Lanzarote tiene 891 vehículos por cada 1.000 habitantes. Este índice de motorización "elevado" muestra la "dependencia de los vehículos privados" y puede acarrear "problemas de tráfico, contaminación y uso de suelo en áreas limitadas". Así lo recoge el Informe 4 islas 2024, que analiza la situación actual en Lanzarote, La Palma, Menorca e Ibiza.
Este documento señala que la situación es "especialmente problemática" en las islas con un elevado flujo turístico, donde la infraestructura "debe soportar tanto a residentes como a visitantes".
La isla de los volcanes es la segunda de las analizadas con más vehículos matriculados. Estos datos, tanto en Lanzarote como Ibiza, muestran "una alta dependencia del turismo y la necesidad de movilidad".
Por encima de Lanzarote, La Palma tiene un índice de 958 vehículos por cada millar de habitantes; e Ibiza, 1.010 coches por cada mil personas. Mientras tanto, Menorca tiene 869 coches por cada millar de vehículos.
En 2023, Canarias tenía una media de 831 vehículos por cada millar de residentes, según las cifras del Parque de Vehículos publicadas por el Gobierno canario, lo que sitúa el índice de motorización de Lanzarote por encima de la media regional. A ello se suma que el archipiélago es la segunda comunidad autónoma española con más coches, solo por detrás de Baleares.
En comparación con grandes ciudades españolas, Lanzarote tiene más coches por habitante que la ciudad de Madrid, con 426 vehículos por cada millar de residentes (datos del Ayuntamiento de Madrid de 2023), mientras que Barcelona tenía 420 coches por habitante (datos de Idescat, 2022).
Mientras tanto, este informe señala la "dependencia del coche privado" en Lanzarote. "Durante la temporada alta se están sufriendo problemas de congestión del tráfico y movilidad interna", apostilla sobre el papel del turismo en su aumento. Al tiempo en que resalta que la falta de una infraestructura "eficiente" de transporte público supone "depender del coche privado" e "incrementar la huella ambiental y los costos de movilidad".
La dependencia del sector también genera "vulnerabilidad" en las conexiones aéreas y marítimas de las islas, fundamentalmente ante las "fluctuaciones económicas y cambios en la demanda turística". En este sentido, alerta de la huella de carbono producida por el tráfico aéreo como "uno de los principales problemas".