Betancort felicita a Los Diabletes de Teguise tras obtener la Medalla de Oro de Canarias

El presidente del Cabildo de Lanzarote se muestra "muy orgulloso de cómo Teguise ha mantenido viva la herencia cultural y patrimonial de la historia de la isla y de Canarias"

1 de junio de 2024 (08:25 CET)
Oswaldo Betancort junto a Rita Hernández (d) y Olivia Duque (i) en la entrega de la Medalla de Oro a Los Diabletes.
Oswaldo Betancort junto a Rita Hernández (d) y Olivia Duque (i) en la entrega de la Medalla de Oro a Los Diabletes.

El presidente del Cabildo de Lanzarote, Oswaldo Betancort, felicita a Los Diabletes de Teguise por la Medalla de Oro de Canarias recibida este 30 de mayo en el acto institucional celebrado en el Teatro Pérez Galdós de Las Palmas con motivo del Día de Canarias.

En el marco de los Premios Canarias, el Gobierno presidido por Fernando Clavijo, reconoce así a Los Diabetes como expresión y tradición arraigada, “que se entrelaza con la cultura y la magia, en un despliegue de celebración y folclore, producto de la mezcla de creencias autóctonas, influencias castellanas y connotaciones brujeriles que se gestaron a partir del final del siglo XV".

“Es un gran honor para Lanzarote que Los Diabletes hayan recibido tal distinción, porque es una de las manifestaciones culturales con más historia y relevancia de Canarias”, expresa Betancort. “Mis más sinceras felicitaciones a toda la familia de Los Diabletes de Teguise, que mantienen vivas nuestras preciadas tradiciones y nuestra herencia patrimonial y cultural”, añade.

“Personalmente, dado mis lazos con el pueblo de Teguise, es un orgullo que hayan sido distinguidos con este galardón que es buena muestra de la voluntad del Gobierno de Canarias de reconocer y dar a conocer al resto del mundo nuestro acervo cultural, y también garantizar que Los Diabletes y otras tradiciones sobrevivan al paso del tiempo y se transmitan a las nuevas generaciones”, matiza, recordando el motivo de este premio: 

Una de las tradiciones más antiguas de Canarias

Los Diabletes de Teguise son una de las tradiciones más antiguas de Canarias. Su origen procede de sus danzas competitivas, rituales y festivas de los antiguos mahos, danzas cuya musicalidad reflejaba un claro paralelismo con las danzas berberiscas. 

Los lanzaroteños celebraban así la recolección de las cosechas, fiesta en que la danza era la principal manifestación y el macho cabrío, el símbolo de la virilidad y la fuerza para los mahos.

En los rituales, sus vestidos y máscaras estaban relacionadas con este animal, llevaban una piel que cubría la cabeza y por la espalda llegaba hasta el suelo. Cabra y macho cabrío representaban la fuente de su supervivencia. De la cabra obtenían leche y carne para alimentarse, pieles para sus vestidos, tendones para cocerlos, y hasta los cuernos servían para romper la tierra para la siembra, incluso en sus rituales funerarios se hacían sacrificios de cabras, para que sus pieles acompañaran al difunto.

Sus lugares de actuación estaban situados en la zona central de la isla, Jable, Tahiche y Malpaís y, sobre todo, en la mayor población aborigen, la Gran Aldea. El siglo XV supone para los danzantes de Lanzarote una inversión de rituales; se integran en las nuevas fiestas cristianizadas de la Gran Aldea. Con los conquistadores llegan los franciscanos quienes, desde su ubicación en el primer oratorio de la isla situado en Famara, adquieren un destacado protagonismo en la incipiente actividad de la Gran Aldea. La Fiesta de Corpus se convirtió en festividad por excelencia cristiano. La representación principal de esta fiesta era la lucha entre el bien y el mal; actos que hacía años que ya se habían teatralizado en la vieja Europa.

Los franciscanos supieron aprovechar los fundamentos culturales de los danzantes y los aplicaron al culto cristiano, así el bien era su propio Dios y el mal lo representaron en los danzantes lanzaroteños. El Cabildo General de Lanzarote establecido en la Villa de Teguise, asumió la responsabilidad de estas fiestas, nombrando diputados para que se encargaran de las mismas. Además del dinero que aportaba el Cabildo para los gastos de las fiestas, entre cuyos gastos estaba el pago a los Danzantes, también se recaudaba dinero de los gremios y cofradías que participan en la procesión.

La necesidad de mano de obra hace llegar Lanzarote en la primera mitad del siglo XVI, gran cantidad de moriscos y negros. Los esclavos realizaban los trabajos más duros de la agricultura y ganadería. El encuentro de los danzantes de Lanzarote con los negros y moriscos hizo más rica la manifestación cultural de la fiesta de Corpus. Junto a los danzantes lanzaroteños, aparece el esclavo negro tocando el tambor (el tamborilero) y ya en el siglo XVII la fiesta de Corpus logra su máximo esplendor, y los danzantes reciben el nombre de Diabletes. 

Los Diabletes participaron en la fiesta de Corpus hasta finales del siglo XVIII, en que fueron prohibidos por la iglesia, pasaron luego a las fiestas de Carnaval, cambiando su vestido de piel por el de lino y muselina y su careta, de macho cabrío a la de un buey.

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