Opinión

Lanzarote y Canarias, no son para todo el mundo

No todo turista suma a esta tierra.

A raíz del último vídeo que hemos podido ver en el que se adquirían “trozos” de nuestra tierra para ahorrarse comprar los souvenirs pertinentes, interpretado por un grupo de turistas, especialmente “la tía” de la usuaria de Tik-Tok que subió el contenido, he decidido escribir esta reflexión: 

En Lanzarote, cada piedra, cada rincón, cada línea del paisaje tiene un valor incalculable. No son simples decorados ni souvenirs para llevarse en la maleta. Son la memoria de una isla volcánica que ha aprendido a convivir con la dureza del entorno y a transformarlo en belleza.

Y sin embargo, todavía vemos escenas que duelen: turistas riendo mientras arrancan fragmentos de este territorio como si fueran trofeos. Lo que se llevan no es solo una piedra. Se llevan identidad, se llevan futuro, se llevan un pedazo de nosotros.

El turismo que queremos no se mide por el dinero de su bolsillo, (que oye, también tiene que venir con la mentalidad de dejarlo para generar riqueza local), sino por el civismo con el que pisa esta tierra. Porque de nada sirven cifras récord si lo que queda atrás es un paisaje herido y una comunidad cansada. Lo que importa no es cuánto gasta en una pulsera o en un coche de alquiler, sino cuánto está dispuesto a dejar aquí en forma de respeto, cuidado y compromiso.

Yo seguiré siendo pesada y esta humilde cuenta seguirá R que R defendiendo el legado e ideario de su padre: César Manrique. Y César lo tuvo claro: defendió un turismo en equilibrio con la naturaleza y la cultura, un turismo que entendiera que Lanzarote no es un parque temático, sino una obra de arte viva que se debe proteger. Su legado nos recuerda que esta isla no se negocia, se cuida.

A quien no la respete, mejor que no entre. Porque Lanzarote no es un souvenir. Es un hogar, un legado, un tesoro que merece ser amado y defendido.