Los pinchazos telefónicos, el análisis de la documentación incautada e incluso las confesiones de algunos de los imputados han permitido a los investigadores acreditar un buen número de delitos relacionados con el pago y el cobro de sobornos en los últimos años. Y cada uno es de muy distinta naturaleza.
Las escuchas telefónicas de la primera fase del caso, centrada en hechos que se estaban produciendo, arrojó cifras económicas en metálico, de mayor o menor cuantía en función de cada caso. Sin embargo, en este segundo operativo policial, bautizado como "Jable", en el que la mayoría de los hechos investigados se remontan a años atrás, no fue posible grabar conversaciones ni interceptar intercambios de maletines.
Ahí, lo importante ha sido el rastreo de documentos que permiten acreditar determinados pagos que, según los investigadores, son sólo la pequeña punta de lo que pudo ser un gran iceberg. Y es que aunque hay cosas que sí han dejado huella, es mucho más difícil acreditar las entregas del dinero en metálico que pudiera haberse movido en aquel momento en supuestos sobornos.
Sin embargo, sí se han localizado pagos de viajes y de facturas de todo tipo, además de un gran número de regalos. Incluso uno de los imputados, concretamente el gerente de Urbaser, Jacinto Álvarez, habría dejado constancia escrita en su particular agenda personal de presentes a un buen número de cargos públicos y políticos, y que incluyen relojes de lujo o viajes y billetes de avión. Ése, entre otros documentos, están siendo actualmente analizados por los agentes de la UCO, en busca de nuevos rastros de lo que consideran que pudo ser un sistema de corrupción generalizada.