No, no lo es, eso que todos sentimos, lo que debiera ser, y, no, …, no lo es, ni por asomo. No es lo que, por derecho, deberíamos ser considerados: ciudadanos canarios, la mayoría nacidos en estas islas, como nuestros padres, y nuestros abuelos, y los demás, que han arribado a nuestra tierra, porque la dureza de sus vidas lo han obligado a ello, como fueron, ya hace años, muchos de nuestros antepasados. Muchos. No lo olvidemos.
No se entiende que las autoridades políticas, siendo del signo que sean, no nos sientan, de verdad, como su gente. Tan alejados están de nuestra realidad, que fue la suya. Ahora, ellos, no son de los nuestros, sin quererlo, sin darse cuenta, han perdido el sentido de la realidad, como algunos que, por las razones que fueran, han perdido el rumbo de sus vidas, toda nuestra misericordia para ellos, pero, aquellos, nuestros dirigentes, no. Como puede ser posible que la mayoría de los pueblos de esta Isla, queden sus hogares, no una, sino muchas veces al año, sin agua. El agua.
El agua, que nuestros antepasados para que no se perdiese, utilizaron su ingenio, que era mucho, por la tremenda necesidad , para, a pesar de vivir en un desierto, recolectarla hasta la última gota utilizando las alcogidas, para conducirlas al aljibe, y allí, conservarla como oro en paño, pues su valor era muy superior al oro, pues por falta de oro no se muere, pero si por falta de agua .Como se puede entender que en esta Isla los cortes de agua a sus pueblos sea tan frecuentes y que en los núcleos turísticos nunca falte el agua. Que hacen los políticos por todos esos conejeros que tienen que apañárselas en esos días sin agua mientras que los turistas retozan sus cuerpos en las piscinas para luego rematar la faena con una buena ducha. Y que hacen. No lo sé. Eso sí, hablan mucho, hablar es su especialidad.
Una matrícula de honor para todos ellos por ese “arte” del hablar. Y si es entre periodistas ya el habla llega a extremos orgásmicos. Con mucha frase hecha, que todos conocemos, como “no podía ser de otra manera”, y tantas otras,.., huecas. Lo del agua es toda una parábola. Antes la había poca, pero a nadie le faltaba; ahora, hay mucha agua, pues se desala la del mar, pero se pierde la mitad en fugas en la red, en las tuberías, para entendernos, que conduce el agua a los hogares, y, la poca que queda, la disfrutan los turistas.
Eso del turismo que se dice que es la solución a las carencias de nuestras Islas. Tengo mis dudas. Pues antes había carencias, sí, claro, claro que las había, pero había dignidad, y coraje, y esto, que es lo que construye al hombre en su destino, se ha ido perdiendo. Si, son ahora, tantas las carencias. Tanto de lo que antes se disfrutaba, en libertad, como navegar al pario, pulpear, pescar unas viejas, para luego jarearlas, bañarse a la orilla del mar, entre risas, sin ninguna multitud a tu alrededor, y, la alegría de vivir, que basta que visualicemos unas fotografías “antiguas” para darnos cuenta de aquella dicha.
¿Qué ha ocurrido? ¿Por qué esta involución? En lo humano. Que es lo más importante. Y nuestras autoridades, que se deben a nosotros, que les hemos votado para que nuestras necesidades sean cubiertas, hacer lo necesario posible, que ese es el Arte de la Política. Vemos que no, que no cubren nuestras necesidades: el agua, la sanidad, la educación, la vivienda, la masificación.
Eso sí, muchas fiestas, unas fiestas tremendas, hasta la Feria de Abril, con caballos y todo. Y lo peor que nos pudiera ocurrir, en este desvarío, la perdida de nuestra identidad, forjada durante siglos. Me van a disculpar a aquellos que se sientan señalados, no por mí, sino por ellos mismos, pero es lo que mi corazón le dicta a mi razón. Retomemos el buen camino, aquel que nuestros antepasados tan bien trazaron. Nos vendría bien.