El organismo que agrupa a todos los agentes sociales se propone elaborar una nueva estrategia a largo plazo para fomentar el desarrollo sostenible

Lanzarote apuesta por un cambio en el modelo turístico

Lanzarote pugna por seguir siendo uno de los estandartes del país en la firme apuesta por el desarrollo de un nuevo modelo turístico, asentado en la contención del crecimiento de la planta alojativa, el fomento de nuevos ...

7 de octubre de 2005 (22:51 CET)

Lanzarote pugna por seguir siendo uno de los estandartes del país en la firme apuesta por el desarrollo de un nuevo modelo turístico, asentado en la contención del crecimiento de la planta alojativa, el fomento de nuevos proyectos en los ámbitos de turismo cultural y deportivo, y una decidida política de calidad que logre atraer a la Isla a los visitantes con mayor poder adquisitivo.

La necesidad de elaborar una nueva estrategia a largo plazo para garantizar un modelo competitivo sin renunciar al mantenimiento de la singularidad paisajística e identidad cultural de Lanzarote se desprendió de las palabras de Fernando Prats en el Consejo de la Reserva de la Biosfera celebrado ayer en el salón de plenos del Cabildo.

Principales líneas de trabajo

Durante la sesión, el prestigioso arquitecto urbanista encargado, además, de elaborar la segunda revisión del Plan Insular Ordenación Territorial (PIOT), informó a los miembros del Consejo sobre las principales líneas de trabajo en el período 2005 - 2007, hasta el final de la presente legislatura.

Esas líneas son tres, pero sin duda, y así lo señalo el mismo Prats, la más importante y compleja se refiere a la elaboración de un nuevo modelo turístico, una nueva estrategia a largo plazo, pensada para los próximos 15 o 20 años.

Como explicó el arquitecto, "las políticas desarrolladas en 1991 son insuficientes". El turista ha evolucionado de forma extraordinaria en los últimos cinco o diez años, así que tiene que cambiar por fuerza el modelo de desarrollo turístico, para mantenerse entre los destinos más competitivos.

En el caso de Lanzarote, la dificultad añadida estriba en el firme compromiso de todo el mundo, agentes sociales, políticos, empresarios y toda la sociedad en general, en mantener la singularidad paisajística y los valores naturales, así como la identidad cultural, de la Isla.

Frenar el crecimiento

En 1991 la sociedad conejera apostó con decisión por frenar el crecimiento de la planta alojativa de la Isla, siendo casi el primer destino de sol y playa de España en hacerlo.

Entonces se decidió que bastaría con elaborar unas normativas sencillas y contundentes, además de concienciar a todos para que se entendiera a la Isla como un organismo vivo y unitario, lo que sorprendentemente se ha conseguido. Asimismo, la calidad de las instalaciones fue una de las premisas del Plan en aquellos comienzos de la década de los noventa. Pero a día de hoy, a ojos del equipo redactor del PIOT, las intenciones de entonces ya nos son suficientes.

Prats explicó a los asistentes los nuevos retos que tiene que afrontar Lanzarote. Por supuesto, una mayor sostenibilidad y una mayor contención de crecimiento son dos de los pilares fundamentales del nuevo modelo, pero también la calidad de vida de la población entra esta vez en la fórmula.

El arquitecto quiso dejar claro que lo fundamental es identificar ocho o diez problemas claves para darles salida y prioridad absoluta. Lanzarote no puede quedarse al margen de los cambios que están acaeciendo en todo lo que rodea el motor económico de la Isla. Así se podría resumir el mensaje de Prats.

Una de los asuntos que más preocupa a todos es el crecimiento demográfico de la Isla, al que por motivos obvios no se puede poner coto. Es importante, en cualquier caso, tener algún modelo de previsión y conocer la composición de la sociedad.

Por otra parte, el propio freno al crecimiento se hace cada vez más duro de llevar a la vida. Como dijo Prats, "hemos llegado al núcleo duro del diamante", pero no vamos a renunciar a nuestros objetivos.

Alternativas al sol y playa

Lanzarote no puede seguir con el desarrollo del turismo de sol y playa y debe fomentar alternativas que atraigan hasta la Isla de los Volcanes a un turismo con mayor poder adquisitivo, para sin renunciar la rentabilidad no se ponga en peligro la integridad y la identidad del territorio.

En este sentido, "debemos buscar la singularidad", comentó Prats. Aunque a algunos les pueda resultar sorprendente, los expertos en la materia de todo el país ponen a Lanzarote como ejemplo de un turismo sostenible. Tan sólo Menorca puede presumir de destacar en este aspecto.

El responsable de redactar la revisión del PIOT señaló la importancia vital de estimular la llegada del turismo deportivo y de los centros comerciales abiertos. El arquitecto abogó también por el proyecto de La Marina de Arrecife y por la rehabilitación del centro histórico de la capital. También la recuperación de "joyas" como Las Salinas del Janubio pueden ser un excelente ejemplo de la apuesta del Consejo de la Reserva.

"Hay que pasar de la cultura de crecimiento y bajos precios a la cultura del valor añadido", sentenció el que fuera asesor en urbanismo de la Fundación César Manrique.

Los problemas del área metropolitana de Lanzarote, que fue definida como el triángulo que forman Arrecife, Playa Honda y San Bartolomé, donde se concentra cerca del 80 por ciento de la población de la Isla, y el conocimiento de la biodiversidad del entorno marino conejero serán otras prioridades en los próximos dos años.

Planes Parciales

Para conocer los límites de crecimiento de la Isla hay que conocer antes la capacidad alojativa. En este sentido, según Prats, en Lanzarote existen unas 117.000 plazas entre las regladas y no regladas. Concretamente, las camas no regladas corresponden a las segundas residencias, con lo que no entran en las estadísticas oficiales de crecimiento. Según las estimaciones del equipo urbanístico, unas 60.000 plazas entre residenciales y turísticas pueden ser construidas para llegar al límite, aunque podrían ser más. Así, en cuanto a esta línea de trabajo, el objetivo del Consejo será neutralizar al menos unas 25.000 camas turísticas, así como reducir el techo de crecimiento en un 50 por ciento.

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