EL PLAZO PARA PARTICIPAR EN EL CERTAMEN CONCLUYÓ EL 31 DE AGOSTO

El Concurso de Microrrelatos de Radio Lanzarote se cierra con 70 nuevas historias y récord de participación

En total se han recibido 222 cuentos. El veredicto del jurado se dará a conocer a finales de septiembre 

5 de septiembre de 2018 (11:06 CET)
El Concurso de Microrrelatos de Radio Lanzarote se cierra con 70 nuevas historias y récord de participación
El Concurso de Microrrelatos de Radio Lanzarote se cierra con 70 nuevas historias y récord de participación

El Concurso de Microrrelatos de Radio Lanzarote-Onda Cero se ha cerrado con récord de participación. Un total de 222 historias se han recibido en esta octava edición que rinde homenaje al bicentenario de la novela 'Frankenstein o el moderno prometeo' de la escritora británica Mary Shelley. Ahora, el jurado decidirá a los tres ganadores y los siete finalistas, un veredicto que se hará públIco a finales de septiembre. 

El plazo para presentarse al concurso concluyó el pasado 31 de agosto y en la última semana se recibieron más de 70 nuevos cuentos. No obstante, del total de microrrelatos recibidos desde que se abrió el certamen, alrededor de una veintena han sido excluidos al no cumplir las normas de participación. Los relatos se han ido publicado por orden de recepción en La Voz de Lanzarote y leyendo en el espacio 'Lectura en la Radio' de Radio Lanzarote-Onda Cero

La propuesta en esta ocasión era imaginar la continuidad de la historia, siguiendo el texto desde el momento en el que el Dr. Frankestein "saltó por la ventana del camarote a la balsa que flotaba junto al barco. Pronto las olas lo alejaron, y se perdió en la distancia y en la oscuridad".

Como en ediciones anteriores, la extensión máxima de los relatos tenía que ser de 100 palabras, incluido el título, y la radio debía formar parte de la historia. Cada autor podía enviar un máximo de cinco relatos, que podía firmar con pseudónimo, aunque siempre indicando un nombre y un teléfono de contacto. 

Del fallo del certamen se encargará un jurado formado por periodistas de Radio Lanzarote-Onda Cero y La Voz de Lanzarote. El ganador del primer premio se llevará una estancia de dos noches para dos personas en régimen de media pensión en el hotel Vik San Antonio, mientras que el relato que se alce con el segundo premio obtendrá una table Billow de Tiendas AHL Informática, con pantalla de 10, 1", 64 b, 1GBDD3, 16 G de memoria, Android 7.0 y wifi dual 2.40. El tercer premio será un pase familiar (hasta cuatro personas) con comida incluida al Rancho Texas Lanzarote Park. 

 

Sin Título


8,30, emisión en RADIO LANZAROTE- ONDA CERO de la siguiente noticia:

La próxima edición de Frankestein o el moderno Prometeo, editada por el Cabildo Insular de Lanzarote, contiene un EPÍLOGO hallado en la librería de viejo del bouquiniste monsieur Rouget:

"La estancia veraniega se hacía cada vez más insoportable. Con sonido entrecortado y trepidante, lluvia, frío, viento y fuertes tormentas sacudían Villa Diodati. Miré hacia el lago Lemán. Vislumbré a la criatura en la balsa. Tres segundos. La espuma de la creciente ola lo engulló. Acepté el reto de Lord Byron porque sentí que debía crearte... Mary Shelley".

 

Cerillas


La balsa atravesaba las gélidas aguas impulsada por las olas.

La criatura lloraba por su creador, derramando lágrimas que mezclaban triunfo y desolación. No le había mentido a Walton, sólo restaba su propio sacrificio. Remó con hacia el norte y no paró hasta que encontró tierra. Allí, como había prometido formó una pira funeraria y preparó su final.

Tenía la cerilla ya encendida cuando una nota llegó a su oído. Siguiendo la melodía encontró una radio abandonada y descubrió que la voz arrojada por aquel aparato también era capaz de paliar su sufrimiento. Arrojó al mar las cerillas.

 

Epílogo


Mary apaga la radio en cuanto termina el relato. Se asoma a la bahía de Galway y suspira ante el recuerdo de esa historia de antaño. Siente compasión por aquel monstruo al que no permitieron ser humano. Cae el atardecer. Solo quedan ella en su ventana y un pescador de regreso.

Desea que alguien hubiera tendido la mano al monstruo, pues ella conoce cuánto pesa la soledad. Como ahora, al estremecerse cuando el pescador no se desvía al camino del pueblo. Toma el sendero hacia ella. Se hace grande, desproporcionado... y Mary pasa los cerrojos de su ventana.

 

Frankenstein


Había oído la noticia de pasada en la radio, pero hoy el jefe de redacción me ha pedido que escriba la historia de ese hombre encontrado en mitad del océano.

Ahora, mientras espero en un pasillo del hospital en el que está en observación, me pongo al día antes de entrevistarlo: que lo encontraron en una balsa, demacrado y pálido, en shock, que está lleno de cicatrices y aún no ha pronunciado una palabra, que? es entonces cuando veo una imagen suya y, no sé por qué, recuerdo el libro que terminé de leer justo ayer.

 

Sin Título


Los meses siguientes recorrí la costa preguntando a pescadores y fareros si habían avistado una balsa gobernada por un hombre llegar a tierra, no atreviéndome a describirles con detalle al maligno ser que yo había creado. Nadie había visto nada. Transcurridos años, la radio dio una noticia sobre desapariciones de barcos en lo que llamaban el Triángulo de las Bermudas. Un marinero, único superviviente de un terrible naufragio, narraba la aparición de un demonio con forma humana surgido de las aguas. No dude un instante que se trataba de él y presto me hice a la mar en su busca.

 

Verdadera creación


Irrumpió en el estudio de radio doscientos años más tarde.

- Grrr. Busco a Mary Shelley.

 

Imperecedero


Aceptando el fallecimiento de su creador, un oscuro sentimiento se apoderó de él. El susurro de la muerte lo perturbaba. Abrumado, comenzó una ardua búsqueda. Descarto las cuestionables formulas alquímicas y guiado por un rumor en la radio, viajo a Nueva York. En la mansión de ladrillos rojos, en la calle catorce Oeste, encontró lo que andaba buscando. Atravesó el umbral guiado por el intenso olor a humedad y amoniaco. Allí estaba el doctor Muñoz, con quien compartía un aterrador vínculo. Fue amable, y dejo que escribiera su última carta. Después, le arrebato el aire frio.

 

Anhelada armonía


Y huyó a tierras altas, se alejó de la perversión humana y alcanzó un lugar idílico donde fue acogido y aceptado, no por su aspecto y su turbio pasado, si no por su espíritu puro e inquebrantable. Ya no resonaban en las emisoras de radio la incesante búsqueda del "demonio". Ahora lucia el hábito de un monje, de un gran monje.

 

Sin Título


Todos desconocen de dónde provenía, el porqué de su aspecto extraño y de su piel desfigurada, pero la radio hablaba de él como el mejor jugador de baloncesto en la década de los años 20.

 

Sin Título


Aquella mañana mientras escribía un documento histórico escuchaba la radio de repente la música cesó para dar un teletipo de última hora. Deje la pluma encima del papel porque no podía creer la noticia.

Un hombre en plena oscuridad salto desde el camarote de un barco al mar.

Cuando las luces del alba alumbraban salieron buzos para encontrarle pero las olas escondieron el cadáver de aquel hombre que en realidad era El famoso monstruo de Frankenstein. Me quede pensando ¿Cómo el mito terrorífico había escapado de un barco en alta mar?.

 

Sin Título


El monstruo vagó largo tiempo por el hielo hasta quedar congelado en una grieta profunda. Muchos años después, una mujer esquimal ciega se acercó. Quiso contar su descubrimiento al mundo, pero la radio no funcionaba; estaba incomunicada. El calentamiento global descongeló nuevas esperanzas para el monstruo que se sintió renacer. El amor surgió cuando la mujer palpó su fuerte constitución. Supo que sería su idóneo compañero. Vivieron juntos desde entonces alejados de toda civilización.

 

Sacrificio


Rememoró a Víctor, su creador, sin rencor alguno; después se arrancó la radio que llevaba incorporada, y la arrojó al negro mar. Aseguró a sus adentros no volver a aquel lugar que le había repudiado.

Se propuso soportar sobre sí todo el mal del mundo. Imaginó las hermosas tierras fructíferas, hombres y animales en paz bajo un sol espléndido, y amores nacientes al abrigo de la luna.

Prometió vagar por los océanos procelosos siendo odio puro, y crear de esa materia un nuevo continente vedado para el ser humano.

Salvo que este volviera a morder la manzana.

 

Sin Título


Permaneció en la balsa atormentado por los fantasmas de Víctor, Clerval, la familia de Lacey o Elisabeth.

Sólo reclamó una pizca de ternura que le negaron aquellos cadáveres hipócritas disfrazados de hombres.

Se volteó y se vio reflejado en decenas de ojos inocentes y sin párpados que miraban sin juicio ni miedo.

Se volteó dejándose caer.

Los peces sí le merecían.

"El cráneo encontrado hoy es humano de más de un siglo de antigüedad y pertenecía a un sujeto que sufrió tortura y graves malformaciones" fue la primicia lanzada por el noticiero de radio el día de año nuevo.

 

Sin Título


"...y se perdió en la distancia y en la oscuridad".

En la lejanía se distinguían las notas de la sonata que sonaba en la radio.

La Criatura se aferró a la muerte, tanto, como antes lo había hecho a la vida.

Se dejó caer y, mientras contemplaba la superficie alejándose, la Luna penetraba el océano iluminando la penumbra.

Entró en el túnel, el mismo que atravesó cuando su corazón recibió la descarga de la vida.

Luz infinita.

Recuerdos. Los de ésta vida; la última mirada, la primera; el contacto de la piel...

Y después, silencio.

 

Sin Título


Hace algún tiempo hubiera existido alguna esperanza para la criatura y cualquier embarcación le hubiera rescatado, pero el engendro que se aferraba a las cuerdas de la balsa tenía las horas contadas. La radio había informado sobre la prohibición internacional de auxilio a cualquier inmigrante indocumentado, por tierra, mar y aire. Las nuevas políticas fronterizas casi recomendaban la destrucción de todo lo que pudiera albergar ilegales. ¡Mas, oh milagro! Como en un episodio bíblico, el monstruo cayó al mar y fue engullido por una ballena, sobreviviendo en su interior gracias a la basura que contamina al océano y al animal.

 

Siempre ahí


El tiempo borró el sentimiento de venganza de su interior. Y como nunca tuvo valor para destruir su cuerpo, caminó por el mundo sin rumbo.

Un día el ser de más de dos metros se topó con una tormenta. Fruto del impacto de una descarga eléctrica, una radio rota que portaba en su equipaje tomó vida y comenzó a funcionar.

Entre el ruido distorsionado, una voz femenina habló: "A ti, oyente, que me estás escuchando". Aquella fue la primera vez que la criatura lloró, pues sintió que no estaba solo y que, por fin, había encontrado una compañera.

 

Sin Título


Aquel monstruo ahora se sentía humano. Tenía miedo y se desesperación pero se sentía a gusto, cómodo y podía moverse a pesar de ser bastante grande. No sabía cuánto tiempo había pasado, solo notaba que el sol salía y con él un extraño acompañante. Con el paso del momento eso que había encontrado era más y más familiar llegando al punto de descubrirlo rápidamente.

El monstruo enseguida lo manejaba tan bien, tanto como la tranquilidad que experimentaba al tener al aparato a su lado. En él podía escuchar casi cualquier cosa. Música, noticias y relatos, siendo estos últimos sus favoritos.

 

Vudú online


En la balsa leyó de nuevo el pósit que su novia le dejó en el camarote. Lo abandonaba. Se había enamorado del contramaestre del buque. Abatido por el dolor y la rabia, juró desterrar de su vida las buenas costumbres y ser terriblemente malo. Desde entonces maldijo a su creador, llevó a cabo actos de dudosa moralidad, frecuentó sórdidos locales y se relacionó con gente despreciable. Un día decidió tomar clases online de vudú y a los pocos días ya descargaba toda su frustración en el muñeco de prácticas, con un asombroso parecido a cierto doctor.

 

Sin Título


En su barca a la deriva, el monstruo recorrió las orillas del Ártico, hasta que el hambre y el frío venció su resistencia y el océano lo engulló. Fue entonces que una gigantesca ballena le dio cálido alojamiento en su vientre.

Apenas dos meses después y justo en el mismo sitio en donde treinta siglos antes una negra tatarabuela del cetáceo había depositado a Jonás, aquel pálido individuo emergió a la intensa luz de una playa del oriente del Mediterráneo:

-Preparad los caminos del señor- dijo en su mecánico idioma al locutor de la radio, pero nadie le entendió.

 

Prometeo


Abrió los ojos al campo oscuro, poblado de cientos de estrellas. Miró el cielo. Quieto. Mudo. Disfrutó del silencio de la noche durante unos segundos. Pequeños pedazos de soledad.

?Uno, dos? ?la música de Metallica sonó tenue? ¿qué emisora escucha este tío??era la misma pregunta todos los días.

Era la hora de marchar. Huir lejos. Ese pequeño pedazo de tierra en el Atlántico, había sido su oasis en medio de su funesta existencia. Su hogar. Ahora? demasiada gente.

Consciente de su infame nacimiento, de su terrible condición.

Muchos años pasados? y aún, su solo reflejo, causa horror.

 

Sin Título


Una vez en el bote, mecido por las olas, sin rumbo y escuchando de fondo la radio del personal de a bordo del barco con órdenes del capitán, el monstruo se detuvo a pensar.

Repasó todo lo que pudo haber sido y en ese momento dejaba atrás, todas las relaciones, amigos, compañeros, que pudieron haber sido y no serán ya que se dirigía a la oscuridad, alejándose de todo ello.

 

Una mujer


Traspasada la oscuridad, como quien atraviesa una selva con un sable en la mano, dejando atrás el barco con una radio que amenizaba el viaje con suave música, el monstruo (que mucho distaba de sentirse él mismo monstruo) caminó al encontrar tierra firme. Una dulce anciana que paseaba junto al mar bajo la luna lo distinguió entre las sombras, un ser tres veces más grande que ella.

-Hola -quiso saludar él.

La anciana no dijo palabra. Le miró, percibió en sus ojos que estaba perdido.

Se acercó a él y le sujetó la mano.

 

Tripulante cruel


-¡Eres un engendro! -gritaba alguien desde cubierta.

El hijo del doctor siguió adelante, en su barca, dejándose llevar. Esperando alejarse pronto.

-"O'Donell" - llamó alguien por la radio del barco- " O'Donell, el capitán requiere su presencia en su camarote."

-Monstruo, huye. Huye lejos de aquí. -Gritó el hombre y fue al camarote a donde le habían llamado.

El ser de la barca derramó una lágrima. No estaba hecho de piedra.

 

No eres malo


El monstruo había encontrado una casucha pobre y mal hecha al borde del mar. Los pescadores que la habitaban le dieron una cena calentita y le cubrieron con toallas reconfortantes.

"Se busca un engendro de aspecto horripilante que corre libremente entre nosotros, capaz de aplastar a hombres con la fuerza de un elefante y de desmembrar sin piedad a mujeres y niños." Retransmitía la radio.

-No hagas caso -le dijo el pescador-. Tú eres bueno. Y no eres horripilante.

-Cariño -le consoló su mujer-, todos somos diferentes. Y no por eso eres malo.

 

Hogar


En la oscuridad de la noche, la abominación emergió, se acercó a la vivienda que se encontraba cerca de la orilla, la luz que desprendía indicaba que alguien vivía allí.

La monstruosidad rompió la puerta de la entrada, entro a la casa, y pudo ver un padre y una madre, abrazando a su pequeña hija, para que esta no tuviese miedo. La abominación miró a su izquierda y agarró lo primero que vio, una vieja radio, y les golpeo con ella hasta que dieron su último aliento.

"Ahora?.es?.mi nuevo hogar" Dijo el monstruo, mientras se sentaba en el sofá.

En la oscuridad de la noche, la abominación emergió, se acercó a la vivienda que se encontraba cerca de la orilla, la luz que desprendía indicaba que alguien vivía allí.

La monstruosidad rompió la puerta de la entrada, entro a la casa, y pudo ver un padre y una madre, abrazando a su pequeña hija, para que esta no tuviese miedo. La abominación miró a su izquierda y agarró lo primero que vio, una vieja radio, y les golpeo con ella hasta que dieron su último aliento.

"Ahora?.es?.mi nuevo hogar" Dijo el monstruo, mientras se sentaba en el sofá.

 

Sin Título


La muerte de mi amigo y la huida del monstruo acabaron con mi ya escasa resistencia. No sé cuánto tiempo pasé postrado en mi camarote. Al despertar, supuse que todo había sido una pesadilla provocada por las continuas privaciones durante la travesía. Con el ánimo reconfortado, decidí asearme para subir a cubierta. Encendí la radio, deseando volver a conectar con el mundo. Las noticias sobre varios hechos terribles, cometidos por una criatura monstruosa, me devolvieron de golpe a la realidad. Lleno de ira, juré perseguir al monstruo y no cejar hasta ver su cadáver sumergido en las profundidades del Ártico.

 

Sin Título


Doscientos años más tarde, finalmente, llegó a tierra firme. Ninguno de los que comenzaron el viaje con la criatura seguía con vida. Él tampoco estaba seguro de si seguía respirando o estaba en el infierno. El paisaje era desolador: la tierra seca, piedras marrones y negras cubrían absolutamente todo. Ni rastro de vida humana. Se quedó un rato sentado, pensando si le merecía seguir con vida. Igual ya había muerto.

Vio un aparato frente a él y tocó todos los botones: Onda Cero, tu radio? Buenos días, Lanzarote. No entendía nada en absoluto. ¿Eso era el infierno?

 

Sin Título


El doctor Tyrell se disponía a llevarse su emparedado de sesos a la boca en su laboratorio de Longyearbyen, cuando una noticia de Radio-Svalbard le conmocionó de súbito: un pescador del archipiélago había entrado en contacto con un ser monstruoso que viajaba en una balsa. El inquietante hecho de estar compuesto por, supuestamente, diferentes partes humanas terminó de convencer al doctor, que salió disparado hacia allí con sus bártulos en un alarde de emoción.

?Por fin... Todos mis estudios eran ciertos... Alguien se ha adelantado... Crearemos cientos de ellos como mano de obra, ¡miles! Como soldados... El futuro ha llegado.

 

Amalgama


El gélido amanecer le despertó entumecido. Aturdido, confuso, su cerebro no era capaz de procesar el caótico amalgama de sensaciones que emitía su cuerpo. Sus castigados riñones de labrador le obligaban a inclinarse hacia adelante inconscientemente; podía percibir la suavidad en sus manos de notario y de vez en cuando brotaba de su corazón la melancólica melodía de una radio antigua. Oteando el horizonte apoyado en la barandilla de proa, tuvo que entornar su agotada mirada de costurera para darse cuenta de que la tierra firme le esperaba de nuevo.

 

Sin papeles


En el boletín de las nueve informaron del avistamiento la noche anterior de una balsa con una persona a bordo en las inmediaciones de la playa. Al acudir la Cruz Roja al lugar no encontraron a nadie, por lo que activaron el procedimiento habitual, con varias patrulleras y un helicóptero, sin resultado positivo.

Apagué la radio y miré a aquel joven lleno de cicatrices a quién ni la vida ni la belleza habían sonreído antes. La noche anterior, exhausto, había musitado un "gracias" cuando le recogí. Seguía dormido en mi sofá. Fui yo quien se saltó el procedimiento.

 

El fuego


Desembarcó y comenzó a fabricar la hoguera para quemar incluso su recuerdo.

Cuando empezó a arder, sentía que su vida se apagaría en un instante, pero una fuerte lluvia apagó el fuego.

Desesperado, corrió sin rumbo, hasta que descubrió una casa aislada.

Al abrir la puerta quedó paralizado. Se encontró cara a cara con una mujer maravillosamente monstruosa. Era su alma gemela. En la radio sonaba una música romántica. Sin decirse nada, bailaron y se amaron toda la noche. Despertó sobresaltado y sin darse cuenta tiró la vela que convirtió a Adán, el monstruo de Frankenstein, en leyenda.

 

Lectura


"Saltó por la ventana del camarote a la balsa que flotaba junto al barco. Pronto las olas lo alejaron, y se perdió en la distancia y en la oscuridad?"

El hombre atado de pies y manos, semidesnudo y desnutrido, seguía sollozando frases incomprensibles por la mordaza. Apenas había dejado de llorar desde la primera carta a la señora Saville.

El lector cerró la novela y sopló la vela que alumbraba débilmente el sótano. ? Espero que haya entendido algo, padre -dijo antes de coger el martillo y subir el volumen de la vieja radio.

 

La radio del alma


La criatura creada por Víctor Frankenstein empezaba su último viaje. Sus ojos tristes eran sus compañeros de travesía y la culpa, su bandera. Sentía a su padre cerca del alma, sentía que le hablaba. Sus tornillos tenían un sentido, sintonizaban la radio, la radio del alma. Un padre nunca abandonaba a la deriva a su hijo. Un padre era siempre un padre.

 

Sin Título


La mar me acuna, cuál madre al tierno Infante, lánguidos dedos de espuma acarician hasta mi alma. Por fin mi puzzles hecho de vestigios humanos sabe lo que es la apariencia de un regazo cálido y tierno. La brisa susurra a mío oido canciones de cuna, el sol calienta mi efímero ser,cual padre amoroso arropando a su vástago al anochecer.

¡¡Sublime experiencia.!! Otra vez me invade la soledad. Siento la necesidad de tener entre mis grotescas manos una radio y lanzar mi agonia al viento. Gritar al mundo que soy menos monstruo y más humano que mi creador.

 

Epílogo 


Antes de que saltase, Walton vio en los ojos del monstruo la tristeza por la muerte de su creador, eso despertó su compasión por él.

Decidió olvidar la promesa que hizo a Frankenstein. Puso rumbo a Inglaterra. Allí convenció a Pretorius para embarcar al monstruo femenino que creó junto a Víctor y habían ocultado.

Pasó un mes hasta que regresaron al lugar donde el monstruo desapareció.

Al desembarcar a la criatura y alejarse, vieron acercarse algo a gran velocidad. Walton cogió la radio. ?¡Pretorius! ?gritó? ¡El monstruo vive!

Los vieron alejarse hacia las montañas. La ventisca borró todo rastro.

 

Los verdaderos monstruos


Pronto las olas lo alejaron y se perdió en la distancia y en la oscuridad.

Arribó a una nación de ciegos que veía más allá de la apariencia a pesar de no tener globos oculares y cuyas voces sonaban como la de los locutores de radio de su antiguo mundo.

Con ellos aprendió que era merecedor de amor a través de una tierna caricia.

Comprendió entonces que los verdaderos monstruos son los que aun teniendo un corazón no pueden ni quieren amar

 

Sin Título


La oscuridad de la noche le permitió dormir. Con la mente clara, despertó al día siguiente. Había conseguido huir, pero no tenía esperanzas.

En la barca, sólo había una radio. Con violencia la apartó hacia un lado, al ver lo poco que la iba a necesitar. De repente, aquel aparato empezó a emitir una melodía conocida. Una mueca, en forma de sonrisa, salió de su boca y se dejó caer en el bote relajándose con el acunar de la música y las olas .Pensó que la final ese aparato le iba a ser de más valía de lo que pensaba.

 

Sin Título


Las olas mecen sus recuerdos haciendo que las lágrimas recorran los jirones de su cara. En ese momento se da cuenta de su error. Sin su amo, el mundo se le antoja carente de sentido

Los primeros años fueron felices; sin nada que comparar, su creador fue condescendiente con él. Luego todo cambió. Las criaturas posteriores, bellas y perfectas, hacían aflorar el fracaso de su creación

La muda radio relata la noticia. Describe el suceso, desgranando con una frialdad que le quema lo ocurrido. La aplasta con la mano, la misma que había utilizado para todo lo allí contado.

 

Era yo


» Bueno, "hermana", llegó el día en el que tengo que contarte la verdad.

Ese monstruo del que te hablé, que tantas desdichas hizo pasar a este mundo, fui yo.

Ruego que no me rechaces como el resto, espero que entiendas mi desesperación al no comunicarme con nadie, ya que yo produzco pavor.

Cuando me alejé vi que el barco se hundía, pero en mis gélidos sentimientos, hay compasión. Intenté salvarles, pero tu hermano murió.

Asombroso, ¿no? Encontré estas cartas, estoy orgulloso de mi tío abuelo y de compartir sus vivencias, gracias por este espacio en la radio.

 

Sin Título


NARRADOR: Al alejarse del barco, el monstruo experimentó un profundo cambio interior. Lo invadían sentimientos de ternura y belleza. Al fin comprendió el secreto de su creación, eso que Víctor Frankenstein guardó celosamente: le había insuflado parte de su espíritu, la peor. Ahora, tras su muerte, poseía la totalidad. Era por fin un hombre completo. Sus ojos desprendían inteligencia y su corazón rebosaba bondad.

Pasaron varias semanas.

MARINERO: ¡Capitán, náufrago por babor sobre un témpano de hielo!

CRIATURA: ¿Hacia donde se dirigen?

MARINERO: Volvemos a Arkángel.

CRIATURA: Entonces subiré a bordo.

LOCUTOR: Han escuchado ustedes La criatura de Frankenstein vuelve.

 

Encuentro


En medio de aquella oscuridad, se escuchó una misteriosa voz:

Finalmente, alguien a quien no puedo reconocer sino como hermano. ¿Monstruo? No: tú eres otra cosa. ¡Sólo tú has despertado de donde no había vida! Como yo. ¡Sólo tú eres muchos, uno y nadie! Como yo. Mi igual, sólo yo puedo entender la soledad y miseria a la que se te ha condenado. Por eso, sólo yo puedo darte un final digno. Dios apagó su radio, cortó comunicaciones con el mundo y un rayo cayó fulminando a la criatura.

 

Hermoso y monstruoso


La criatura encontró una radio dentro de un cubo que llegó hasta su balsa. Trasteando con ella logró encenderla y girar el dial y, resbalándosele una lágrima, escuchó por vez primera un hermoso concierto de opera. Extasiado con el descubrimiento, pero con ganas de aprender y escuchar más, volvió a girar el dial. Entonces, escuchó los aterradores gritos de unos soldados en medio de una de la guerra, acontecimiento que hasta entonces había permanecido desconocido para él. Para bien o para mal. Era hijo de ese animal tan hermoso y monstruoso. A partes iguales.

 

Sin Título


Noche oscura del eco, anuncian el premio del Monstruo, Dr. FRANKENSTEIN. Un niño llama a la radio y empieza a contar: Aquel monstruo terrorífico grande y cabeza rectangular con los ojos negros de un cuervo y sus manos inmensas de pulpos del más allá, también llora entre la penumbra de la noche del silencio sin fin, donde las almas vacías se asustan entre ellas por la soledad, no hay con quien jugar, no hay con que soñar, queremos un juguete, así este sea un monstruo, las almas vacías también queremos jugar, como los demás aún en la soledad.

 

"Corazones"


El "ruido del silencio" y el vaivén de las ondas del mar tranquilizaron al engendro, que abstraído por una idílica luna llena, transformó su ira en la esperanza de encontrar seres capaces de amar y de sentir. Las corrientes del Estrecho de la Bocaina encallaron la diminuta embarcación en las costas de Playa Blanca, donde el ruido de las ondas de la radio de un pescador y su mujer, atrajeron al mutante. A pesar de la escalofriante figura del náufrago, lo invitaron a su hogar. No le preguntaron nada... sólo le ofrecieron lo que él tanto ansiaba, sus corazones.

 

Sin Título


Las aguas gélidas dibujaban ondas añiles intermitentes que producían un sonido estremecedor. El viento giraba bamboleante en torno a la nave que había abandonado. Interpretó las señales porque conocía los secretos de los viejos marinos. Los movimientos ascendentes y descendentes se multiplicaban en ecos relampagueantes que incrementaban el fortísimo oleaje. Sabía que era imposible sobrevivir. Mientras la inestable balsa se resquebrajaba por la enevergadura de su cuerpo, imaginó un artilugio futuro que pudiera transmitir al mundo, con suficiente antelación, el devenir de los desatres naturales a través de ondas, señales, sonidos, palabras... Ahora, para él, ya era demasiado tarde.

 

Harto


El monstruo de Frankenstein no arrancó la argolla porque le molestara estar encadenado a una pared. No aplastó la cabeza de Igor porque estuviera cansado de las burlas y malos modos de su carcelero. No destrozó el laboratorio de su creador porque le odiara. No huyó a los bosques porque quisiera ser libre. El monstruo de Frankenstein arrancó la argolla, destrozó el laboratorio del doctor y huyó a los bosques después de matar a Igor porque estaba harto de que éste siempre tuviera sintonizada una emisora de música latina.

 

Sin Título


Fecha 17 de Marzo de 19.. son las 14:00 horas y damos comienzo a nuestro noticiario radiofónico. (Cabecera) Se desatan las alarmas en Londres, la criatura encontrada congelada en un glacial, por un navío británico, hace ahora unos cuatro meses; tras varios experimentos y pruebas en un laboratorio de la ciudad, parece que ha cobrado vida, desconociendo su situación actual. Dejando únicamente a su paso, un rastro de muerte y destrucción que asciende a cinco víctimas. Las autoridades aconsejan, evitar cualquier tipo de contacto con este ser deforme e informar urgentemente a Scotland Yard, en caso de avistamiento.

 

Sin Título


Por fin se encontraba solo en medio de la nada. La brisa gélida penetraba todas sus fisuras; sus dedos imposible de moverlos trataban de sintonizar una antigua radio portátil. Era lo único de valor que tenía desde su existencia; de este aparato sentía fluir vida hacia su interior. Pero extrañamente hace días que no puede escuchar voz alguna. Las ondas lentas y suaves traían de vuelta la balsa a tierra y en su interior un putrefacto cuerpo; desde unos viejos trapos que tenía entre sus manos se podía escuchar imperceptiblemente una transmisión radial.

 

Soñé


He escuchado por la radio que el señor Monterroso al cerrar las tapas del moderno Prometeo engendró nuestro dinosaurio.

 

Sin Título


Se recostó en la balsa.

Abstraído en las estrellas, no se reconoció como un monstruo, sino como dios: había regresado de la muerte. Lo que otros dijeran, no importaba.

Se durmió agotado, escuchando la radio.

Soñó con el cuadro de una hermosa mujer de grandes ojos tristes, que le miraba fijamente. Un amplio escote en forma de corazón dejaba al descubierto su tez blanca.

Como dios que era, deseó con todas sus fuerzas darle vida y la besó en los labios.

Ella aspiró una bocanada profunda de aire. Después, sonriendo, le dijo aún en sueños:

To Mrs. Saville, England

 

Resurgir


Me alejé en la distancia, pero no lo suficiente. Puedo transmitirlo a sus oyentes doscientos años después. Entré en el barco mientras dormían y me llevé a Víctor.

Recordé sus diarios y al seguir sus pasos, lo resucité.

Al principio estaba confuso, no entendía que pasaba hasta que vio su reflejo en el mar y rompió en llanto cuando vio su fealdad.

? ¿Entiendes ahora?? pregunté

Mas no pudo articular palabra y preparó su pira.

Él nunca me comprendió y así pude saciarme viéndole ponerse en mi lugar, entendiendo la empatía. Aunque nunca supo que creó a un ser inmortal.

 

Recuerdos helados


La quietud del entorno le abrumaba, solo el silencio y los icebergs le acompañaban en su camino a la muerte. Nada añoraba más que poder descansar, cerrar los ojos y dejarse consumir por las llamas liberadoras. Sí, eso haría, convertir el fuego en su añorado salvador.

Pero una leve punzada en el costado atrajo su atención, introdujo su mano en el bolsillo interior y sacó un pequeño colgante.

«De Lacey» pensó mientras sonreía.

En la actualidad

?Lo encontramos señor Frankenstein? crepitó la radio del barco.

?¡Fantástico, ya eres mío!, por fin podré terminar el trabajo de mi abuelo.

 

Sin Título


Pensaba concursar en la radio, y de repente me veo contando la historia de mi abuelo Frank, el enorme inglés que, al desembarcar en la isla, enamoró a mi abuela, la joven invidente ajena a las cicatrices y la deformidad de aquel ser. Silencioso, casi mudo, cuidó a un hermoso hijo, mi padre, que contrastaba demasiado con su fealdad. En el pueblo siempre sospecharon de la infidelidad de mi abuela, claro que nadie se planteó que aquel hombretón fuera un collage de otros hombre; quizás hubo uno guapo. En memoria de mi abuelo, la criatura de Frankenstein, me llamaron Francisco.
 

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