuando acabé la carrera, me quedé en Madrid como profesor de la escuela, porque me dieron la cátedra en física y mecánica de fluidos. También empecé a enseñar en un instituto de investigación naval. Allí es donde realmente comencé a recibir información sobre plantas potabilizadoras", indica. "Sin agua no se podía hacer nada. En los años 60, España empezó a desarrollarse y a abrirse al turismo y Lanzarote no se podía quedar atrás. Por ello, creo que fue la ocasión propicia para intentar que mi proyecto funcionara", indica el pregonero.
La idea surgió después de que Díaz Rijo conociera que en grandes barcos se estaba empezando a fabricar agua del mar para el consumo humano. "Utilizaban sistemas rudimentarios que eran muy costosos. Este proyecto no se podía trasladar directamente a Lanzarote, porque necesitábamos que el agua fuera barata para que pudiera ser asumida por la entonces humilde población de la isla", señala.
A este ingeniero se le ocurrió unir la producción del agua a la producción de la electricidad. "El agua se convertía así en una especia de subproducto de la electricidad", explica. Se trasladó a Lanzarote para realizar el anteproyecto y, tras recibir una información de plantas potabilizadoras de EEUU, observó que su proyecto "era viable". "Me trasladé a EEUU, a Nueva York. Me puse en contacto con la firma Westinghouse Electric. Debatimos todos los puntos del proyecto y llegamos a perfilar cuál era el sistema óptimo para el Lanzarote de aquella época", señala. Era el año 1961.
Poca confianza en su proyecto
A Díaz Rijo le faltaba lo más importante, el dinero. Necesitaba que las instituciones públicas le financiaran la construcción de la planta potabilizadora. Pero no lo consiguió, porque fueron muy pocos los que confiaron en su iniciativa. "Fue muy difícil que la gente creyera en mi idea. Al principio esto era una gran novedad. Nadie creía con seguridad que fuera cierto. Todo el mundo tenía la esperanza y el deseo, pero nadie la seguridad. Oficialmente el único que me apoyó fue el alcalde de Arrecife, Ginés de la Hoz, que tuvo fe. Decía que en la situación en la que estábamos había que apostar porque mi proyecto tuviera éxito. Sin embargo, el presidente del Cabildo, que entonces era José Ramírez Cerdá, no estaba de acuerdo. Era más responsable, más cauto, menos atrevido. Él apostaba por otro proyecto que había en Famara sobre perforaciones en el macizo para obtener agua", rememora.
Sin dinero público para llevar a cabo este importante proyecto, Manuel Díaz Rijo no se dio por vencido y creó la empresa Termolanza, con 50 millones de pesetas de capital. Con este dinero, construyó la red de distribución, que en un primer momento llegó hasta Arrecife. Pero es que este ingeniero logró también que "los americanos financiaran la parte de la instalación de la potabilizadora", al tiempo que él "mejoraba la red eléctrica" de la isla. "Incluso inauguramos el primer alumbrado público de Lanzarote, en Yaiza, cuando la isla estaba a oscuras", rememora.
El gran día
Todavía recuerda emocionado el momento en el que un barco americano llegó hasta el puerto de Los Mármoles con las piezas de la potabilizadora. "Esto se produjo a principios del año 1962. Estaba todo el mundo en el puerto, era como una gran fiesta, una gran novedad. Vino hasta el gobernador civil. Y el barco se retrasó más de un día y medio. La gente me miraba con incredulidad. Creo que no me creían, que pensaban que ese barco no llegaría jamás", relata.
Estas máquinas potabilizadoras se instalaron en Punta Grande, donde actualmente está ubicada la empresa Unelco. Mientras se montaba la planta, se fue construyendo la red de distribución de agua hacia Arrecife que, posteriormente, se extendió al resto de la isla.
Fue en la primavera del año 1965, sin ningún tipo de inauguración especial, cuando la empresa de Díaz Rijo informó "a viva voz" a los ciudadanos de Arrecife de que "ya podían abrir los grifos". "Demostré algo muy importante y es que el mar es un grandísimo embalse para la obtención del agua. No podemos renunciar a que el agua sea fuente de nuestro suministro", afirma a día de hoy este ingeniero naval, al que ahora Lanzarote reconoce por haber logrado que el producto más básico llegara hasta sus hogares.
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