La FCM señala los daños que las jaulas marinas pueden provocar a los ecosistemas de Lanzarote

La Fundación César Manrique presenta alegaciones contra la instalación de puntos para la acuicultura en el litoral de la isla, promovida por Yaizatún

14 de marzo de 2024 (18:08 CET)
Actualizado el 14 de marzo de 2024 (18:21 CET)
Vista del litoral de Puerto del Carmen
Vista del litoral de Puerto del Carmen

La Fundación César Manrique ha presentado este jueves alegaciones al proyecto de la empresa Yaizatún SA para instalar jaulas marinas en el litoral de Lanzarote entre La Bufona (Arrecife) y la playa del Barranquillo (Tías). 

La FCM ha resaltado que esta iniciativa, que plantea el cultivo de 9.000 toneladas de atún, lubina y dorada al año, se proyecta sobre un espacio de sebadales o praderas submarinas. Estas plantas son fundamentales para el desarrollo de la vida marina, sumideros de dióxido de carbono  y productores de óxigeno. Además, son el alimento de las tortugas marinas. 

Tal y como ha expuesto la Fundación en sus alegaciones, los sebadales sufren "fuertes regresiones" en las aguas canarias a causa del impacto del ser humano. Incluso forman parte del Catálogo Español de Especies Amenazadas, en la categoría de vulnerable. 

Parte del proyecto de Yaizatún SA para la instalación de jaulas de engorde en el litoral de Lanzarote se plantea en la Zona de Especial Consevación de Sebadales de Guasimeta, protegida desde el año 2010 como parte los espacios de la Red Natura 2000. 

Esta ZEC protege tanto "las propias praderas, como su hábitat potencial, es decir, donde pudiera desarrollarse su recuperación". Así pues, la Fundación ha advertido que "cualquier actuación humana" que dañe los sebadales recogidos dentro de ella infringirían la legislación. 

Además de su afección a los sebadales, la FCM ha recordado "los impactos que la acuicultura offshore produce sobre el medioambiente costero". El aumento de los nutrientes derivado de los peces enjaulados provoca cambios en el entorno, daños a los sebadales y "la reproducción de especies oportunistas". 

Así pues, ha resaltado que en el engorde de atún atlántico requiere cebo vivo y supone además la entrada de más "materia orgánica" a la columna de agua. Así pues, también ha resaltado que "incluso las distancias mínimas, entre los 300 y los 500 metros, pueden ser insuficientes" por los efectos que la materia orgánica pueden tener sobre ellos. 

La Fundación ha indicado que la instalación prevista por Yaizatún "no solo viola esta distancia mínima de seguridad, sino que el propio polígono se asienta sobre un hábitat potencial para las praderas marinas en la ZEC Sebadales de Guasimeta. 

"Debe evitarse cualquier acción o intervención que pueda afectar negativamente esta ZEC Marina, tal y como podría suponer una actividad contaminante como es la acuicultura", defiende la FCM. 

Por estos motivos, la FCM ha recordado a las instituciones que los sebadales (Cymodecea Nodosa) no pueden afectarse, ni tampoco su hábitat o el ecosistema que los conforman, al tiempo en que ha pedido ser "aún más precavidos" con posibles afecciones para evitar la regresión de las praderas. 

Así pues, la Zona de Especial Conservación marina Sebadales de la Guasimeta es un hábitat natural de interés comunitario compuesto por bancos de arena cubiertos permanentemente por agua marina poco profunda que presenta una tendencia negativa a su evolución. Lo mismo ocurre con la pradera marina Cymodecea Nodosa, que está en retroceso, pero se desconocen las causas. 

Sobre las consecuencias negativas de la acuicultura marina, la Fundación ha destacado el "escape de peces de los cultivos". Los temporales, accidentes, errores en el manejo de las jaulas o los actos de sabotaje ponen hacen que estas especies se escapen y puedan afectar a las especies autóctonas de las islas. Esto ocurre, por ejemplo, con el caso de las lubinas. 

Además, las instalaciones acuícolas también generan un efecto llamada para los peces salvajes, aprovechando el excedente de materia orgánica. En concreto, provocan "alternaciones en la distribución y el comportamiento de los tiburones y las rayas, de la familia de los Elasmobranquis y muchas de ellas en la lista roja del IUCN.

Entre las especies afectadas está el tiburón ángel o angelote, recogido en el Catálogo Español de Especies Amenazadas como en peligro de extinción. El angelote tiene especies más abundantes en las islas orientales, sobre todo en el litoral entre Tías y San Bartolomé. 

Además, bajo las jaulas marinas también llegan los tiburones sedosos, cobrizos, martillo y el chucho negro, el chucho amarillo, el chucho de clavos, el águila marina o el obispo e incluso la tortuga boba. La Fundación ha destacado que estas jaulas "alteran la distribución y comportamiento de las especies y, posiblemente, aspectos funcionales del ecosistema litoral".

Así pues, en las alegaciones presentadas en el proyecto también ha hecho hincapié en "la alteración relevante" que genera sobre el paisaje, al estar situada frente a los núcleos poblacionales, como ocurre en Playa Honda y en la isla en general. En esta línea, ha recordado que Lanzarote tiene estatus de Reserva de la Biosfera. 

Para concluir, ha resaltado el impacto que tiene sobre el uso del litoral, pudiendo contaminar el agua para el baño de las playas de Matagorda o la Guasimeta, entre otras. Mientras que han resaltado que podría afectar al sector pesquero convencional.

Asimismo, ha destacado el consenso social en contra de su instalación. 

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