Opinión

La vergüenza de haber olvidado Texas y la oportunidad de soñar en grande

Durante veinte años, un puñado de personas ha sostenido con sus manos el hilo que une Lanzarote con Texas. El doctor Alfonso Chiscano, su hijo Steve Chiscano (cónsul honorario de España en San Antonio), Larry Yaskiel desde el periódico Lancelot y Paco Hernández desde el Archivo Histórico de Teguise han hecho verdadera magia. Mientras los gobiernos de Canarias y de Lanzarote los ignoraban, ellos mantuvieron viva la llama de nuestra historia.

Hoy esa semilla florece. Y lo hace con la fuerza de quienes se atreven a pensar en grande. Por primera vez, Lanzarote no viaja a Texas solo a recordar, sino a construir futuro.

Texas, un gigante que supera a España

Texas no es un estado más. Con más de 30 millones de habitantes y un PIB de 2,6 billones de dólares, su economía es ya mayor que la de España y lo situaría como la octava potencia mundial si fuese un país. Es energía, tecnología, agricultura, universidades, turismo, cultura… y un mercado que ofrece escala real a quien tenga visión.

Para Lanzarote, esto significa mucho más que vender productos: es la oportunidad de diseñar un programa de futuro. Trabajando con el apoyo de CIDA (Asociación de Descendientes de Canarias en San Antonio) y de las instituciones, Lanzarote puede y debe diseñar un puente para que los descendientes de aquellas dieciséis familias lanzaroteñas que fundaron San Antonio en 1731 viajen a conocer y verificar sus raíces. Un turismo de alto valor, que no solo consume, sino que se emociona al reencontrarse con su identidad, generando impacto económico muy superior al turismo low cost que hoy llena nuestras playas.

Aquellos 56 canarios, hombres, mujeres y niños, que salieron de Lanzarote lo hicieron en condiciones extremas, y con su esfuerzo construyeron el germen de una de las grandes ciudades de Estados Unidos. Trescientos años después, sus descendientes nos recuerdan que la historia es un activo económico y cultural de primer nivel.

HEB: del Janubio al Faro, a las estanterías de Texas

El gran golpe de la misión ha sido el acercamiento a HEB, la cadena de supermercados más influyente del sur de Estados Unidos, con más de 400 tiendas y una facturación anual superior a 38.000 millones de dólares.

Pensemos en ejemplos concretos: la Sal de Janubio podría dejar de ser un producto artesanal local para convertirse en un icono gourmet en las casas de Texas. La Quesería El Faro, con su tradición familiar, tendría acceso a millones de consumidores que valoran lo auténtico y un sabor distinto. El vino volcánico y la batata encontrarían un mercado dispuesto a pagar precios más competitivos, ayudándolos a crear más empleo en la isla para aumentar sus producciones.

Esto no es teoría: significa empleo directo en nuestras bodegas, queserías y salinas; empleo indirecto en transporte, logística y promoción; y empleo inducido en hostelería y servicios gracias a la actividad económica que se genera. La puerta que abre HEB no es comercial, es transformadora.

El Álamo: símbolo compartido

El acto más emotivo fue en el Álamo, patrimonio de la UNESCO y corazón de la identidad texana. Allí se libró en 1836 la batalla que marcó la independencia de Texas, un lugar cargado de significado para millones de estadounidenses. Presentar Lanzarote allí no fue un gesto folclórico: fue proyectar nuestra marca al mundo desde el símbolo más poderoso de Texas. Fue decir: Lanzarote no es solo playa, es historia viva, cultura compartida y productos capaces de competir con los mejores. Y la historia en el Álamo, se escribió con sangre española, canaria y lanzaroteña. Compartámosla.

Identidad compartida y futuro

En una de las cenas de la misión, Erika Prosper, esposa del exalcalde de San Antonio, describió Lanzarote como una tierra donde “las mujeres tiraron del carro, mantuvieron a la gente con vida mientras otros iban a construir el nuevo mundo, y con sus manos, sus camellos y la tierra, transformaron la lava en prosperidad y productos únicos que permitieron luchar por un futuro. Esa historia de perseverancia, de lucha, de héroes invisibles, es común entre Lanzarote y San Antonio y debemos contarla”. Se nos pusieron los pelos de punta. Porque allí, en la voz de una tejana, escuchamos cómo nuestros ancestros fueron recordados con emoción y gratitud.

Mientras nosotros en Lanzarote los hemos olvidado, ellos jamás lo harán. Han mantenido la promesa de honrar de dónde venían. Y hoy, no solo nos quieren: pueden ayudarnos.

Acuerdos y horizonte

Durante la misión, se avanzó en un acuerdo con la nueva alcaldesa de San Antonio y con el Judge Peter Sakai para preparar la gran celebración de los 300 años de la fundación de la ciudad por familias canarias en 2031. Ese horizonte no es solo histórico: abre la puerta a trabajar con aerolíneas para rutas directas entre Texas y Canarias, abre puertas a intercambios de misiones empresariales y abre la puerta a posicionar a Lanzarote como base logística para empresas americanas queriendo entrar tanto en la UE como en África, contratando equipos locales en la isla. No se trata de atraer más turistas de los turistas que se pelean a la hora de colocar toallas en las hamacas, sino visitantes texanos de alto gasto, deseosos de cultura, gastronomía y naturaleza, y queriendo conocer todo aquello vinculado con la tierra de sus antepasados.

De la vergüenza a una palanca para el futuro

Hace tres siglos dimos a Texas lo más valioso que teníamos: nuestra gente. Hoy tenemos la oportunidad de usar a Texas como palanca para acelerar el futuro que queremos: diversificación económica, orgullo cultural y un turismo sostenible y de calidad.

La vergüenza sería volver a ignorar esta oportunidad. El orgullo será coger la mano que nos tiende la octava economía del mundo, nuestra hermana menor que nos pasó hace tiempo, y levantarnos desde el suelo hacia un futuro compartido.