Tristeza, pena, vergüenza, rabia, indignación.

Diego Arrebola Gómez
2 de octubre de 2017 (21:11 CET)

Cualquiera de estos sentimientos, y otros más, me parecen adecuados para expresar lo que siento ante los acontecimientos ocurridos en España los últimos días y, de forma especial, lo sucedido ayer (1 octubre), con respecto al tema de Cataluña.

Los siento por tener unos políticos incapaces para resolver nuestros problemas de convivencia, tanto a nivel nacional como del gobierno de Cataluña, representantes ambos de las burguesías corruptas de los dos lados. Los primeros, porque sólo piensan en acudir a jueces y fuerza pública. Los segundos, porque han escogido un camino impensable en una democracia, por muy de bajos vuelos que sea, como es el de saltarse el estado de derecho. A ninguno, a la vista de los hechos, parece que le interese ceder y llegar a diálogos que puedan llegar a una solución aceptable del conflicto.

También extiendo la responsabilidad a todo el resto de partidos políticos que, teniendo posibilidades, no fueron capaces de articular una mayoría alternativa al actual gobierno del PP, actuando todos por intereses egoístas y cortoplacistas. ¿Era ésta la nueva política que iba a cambiar las cosas? La incompetencia de nuestros representantes no se queda en las altas esferas, por desgracia se extiende a todos los niveles de la administración, donde abunda mucho más la mediocridad, a veces la absoluta incompetencia, que las personas de valía.

Siento que determinados dirigentes catalanes de izquierda hayan seguido la estrategia de aliarse con la alta burguesía corrupta, ayudando a crear un enfrentamiento y ruptura en la sociedad catalana y española, que a quién más puede perjudicar es al pueblo trabajador. Suponiendo que a Cataluña le corresponda ejercer el derecho a decidir (no me atrevo a pronunciarme sobre ello), no conozco ningún país del mundo cuya independencia haya supuesto la creación de una Arcadia feliz. Todos han copiado el mismo modelo del que decían liberarse, cambiando el poder de unas élites a otras. Si los dos opresores que nos fastidian son el actual capitalismo neoliberal y su socio el estado, y ambos van a seguir, (aunque el segundo sea en forma de república), ¿dónde se va a llevar a cabo ese lema de las pancartas que dice "Votar para ser libres"?Tal vez consigan una cárcel más confortable si su nivel económico así se lo permite.

Y, tal vez, todo ello sea porque ya estamos en la época de la inmediatez, donde los objetivos hay que conseguirlos a ritmo de tweet, al momento, y ninguno queremos picar piedra durante el tiempo que sea necesario. Nos olvidamos de tantas y tantas personas que lo dieron todo por conseguir derechos que ellos no disfrutaron y sí tenemos hoy los demás.

En segundo lugar, siento vergüenza de la actuación de las fuerzas de orden público. No responsabilizo de ello a los miembros de la policía o guardia civil, que actuaron siguiendo órdenes, (salvo que individualmente alguno se excediera), sino a los responsables del diseño operativo. Igual digo de los mossos, algunos de sus miembros demostraron que, los que tienen el monopolio legal de la fuerza, no siempre la usan de acuerdo con el ordenamiento jurídico. A la prueba comparativa de su actuación pasiva de ayer y las llevadas a cabo en ocasiones como desahucios, el desalojo de la Plaza de Cataluña del 15M, o la paliza dada a un empresario me remito. Supongo que, en estas últimas ocasiones, primero pedirían a todos ellos el carnet y, cuando comprobaron que no eran catalanes, entonces les dieron de lo lindo.

Qué decir también de quienes, envueltos en banderas, se han convertido en fanáticos que han descargado su odio unos contra otros, demostrando su falta de masa cerebral.

Y, como ha pasado siempre, los políticos han tocado sus flautas, con chotis o sardanas, todas ellas con partituras cargadas de postverdad (de toda la vida, mentiras puras y duras), que es la música preferida de los que deciden lo que tenemos que pensar, o hacer. Pero, ¡oh sorpresa!, a la hora de las tortas se han quitado de en medio para que sea el pueblo, en conciencia, guiado por la propaganda, o por el desempeño de su función, el que se encargue de darlas o recibirlas.

¿Y ahora qué? Quiero ser positivo, pero tras escuchar declaraciones de los diferentes partidos, queriendo todos, en mi opinión, pescar en río revuelto, mi optimismo se convierte en cuestión de fe.

No obstante, cualquiera que sea el desenlace que tenga esto, quiero traer aquí unos versos de Facundo Cabral, de su canción "Nuestro pasos", que quizás nos den una pista de cómo resolver este problema y todos los de nuestra convivencia personal o colectiva.

"Más me preocupan tus ojos,

que el odio del enemigo.

Nunca perdí por la fuerza,

sólo el amor me ha vencido."

Por Diego Arrebola Gómez

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