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Zekri, sobre el yihab: "Hay tantas cosas mal que centrar la energía en un trozo de pañuelo es ridículo"

La doctora en Derecho e investigadora en estudios de género analiza las principales luchas del movimiento feminista en Marruecos y los riesgos ante el auge del islamismo

La catedrática Houda Zekri. Foto: Juan Mateos.

"¿Ha sido fácil llegar hasta esto? ¿Lo tendremos toda la vida? Hay que seguir luchando para que las nuevas generaciones no tengan que empezar de cero", advierte Houda Zekri, doctora en Derecho e investigadora en estudios de género, migraciones y derecho de familia internacional durante una entrevista con La Voz.

"La amnesia es lo peor que puede tener una sociedad, hay que pasar el mensaje porque en cualquier momento sube al poder un loco y volvemos para atrás", alerta sobre importancia de luchar por mantener los derechos conseguidos y seguir progresando. "Ahora las jóvenes no quieren decir que son feministas, porque el feminismo no está de moda", continúa, en su primera vez en la isla. 

Durante la entrevista, Zekri explica cuáles son las principales luchas del movimiento feminista en Marruecos, desde lograr la custodia compartida de los menores, hasta la batalla por erradicar el matrimonio infantil, pasando por combatir la violencia sexual. Además, analiza los movimientos conservadores que suponen una regresión de derechos a nivel global. 

La experta en justicia de género ha visitado Lanzarote con motivo de su participación en las jornadas Violencia contra la mujer: una mirada global. Feminismo sin Fronteras, reflexiones desde España hasta los territorios en conflictos, organizadas por la Asociación Mararía y el Equipo Europa Canarias

 

 

El Código de Familia, leyes civiles basadas en el islam

A diferencia de la legislación española, en Marruecos uno de los problemas más graves es que todavía no existen estadísticas fijas ni una ley integral de violencia contra la mujer. En España desde el año 2003 se contabilizan las mujeres asesinadas a manos de sus parejas o exparejas, en 2004 se aprobó una Ley Integral y desde 2013 se publica el número de menores víctimas de violencia vicaria, herramientas que permite analizar los casos individuales en un contexto social y aplicar medidas al respecto.

 "Lo que Marruecos debería aprender de España, aunque la situación aquí no es idílica, es la decisión política de visibilizar todo lo que le ocurre a las mujeres con respecto a la violencia", señala. En el país africano solo existe la Ley 103.13, creada a través de una reforma de algunos artículos del Código Penal, pero denuncia la falta de un enfoque de género y de paridad en la regulación.

En los últimos ocho años, la llegada al país de un partido conservador islamista ha dificultado la labor de la lucha por la igualdad de género. "Son muy fuertes adoctrinando a los jóvenes", alerta. 

En la actualidad, el auge del islam político en países como Afganistán, donde se ha aplicado la Ley Sharia, ha llevado a la represión total de las mujeres, alejándolas de los institutos y universidades, prohibiéndoles hablar en público, trabajar y salir de casa sin un burka y un hombre que las acompañe. Mientras en una parte del mundo musulmán se abre paso una dictadura de talibanes, en otros, tratan de frenar el avance del yihadismo y lograr más derechos sociales. 

Los colectivos feministas de Marruecos luchan por conseguir modificar el Código de Familia, conocido como Mudawana, que forma un conjunto de leyes que regulan las relaciones entre personas con algún tipo de parentesco y donde se recogen derechos como el matrimonio, el divorcio o la custodia de menores.

Este código está basado en la escuela de pensamiento Malaki, una de las cuatro interpretaciones del Corán en el mundo musulmán, y de la rama sunista de la religión (la mayoritaria en los países árabes). "El Código de Familia, que fue creado rápido en pocos meses y con el objetivo de que fuera temporal, ha estado tantos años vigente que la ciudadanía marroquí creía ya que era parte del Corán y que es intocable", señala la investigadora.

La primera reforma de este código, en los años noventa, permitió mostrar a la población que sí era modificable. Luego, en 2004 se reformó nuevamente y ahora el movimiento feminista batalla por lograr nuevos avances.  

A pesar de la resistencia de los sectores conservadores de la sociedad, el movimiento feminista marroquí logró modificar esta ley en 2004 para que las mujeres no necesitaran la autorización de su representante legal (padres, hermanos e incluso hijos) para casarse. "Cuando salió decían que era un ataque contra la familia marroquí, que las mujeres se iban a volver locas y nada de eso ocurrió", recuerda ahora Houda Zekri.

En 2022, el rey de Marruecos, Mohamed VI, puso en marcha una nueva reforma de la Mudawana para actualizar esta ley que da cobertura al matrimonio infantil, a la poligamia y que da la patria potestad de los menores a sus padres, mientras que la madre solo tienen la guarda y custodia. Por el momento, ninguna de estas reformas ha salido adelante. En la actualidad, que las mujeres no tengan la patria potestad de sus hijos "crea una una presión y una violencia institucional y económica sobre la mujer ilimitada, incluso después del divorcio", añade Zekri.

En esta línea, los feminismos marroquíes batallan en contra del matrimonio infantil, ya que pese a que la edad legal son 18 años (tras la reforma del 2004), existen excepciones en las que un juez puede autorizar el matrimonio de una menor. Según datos de la Fiscalía del país, el año de la pandemia los jueces marroquíes aprobaron 13.000 matrimonios infantiles, un 68% más que el año anterior.

Zekri explica que estos casos son más frecuentes en las zonas más rurales del país, donde las menores tienen más complicado el acceso a la educación y donde hay más pobreza.

En este sentido, a las viejas formas de violencia contra la mujer, se suma la violencia digital, que se ha instaurado en Marruecos, como en el resto del mundo, como una forma más de violencia, afectando más a niñas, adolescentes y jóvenes.

"Los obstáculos para denunciar son enormes y hay muy poco conocimiento de los derechos de las víctimas", resalta Zekri. En Marruecos este tipo de casos se convierten en "un tabú, la gente no denuncia, las menores necesitan apoyo y la presencia de los adultos para poder denunciar y todo se convierte en un bloque de obstáculos que impide que las víctimas busquen protección del Estado". 

 

Un movimiento feminista para el mundo musulmán

En los años ochenta, el feminismo marroquí no contemplaba "debates internos". "Había una lucha, donde eras o tenías que ser feminista con mentalidad europea o eras musulmana", apostilla Zekri. En la actualidad, el movimiento feminista ha creado un nuevo camino, conocido bajo el nombre de la tercera vía, que reivindica un movimiento feminista alejado de la universalidad del feminismo occidental y abre un debate sobre la reinterpretación de textos sagrados con una perspectiva de género.

Es por ello que el movimiento feminista se ha rebautizado como feminismos, en plural, como signo de resistencia a la colonización francesa y a la lucha de las mujeres árabes por un aumento de derechos que encaje en sus valores religiosos. "Estamos convencidas de que una proporción impresionante que tenemos en leyes es una creación e interpretación patriarcal de la religión", añade. 

En esta lucha el feminismo marroquí ha tenido grandes referentes, como la escritora Fatima Mernissi (1940-2015) o la médica feminista y activista Asma Lamrabet (1961). "Lo positivo es que ahora se puede debatir con los conservadores porque estamos hablando de las mismas fuentes, seguro que no estamos de acuerdo en muchas cosas, pero por lo menos es el mismo discurso", continua Zekri. 

 

 

La violencia contra las mujeres migrantes en Marruecos

Marruecos es uno de los principales puntos de tránsito para las personas procedentes de países subsaharianos que tratan de llegar en embarcaciones precarias a Canarias. Dentro de sus fronteras se viven violaciones de derechos humanos, donde las mujeres migrantes sufren agresiones sexuales y una situación de desequilibrio económico, mientras su oportunidad para llegar a Europa.

"Las mujeres son doblemente vulnerables que los hombres, aunque estén todos pasando por situaciones muy complicadas", señala la experta en género y migraciones. Ellas se enfrentan al riesgo sexual, a la falta de protección de un Estado, de su entorno, de su familia o de su comunidad. "A las mujeres en tránsito se les suma el riesgo de ser violadas por sus compañeros de travesía o hacerlas trabajar para ellos", expone. Asimismo, las mujeres son objeto de las redes de trata de personas.

"Hay tantos problemas profundos y más graves en el mundo, que centrar la energía en un trozo de pañuelo es ridículo", denuncia Houda Zekri

 

El uso del velo, la punta del iceberg

Para la catedrática el uso o no del velo es "un debate superfluo". "Tenemos que reivindicar y garantizar la libertad de las mujeres de ponérselo o no y de vestirse como les da la gana", de modo que "llevarlo o no, no  tiene que ser un marcador de que esa mujer sea capaz de trabajar o llevar una vida normal". 

De este modo, señala que las restricciones en Francia, donde se prohíbe acudir a la escuela con hiyab, el pañuelo que cubre el pelo pero deja al descubierto la cara, o su uso en los Juegos Olímpicos es para Houda Zekri "una cosa exagerada", que desvirtúa la atención. "Hay tantos problemas profundos y más graves en el mundo, que poner la energía en un trozo de pañuelo es ridículo", añade.

Zekri expone que en Marruecos no es obligatorio su uso, pero sí que existen presiones familiares y del entorno para utilizarlo o para vestir de una forma más comedida. "Presiones dentro de la familia sí que hay, mujeres que se han puesto el velo y siguen usándolo por presión, sí". Para ella, el uso del pañuelo es el tejado de otras muchas formas de represión, entre ellas, la falta de independencia económica de las mujeres.

Otro de los puntos importantes, es que dentro del país no hay financiación estatal para promover proyectos feministas, sino que dependen de la financiación europea y extranjera, así como de la labor de las Organizaciones No Gubernamentales. 

La catedrática Houda Zekri. Foto: Juan Mateos.