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La Graciosa sobre ruedas: Un recorrido en bicicleta por sus paisajes vírgenes

El ferry a la Graciosa de Biosfera Express te lleva hasta Caleta del Sebo con salidas cada media hora

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Playa de Las Conchas en La Graciosa. Fotos: José Luis Carrasco

Hay lugares que no se visitan, sino que se sienten. La Graciosa es uno de ellos. A solo 25 minutos en barco desde Órzola, esta pequeña isla de la Reserva de la Biosfera te recibe con una promesa silenciosa: aquí no existen los coches, ni el asfalto, ni la prisa. Solo arena blanca, aguas turquesas, volcanes dormidos y caminos que invitan a moverse despacio, en bicicleta o a pie.

La aventura empieza incluso antes de pisar tierra. Desde el puerto de Órzola, el ferry a la Graciosa de Biosfera Express te lleva hasta Caleta del Sebo con salidas cada media hora, espacio suficiente para llevar tu propia bici o la que alquiles al llegar, y la comodidad de saber que todo está pensado para que no tengas que preocuparte de nada más que de disfrutar del mar abierto y de la primera vista de la isla recortada contra el horizonte. Los ferrys son amplios, modernos y permiten subir con el equipaje que necesites: mochila, nevera, tabla de surf o la bici que será tu compañera los próximos días.

La Graciosa sobre ruedas: pedalear entre volcanes y playas vírgenes

Al bajar del ferry, el olor a sal y la brisa te recuerdan que aquí el tiempo se detiene. Alquilar una bicicleta (hay varias tiendas en Caleta del Sebo) es la forma más libre de descubrir la isla. El recorrido clásico comienza por el camino de tierra que sale del pueblo hacia el norte: primero Playa de las Conchas, con su arena tan blanca que ciega y un mar turquesa que parece irreal; después Playa del Ámbar (o Lambra), donde la sensación de estar en el fin del mundo es absoluta.

El terreno es suave, sin grandes subidas hasta llegar a Pedro Bajo, el otro único núcleo habitado (cuatro casas y silencio). Desde allí, un sendero lleva hasta la base de Montaña Bermeja, donde dejar la bici y subir andando los últimos 200 metros para contemplar una de las vistas más espectaculares de Canarias: La Graciosa entera a tus pies, con Lanzarote y los islotes del Archipiélago Chinijo al fondo. El esfuerzo de los pedales vale cada segundo. En días claros, desde lo alto se ven incluso las dunas de Corralejo en Fuerteventura.

La ruta circular imprescindible: Mar de Caletas y Montaña Bermeja

Si prefieres caminar, la ruta circular que parte desde Caleta del Sebo hacia el sur es pura magia. El camino te lleva primero hasta Playa Francesca y Playa de la Cocina, dos calas de postal protegidas por la Montaña Amarilla. El contraste del rojo volcánico con el blanco de la arena y el turquesa del agua es de los que se quedan grabados para siempre. Desde allí, el sendero asciende suavemente hasta el Mirador del Río natural que forma Montaña Bermeja.

En la cima, el viento acaricia y el silencio es tan grande que solo se oye el latido propio y el romper de las olas cientos de metros más abajo. Bajar por el otro lado, pasando por la playa de Las Conchas de nuevo o por el interior entre conos volcánicos rojizos, completa un círculo perfecto de apenas 4-5 horas que resume toda la esencia de La Graciosa: naturaleza intacta, calma absoluta y la satisfacción de haber llegado con el propio esfuerzo.

Un destino que se vive despacio

En La Graciosa no hay discotecas, ni centros comerciales, ni carreteras. Solo ocho kilómetros cuadrados de libertad donde el reloj pierde sentido. Aquí la desconexión es real: dormir en una casa de pescadores reconvertida en alojamiento, comer pescado fresco o arroz con marisco en Caleta del Sebo, ver atardecer desde cualquier playa sin que haya nadie más, caminar descalzo por la arena al amanecer o simplemente tumbarse bajo un tamarisco y dejar que pasen las horas.

La isla tiene solo 700 habitantes y la mayoría vive del mar y del turismo sostenible. Cada paso que das es un recordatorio de lo que significa respetar un lugar tan especial de la geografía canaria en el que no hay papeleras porque no se genera basura, no hay luz eléctrica en muchas zonas porque la noche estrellada es parte del espectáculo, y el agua dulce llega en barco, así que se cuida gota a gota.

La Graciosa no es un destino más. Es una filosofía de viaje para moverse despacio, respirar hondo y recordar que la felicidad cabe en una bicicleta o en unas buenas botas de caminar, siendo capaz de ofrecer vivencias inolvidables para todos aquellos que esperen tener nuevas aventuras.

El primer paso ya lo sabes, por lo que solo tienes que reservar tu billete con Biosfera Express y deja atrás el asfalto. La Graciosa te está esperando tal como siempre ha estado: virgen, tranquila y absolutamente única para ofrecerte la experiencia con la que siempre has soñado en terreno canario.