En la próxima festividad de Los Dolores, la ermita contará con un órgano del siglo XIX que sonará a pleno rendimiento, lo confirma Alejandro Rodríguez, el organista experto en restauración, que se está encargando de su recuperación.
A principios de noviembre, Rodríguez, se trajo a Canarias con su propia furgoneta este órgano de más de una tonelada desde el sur de Francia, después de desmontarlo pieza a pieza.
Actualmente lo está restaurando en su taller de Gran Canaria. Rodríguez estudió Ciencias del Mar y es además pedagogo musical tras formarse en el Conservatorio Superior de Canarias. Tiene un máster en Patrimonio Histórico, cursa otro de musicología y también se está doctorando en la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria en acústica musical de órgano.
Un instrumento que domina tanto como organista, porque los toca, como organero, porque los repara.
Su perfil es único en Canarias porque puede encargarse de todas las fases. En la construcción de un órgano intervienen carpinteros, trabajadores de obra, armonizadores, peleteros, tuberos y además, empleados responsables de toda la mecánica del instrumento.
El órgano para la ermita
La parroquia tinajera financió la compra del órgano francés por unos 7.000, así como materiales y el transporte. “La horas de trabajo en la restauración las he regalado”, explica el joven organero.
“Ahora estoy con el fuelle, espero tener terminada la restauración para finales de año. Entonces iré a Lanzarote, se empezará a montar el órgano y luego estaremos varios meses afinando y armonizándolo para inaugurarlo en septiembre”.
Aunque la restauración completa y la inauguración sea para los Dolores, el organista cree que en Semana Santa aproximadamente ya sonará, aunque falte la armonización, y lo compara con un coche: “Le podemos poner un motor y funciona, aunque todavía no pueda alcanzar los 80 km/h”.
Instrumentos restaurados en Lanzarote
En Lanzarote, Rodríguez restauró primero el armonio de San Roque en Tinajo con una subvención del Gobierno de Canarias. “Un instrumento parisino, de la marca Alexandre Pérez”, que llevaba décadas inutilizado.
“Después vino la restauración del órgano de San Bartolomé, financiada por la Iglesia, que fue un poquito el proyecto piloto”, una vez se demostró su calidad acústica, para decidir la adquisición “del órgano que está actualmente en la Catedral de Las Palmas de Gran Canaria, porque es del mismo constructor”, explica el restaurador de órganos.
Rodríguez se encarga además del mantenimiento de los instrumentos, que son revisados entre octubre y diciembre, y de otros, como el citado de la Catedral.
Su próximo proyecto en Lanzarote será la restauración del órgano de San Ginés para la que se están buscando fuentes de financiación.
A Rodríguez le gusta su trabajo y suele ser muy generoso con los instrumentos de las islas sobre todo cuando puede salvarlos del olvido.
“El órgano de San Bartolomé estaba descatalogado, no existía para patrimonio. La restauración del de San Bartolomé costó unos 4.000 euros, a precios de mercado habría costado entre 40.000 y 50.000 euros”.
“Siempre que puedo regalar algo lo intento, sobre todo aquí, porque en Canarias no hay conciencia o gran interés todavía en restaurar".
Rodríguez también ha restaurado instrumentos de cuerda como las guitarras, pero como organista, lo que prefiere es restaurar instrumentos de tecla, es lo que más me llena, y luego incluso inaugurarlo con una pieza musical nueva escrita por él para la ocasión.
Restaurar instrumentos como profesión
Preguntado sobre la manera de convertirse en restaurador de instrumentos, Rodríguez explica que “no hay unos estudios específicos, pero te puedes formar en distintos talleres”.
“En mi caso trabajé en Portugal mucho tiempo y suelo trabajar allí en un pequeño taller que se dedica a restauración de instrumentos, sobre todo órganos y fabricación de tubería principalmente”.
También se ha formado con estancias de varios meses en talleres de Barcelona, Francia, Bélgica, Alemania y en Estados Unidos, donde también estuve trabajando por mi cuenta”,
Preguntado sobre qué instrumentos se cotizan más una vez restaurados. El joven organero explica que los instrumentos que más aumentan su valor a medida que pasa el tiempo son “los de cuerdas frotadas como la viola, el contrabajo, el chelo, y sobre todo, el violín”.
Para los que quieran ganarse la vida con la restauración de instrumentos. Rodríguez explica que “en Canarias hay unas cinco empresas, pero la mayoría de sus integrantes, como yo, no solamente restauran, sino que a la vez son músicos o profesores, porque no siempre no hay un volumen de trabajo continuo”.
El organero grancanario explica que él se gana la vida como autónomo para la restauración de instrumentos y como músico. “Además hago proyectos educativos con jóvenes”.
Preguntado por el lugar del mundo donde le han tratado mejor en términos económicos y profesionales, no duda ni un instante: Estados Unidos.
“Allí, por ejemplo, me tocó desmontar un órgano bastante grande, tres veces el del auditorio de Tenerife. Era un órgano de cinco teclados, con un peso de entre cuatro y cinco toneladas. Desde el minuto cero me nombraron jefe de servicio de desmontaje y si mañana quería 20 trabajadores los tenía. Allí el dinero o el tiempo, nunca son un problema”, comparte.
“Si había que abrir un agujero en el pilar para sacar el órgano se hacía”, explica Rodríguez. “Aquí es impensable, para hacer cualquier cosa, hay una gran burocracia”.