Los dromedarios llegaron a Lanzarote hace 600 años, remolcados por embarcaciones procedentes de África y flotando en el agua. Es parte del intenso pasado de estos animales que hoy pasean turistas por Timanfaya

Historia de un camello

Amarrados a una embarcación. Y flotando en el mar gracias al aire acumulado en sus estómagos. Así llegaron a Lanzarote, desde África y hace seiscientos años, los antepasados ...

28 de junio de 2008 (05:27 CET)
Historia de un camello
Historia de un camello

Amarrados a una embarcación. Y flotando en el mar gracias al aire acumulado en sus estómagos. Así llegaron a Lanzarote, desde África y hace seiscientos años, los antepasados de los camellos que en la actualidad pasean a los turistas por el parque nacional de Timanfaya. El relato es del veterinario Francisco Fabelo, que la pasada semana, invitado por la Academia de las Ciencias e Ingenierías de Lanzarote, repasaba en una conferencia el pasado, el presente y el futuro de estos animales.

Fabelo no es sólo un estudioso del camello. También ejerce de defensor. Y es que en su opinión no es posible comprender el desarrollo de la isla sin tener en cuenta la aportación de los camélidos: "Poca gente ha caído en la importancia que tiene y ha tenido este animal. Consideramos la acción del hombre en paisajes tan emblemáticos como La Geria? pero esto hubiera sido imposible sin la contribución de los camellos".

Aunque la biología y el diccionario determinan que en Lanzarote debería utilizarse la palabra dromedario ?por eso de que los animales que pueblan la isla sólo tienen una joroba ? lo cierto es que en Canarias se ha utilizado tradicionalmente el término camello, que es precisamente el que emplea Francisco Fabelo al hablar de sus potencialidades.

"La actividad que desarrollan actualmente los camellos en Lanzarote, como transporte para los turistas, es una actividad que especialistas de otras partes del mundo, que nos han visitado, consideran única", explica este veterinario. Pero los paseos por las Montañas del Fuego son sólo la punta del iceberg, si se habla en términos de aprovechamiento y rentabilidad: "Hay muchísimos camellos, sobre todo en Asia y en África, que son rentables haciendo otras labores bien diferentes al turismo".

Las carreras de camellos, que mueven millones en apuestas en Arabia Saudí, son sólo un ejemplo. Pero hay más: "Dejando las apuestas al margen, hay países en los que el camello es un animal extremadamente valioso para la producción de leche". Del pelo y del cuero se saca partido textil, en concreto a través de la elaboración de prendas de abrigo. El uso medicinal de la grasa de la joroba forma también parte de la lista de bondades del camello, que se ha convertido en los países desarrollados del Este, según explica Francisco Fabelo, en el principal animal de laboratorio por la peculiaridad de su sistema inmune. "Se dice que la cura de muchas enfermedades puede pasar por generar anticuerpos del propio camello para usarlos en medicina humana", concreta este estudioso.

Yaiza por patria

Yaiza es, hoy por hoy, la patria chica de los cerca de cuatrocientos camellos lanzaroteños. Viven, como miles de personas en la isla, del turismo. Pero ésta es una actividad relativamente reciente, desarrollada desde hace apenas cuarenta años. En su currículo, a lo largo de varios siglos, estos animales han acumulado otros muchos méritos. "Hasta la explosión del turismo los camellos eran un elemento indispensable en la agricultura de la isla, fundamentalmente cuando no había coches ni camiones", asegura Fabelo.

El camello no sólo araba la tierra. También se encargaba de trasladar los productos del campo a Arrecife para que, desde allí, llegaran al resto de las islas las cebollas, las sandías o el vino de Lanzarote. El paisaje de La Geria o las terrazas del norte de la isla responden, en parte, al trabajo desarrollado por estos animales, que ejercieron también como peones de construcción. Los más mayores todavía recuerdan cómo los camellos llevaban agua a las casas, antes de que existiera la red de abastecimiento, o cómo ejercían de taxi cuando un enfermo reclamaba la presencia del médico en cualquier rincón de la isla. Hasta con el servicio de correos colaboraban no hace demasiados años.

Pero el viaje al pasado, a lomos de un camello, puede remontarse hasta 1405, año en el que, según los estudiosos, llegaron a Lanzarote, procedentes de África, los primeros ejemplares. Resultaba peligroso que viajaran a bordo así que lo hacían amarrados a un lateral de la embarcación y llegaban a Canarias flotando en el mar, gracias al aire acumulado en sus cuatro estómagos ?explica Francisco Fabelo- y a su capacidad de cerrar herméticamente las fosas nasales. Y lo hacían, además, precedidos por su poderío en el desierto. "Los camellos llevan mucho tiempo con nosotros. Tienen, prácticamente, la edad de la conquista".

Al hacer las primeras incursiones a África los dueños y señores de estas islas además de apresar esclavos traían camellos. Los moriscos que apresaban se hacían cargo de mantenerlos y ellos fueron, precisamente, los primeros camelleros de Lanzarote. Con ellos hubo una explosión demográfica porque era el animal idóneo para trabajar en una isla con las condiciones de secano de la nuestra", relata este veterinario. En su opinión los siglos XVII, XVIII y XIX constituyeron la edad de oro, en Lanzarote, de estos animales, cuyo censo llegó a alcanzar la destacada cifra de cinco mil cabezas.

El "barco del desierto"

Un camello es capaz de transportar una mercancía equivalente a su propio peso. Es decir, si un animal pesa 300 kilos puede llevar otros tantos a cuestas. Es capaz de sobrevivir en condiciones de extrema aridez, sin beber durante semanas. Por eso, entre otras cosas, los camellos reciben en África el sobrenombre de "barcos del desierto".

Aunque lo normal es que consuman 16 litros de agua en 24 horas también pueden pasar días y días sin beber. "En esos casos tomarían agua de partes del cuerpo de las que otros animales no pueden hacerlo. Retendrían agua de la misma orina. Además no sudan y son capaces de movilizar la grasa del cuerpo para sacar agua. Eso sí, después de días sin beber pueden llegar a tomar hasta 70 litros", detalla Francisco Fabelo.

Su estómago, además, es una auténtica fábrica que le permite aprovechar hasta límites insospechados lo que ingiere: "La paja larga la transforman en energía, no es necesario el aporte de grano. La ración de un camello de trabajo, como los de Timanfaya, se compone de paja de trigo, que es un alimento barato, y en función del esfuerzo que le exijamos es bueno que tomen algo de cereal".

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