Todos los testigos y el propio agredido exculpan al implicado, mientras que la acusación sostiene que los declarantes han sido presionados para cambiar en algunos casos el sentido de sus testimonios

El fiscal pide cuatro años de prisión para un vecino de Haría por una supuesta paliza

La mañana de ayer ha estado cargada de juicios en el Juzgado de Primera Instancia e Instrucción número dos de Arrecife, donde la Audiencia Provincial de Las Palmas ha celebrado seis sesiones judiciales, cinco por delitos contra la ...

20 de octubre de 2005 (22:44 CET)

La mañana de ayer ha estado cargada de juicios en el Juzgado de Primera Instancia e Instrucción número dos de Arrecife, donde la Audiencia Provincial de Las Palmas ha celebrado seis sesiones judiciales, cinco por delitos contra la salud pública y uno por un delito de graves lesiones.

Los hechos del juicio por lesiones que se ha celebrado ayer se remontan a la noche del 24 de junio de 2000, cuando en las fiestas de San Juan de Haría, un grupo de jóvenes, entre los que supuestamente se encontraba el acusado, propinó una salvaje paliza a Tomás R., sufriendo el agredido rotura de seis dientes y una conmoción cerebral.

Tres acusados

En un principio los acusados eran tres, pero uno de ellos falleció en un accidente de tráfico. Por otra parte, otro de los implicados, Jonathan G., se retiró de la sala de audiencias porque se demostró que en el momento de los hechos era menor de edad, ya que tenía 17 años. El Ministerio Fiscal se mostró de acuerdo con los argumentos de la defensa y el caso del joven será transmitido a la Fiscalía de Menores para que tome las medidas oportunas.

De esta forma, el único implicado que quedó para ser juzgado en el banco de acusados fue Juan Francisco B., trabajador de la estación depuradora de Haría y luchador canario.

Una pena de cuatro años de prisión

La Fiscalía solicitó a su señoría que al acusado se le impusiera una pena de cuatro años de prisión, además de una multa de 4.800 euros y las costas judiciales.

Juan Francisco B. se levantó del banquillo para dar su versión de lo sucedido, declarando que cuando se dio cuanta de la paliza que se estaba llevando Tomás R. apartó a la gente para ayudarle, y lo levantó en brazos para sacarlo de la pelea. Señaló el principal implicado que conocía al padre de la víctima y por eso decidió ayudar al chico.

No obstante, la acusación insistió en la culpabilidad del acusado, y entonces empezaron a entrar los testigos en la sala, de uno en uno.

El primero en testificar fue el propio Jonathan, que textualmente declaró que "Juanillo no estaba allí".

Acto seguido entró en la sala el agredido, Tomás R., que sorprendentemente declaró, nada más comenzar, que no conocía de nada al acusado, y que ni siquiera lo había visto nunca, a lo que la acusación respondió con incredulidad. Asimismo, aseguró Tomás R. que no sufre ningún tipo de secuela. Ni los abogados defensores de Juan Francisco B. esperaban una declaración tan favorable a sus intereses.

Incongruencias

Pero entonces comenzaron las incongruencias. En la audiencia entró para testificar el principal testigo de la acusación, Carlos. Ya desde el principio se mostró muy inseguro de identificar al acusado, manteniendo una larga mirada dirigida a Juan Francisco B., al que finalmente reconoció como "El Piojo de Arrieta".

Resulta que al día siguiente de la paliza, Carlos declaró en la guardia civil que había visto a Juan Francisco B. propinar golpes al agredido, acompañado de otros compinches, al menos tres más. Sin embargo, y para sorpresa de todo el mundo, el testigo se retractó ayer de sus afirmaciones iniciales sosteniendo que ya no está tan seguro si la intención del acusado era ayudar a Tomás R..

Llegado el turno del abogado, éste preguntó a Carlos si sufría perdidas de memoria y si además padecía alguna enfermedad mental que le obligara a tomar medicamentos, a lo que la respuesta del testigo fue positiva, desvirtuando prácticamente el único argumento acusatorio de la Fiscalía.

Otros tres testigos

Tras la declaración de Carlos, uno por uno fueron entrando en la sala otros tres testigos, entre ellos el padre de Tomás R.. Los dos primeros, que se encontraban en el lugar de los hechos, declararon que el acusado ni siquiera estaba por allí, lo que luego fue aprovechado por la acusación. En este sentido, el fiscal señaló que los testigos han sido manipulados y temen por su seguridad, por lo que ha cambiado la declaración de Carlos. Además, el hecho de que ninguno de los asistentes viera a Juan Francisco B. en las inmediaciones de lo sucedido, demuestra, según la acusación, el miedo de los interrogados, ya que el propio "Piojo" reconoció que presenció el altercado.

Por su parte, la defensa solicitó la absolución del acusado, al no haber pruebas recriminatorias contra su persona.

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