Dulce y con un toque floral, así es la miel que normalmente consumimos. Lanzarote, a pesar de su aridez, también produce este alimento de la mano del apicultor Manolo Zerpa y la abeja negra canaria. En el norte de la isla, desde Teguise, pasando por Guatiza hasta Haría, alrededor de 210 colmenas se extienden por la orografía, las cuales generan una miel de calidad y de proximidad desde hace más de 20 años.
Zerpa comenzó con un solo núcleo de abejas negras canarias, con la mitad de una colmena, con la que comenzó a crecer y a adentrarse aún más en el mundo de la apicultura. "Empecé a estudiarlas y he leído todo lo que hay de apicultura, en esa época estaba más tranquilo por lo que decidí dar el paso a pesar de que había gente que lo había intentado y no le había salido bien, pero yo sabía que en Lanzarote se daba bien", cuenta.
En el caso de los apicultores de Lanzarote, Fuerteventura, Gran Canaria y La Palma, están obligados a trabajar con la abeja negra canaria en sus colmenas.
El apicultor "siempre tiene que estar pendiente de las colmenas constantemente, observándolas para evitar enfermedades y que crezcan sanas", indica Zerpa. Uno de los principales problemas a los que se enfrenta la abeja negra canaria es la varroa, un parásito que afecta a las abejas melíferas y va matando la colmena poco a poco. En otras islas existen más enfermedades aunque, como cuenta el apicultor, "en Lanzarote tenemos la suerte de que no existen".
A pesar del clima de Lanzarote y la apariencia de poca vegetación, el campo de la isla tiene una floración escalonada desde que llueve hasta septiembre. Además, "durante el verano, las abejas se alimentan de frutas cuando están maduras como el higo", señala Zerpa. También se alimentan de las flores de especies vegetales como el cerrajón, el bejeque, la hierba múa e, incluso, del verol.
En el día a día de las abejas en las colmenas, estas entran y salen cuando lo desean aunque como explica el apicultor, "el clima es lo que más las condiciona, en los días fríos trabajan menos y en los calurosos trabajan más". Normalmente, estos insectos trabajan en mayor medida durante el día, pero todo depende de la temperatura del interior de la colmena. "Es algo que debe ser constante, si hace calor salen más abejas a trabajar y si hay frío salen menos porque deben mantener una temperatura constante", explica.
El proceso de recolección de la miel
La miel que produce Manolo Zerpa se comercializa desde hace años en Lanzarote bajo el nombre de Haría Miel desde que pasó a ser apicultor profesional tras rebasar las 150 colmenas necesarias para esta designación.
En cuanto al proceso de recolección de la miel, el apicultor explica que "esto es algo que te va indicando la propia colmena, ya que las abejas taponan con cera las llamadas 'celdas' cuando la miel ya está formada y tiene la humedad ideal, ahí es el momento de cosecharla".
A la hora de extraer el producto, se lleva a cabo con una máquina de centrifugado por inercia y después se envasa. El momento de la recolección depende, según indica Zerpa, "de la floración que tengamos porque, por ejemplo, la de primavera se está cosechando ahora, pero el tiempo de ahora con el frío no deja abrir una colmena". Más adelante, a final de año, se lleva a cabo una segunda recolección de miel.
Desde hace diez años, el trabajo y dedicación de Monolo Zerpa le lleva a criar sus propias reinas y dividir las colmenas, por lo que su número va aumentando año a año.
APICLIMPACT, un proyecto para proteger a los polinizadores silvestres
Las diferentes amenazas que afectan a la abeja negra canaria han llevado a la asociación ADACIS a crear el proyecto APICLIMPACT que se inició en 2022, una de las muchas estrategias que se han llevado a cabo para la adaptación de los territorios insulares de Canarias a los impactos del cambio climático. Su objetivo es conservar la biodiversidad de las islas mediante la protección de los polinizadores silvestres.
Según explica Letizia Campanale, coordinadora técnica del proyecto, "la sequía estaba teniendo un impacto de hasta una reducción del 50% de la producción de miel en la mayoría de los territorios y desde la asociación entendemos que es un problema muy grave por el impacto que tendría la desaparición de las especies polinizadoras en la biodiversidad, por lo que empezamos a investigar cómo estaba la situación".
En este sentido, desde APICLIMPACT no solo se pusieron manos a la obra para proteger a las abejas melíferas, sino a todas las especies de polinizadores en el archipiélago. De hecho, solamente en Canarias existen 130 especies de abejas. Esta disminución "estaba provocando un impacto negativo en la producción alimentaria porque más de tres cuartos de esta depende de la actividad de estos insectos y en Canarias, un tercio de los cultivos isleños dependen de ellos", señala Campanale.
Las amenazas que ponen el peligro a los polinizadores silvestres son las sequías prolongadas, la alteración de los procesos de floración, los incendios forestales, la erosión de los territorios, las olas de calor extremo y las calimas que, en palabras de la coordinadora técnica del proyecto, "provocan que se quemen los brotes durante las primaveras fugaces que tenemos a menudo en las islas". También la llegada de especies exóticas invasoras como ya ha pasado en la península ibérica con la llegada de insectos provenientes de Asia suponen una amenaza porque se alimentan de abejas.
Sin embargo, la acción del ser humano también impacta de forma negativa y directa a la supervivencia de estos polinizadores "con el uso de productos tóxicos como pesticidas o fungicidas porque no solo afecta al insecto de por sí, sino que es una cadena porque si un insecto está moribundo y se lo come un pájaro o una lagartija, a su vez llevarán esa contaminación a sus crías o, incluso, pueden acabar en muerte", explica Campanale. Por ello, desde el proyecto están trabajando para sensibilizar sobre la importancia de tener cuidado con estos productos.
Protección de la abeja negra canaria
Otro de los principales impactos que afectan a la abeja negra canaria es la importación de especies foráneas que se está realizando en algunos territorios de Canarias aunque "hay algunas islas en las que esta prohibido importar abejas de fuera para proteger a la abeja local", señala la profesional. Sin embargo, algo que destaca la coordinadora es que "en el archipiélago tenemos mucha suerte porque las abejas locales que se ha desarrollado aquí desde hace cientos de miles de años son las que más capacidad tienen para adaptarse al entorno".
Por ello, APICLIMPACT trabaja para conservar la abeja negra canaria y así evitar que su genética pueda verse afectada y, por ende, a su producción, adaptación y agresividad. "La abeja negra canaria históricamente nunca ha tenido depredadores en las islas y es muy mansa, por lo que es una ventaja, ya que los apicultores la manejan sin guantes", detalla.
A pesar de que la abeja negra canaria busca su propio alimento, el apicultor le ofrece algo de ayuda en muchas ocasiones. "Les ofrecen sombra o recursos hídricos para que puedan tener siempre agua a su disposición", cuenta Campanale. Este trabajo conjunto de la abeja negra canaria y del agricultor dan como resultado en islas como Fuerteventura y Lanzarote "una miel única porque tenemos unos recursos florales muy específicos y es algo que se valora muchísimo".
En Canarias existen 1.242 apicultores, según el censo de 2024 del ISTAC, y algo más de 33.700 colmenas, pero de todas ellas solo el 2% son explotaciones apícolas profesionales. "Esto se traduce en que en las islas hay una tradición apícola principalmente vinculada al autoconsumo debido a las características del archipiélago y actualmente el sector está en crisis, hay años en los que oscila, unos va mejor y otros peor, pero sí se reconoce la falta de un relevo generacional y se está trabajando mucho para reconocer el papel de la mujer dentro de la apicultura porque en Canarias solo son el 12%, mientras que en otros lugares de Europa representan el 50% o más", finaliza la coordinadora técnica.