La situación de las empleadas puede quedarse, de nuevo, al margen de la ley, ya que no están dispuestas a perder poder adquisitivo para cotizar. "De esa manera, no se conseguirá dignificar este trabajo", afirma una abogada
Es una ley para "dignificar" el trabajo de la mujer en casa. Al menos, así la presentó el Gobierno, que esperaba "colas" de empleadas del hogar dándose de alta en la Seguridad Social. Pero no ha habido colas, y tampoco se esperan. La actualización del Régimen Especial de Empleados del Hogar no ha sentado bien ni a los contratados ni a los contratantes. A unos, porque no podrán mantener lo que cobran por hora "si al empleador le supone un mayor coste". A otros, porque "no pueden asumir costes como si de una unidad productiva se tratase", según explica la abogada laboralista, Alma María Perdomo.
Todas las señoras que realizan la limpieza en un hogar, el cuidado de niños o de ancianos, deberán estar dadas de alta antes del 30 de junio, fecha en la que se culmina el plazo de adaptación a la nueva ley, que empezó a surtir efecto desde el 1 de enero de este año. De momento, no son muchas las que lo han hecho y parece que no van a ser muchas las que lo harán.
La normativa ha cambiado sustancialmente, pero fundamentalmente en un punto. "Antes, no hacía falta dar de alta a la empleada si sólo venía unas horas a casa. Ahora, desde la primera hora es obligado darla de alta y cotizar en proporción a su sueldo", explica Alma María Perdomo, que la semana pasada ofreció una charla en Arrecife para explicar esta reforma. A las jornadas acudieron unas 30 personas, "la mayoría de ONG's, para luego ellos poder informar". Tan sólo fueron tres trabajadoras, pese a que su vida laboral cambiará con esta nueva ley.
Y es que con la anterior normativa, era la empleada la que, si trabajaba en varias casas, podía darse de alta en la Seguridad Social, llevando un control y un registro de sus horas de trabajo. "Ahora es el empleador el que tiene que darla de alta. El que está obligado es el empleador, no la empleada", afirma Alma María Perdomo. Por tanto, es el contratante el que se enfrenta a una inspección laboral en su casa, a una multa y a la obligación de darle de alta en la Seguridad Social.
Perder salario
La situación de las empleadas del hogar puede quedarse, de nuevo, al margen de la ley. "Nosotras no queremos perder dinero, porque bastante poco cobramos. Si voy a trabajar una hora a una casa, no me compensa darme de alta. Es absurdo", opina una empleada del hogar, que trabaja en la zona de El Cable, en Arrecife. Varias trabajadoras de esta zona ven muchas "lagunas" en esta normativa, aunque a algunas no les afecta, puesto que están dadas de alta desde hace tiempo. "Claro, porque trabajamos ocho horas, entonces estamos dadas de alta. Así compensa, tanto a ti como al que te contrata. Pero por una hora, es que nadie lo va a hacer", asegura otra trabajadora, vecina de Arrecife.
"Algunas temen que sus empleadores no puedan asumir la Seguridad Social y que, por tanto, prefieran no tenerles en casa. Otras no están dispuestas a que se les reduzca el salario. Entonces, ¿qué solución queda?", se pregunta la abogada laboralista.
El papel del empleador
Para el empleador, la situación también cambia bastante. Por ejemplo, si la empleada gana al mes 80 euros, porque trabaja unas horas en una casa, el contratante deberá pagar unos 21 euros de Seguridad Social mensual. Por su parte, a la trabajadora se le descontarán casi cuatro euros de esos 80 euros.
En el caso de que gane 50 euros al mes, el contratante deberá pagar hasta 17,5 euros de Seguridad Social mensual, mientras que a la trabajadora se le descontarán algo más de tres euros. "Esta regulación ha tenido tan poca acogida que creo que ya están pensando en la modificación de la norma", indica Alma María Perdomo.
"A todo esto yo le veo un problema: cotizar desde la primera hora lleva una carga al empleador, que sólo lo puede soportar reduciendo el precio por hora que está dispuesto a pagar a la empleada de hogar, con el límite mínimo dispuesto por la norma, que es de 5,02 euros por hora. Pero, frente a eso, está la empleada que no quiere perder poder adquisitivo. Ésa es la batalla y la regulación del mercado. A uno le costará más y el otro deberá bajarse el salario para llegar al acuerdo, o bien obviarán la norma y no se conseguirá la dignificación pretendida con la reforma", indica Perdomo.
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