Fue detenido hace cuatro semanas estando en la cárcel, protagonizando un capítulo con pocos precedentes en la historia judicial española. Estaba en el módulo de enfermería y los agentes de la UCO y la secretaria judicial irrumpieron allí con una orden del magistrado del Juzgado de instrucción Número 5 de Arrecife, que les autorizaba a registrar la "morada" del líder del PIL. Es decir, su celda y los posibles espacios o taquillas que pudiera tener dentro de ese módulo.
"Reventaron la celda", explicaba uno de los funcionarios de prisión, señalando que "la pusieron patas arriba" en busca de pruebas comprometedoras que arrojaran más luz sobre la presunta trama de corrupción destapada en la isla, y de la que supuestamente Dimas era el cabecilla.
Tres días después pasó a disposición judicial, pero no fue hasta el sábado cuando realmente se vio cara a cara con el juez y el fiscal. Pero poco después abandonó los Juzgados de Arrecife tras haberse negado a declarar. Y lo hizo para seguir cumpliendo la condena por el caso del Complejo Agroindustrial, pero también como preso preventivo en el marco de la Operación "Unión", imputado por los delitos de cohecho y tráfico de influencias.
Sin embargo, tres semanas después, el líder del PIL cambió de idea y, al parecer, él mismo pidió comparecer de nuevo en los Juzgados, esta vez sí, dispuesto a declarar. A primera hora de la mañana del pasado lunes salía de la prisión de Tahíche para ser conducido primero a los calabozos de la sede judicial y, después, ante el magistrado y el fiscal. Sobre el mediodía, Dimas regresaba a prisión, donde ya había una orden para trasladarle fuera de la isla, a un centro penitenciario de Tenerife.
Si lo sabía o no antes de decidirse a hablar con el juez, o qué objetivo buscaba exactamente con su cambio de actitud, de poco sirvió. Al día siguiente, el líder del PIL abandonaba Lanzarote para, por primera vez, empezar a cumplir una condena fuera de la isla, concretamente en la cárcel de Tenerife II.