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Una residente en Lanzarote que viajó en la flotilla hacia Gaza: "Tienen lavado el cerebro a los israelíes"

La activista, que fue seleccionada de entre 30.000 personas para formar parte de la flotilla, estuvo detenida durante cuatro días tras ser asaltada en aguas internacionales por el ejército israelí

Flotilla en la que viajaba la activista para llevar ayuda humanitaria a Gaza

La activista Goretti Sarasibar, residente en Lanzarote, zarpó el pasado 6 de septiembre hacia Gaza desde Barcelona para llevar ayuda humanitaria a los palestinos que están sufriendo los bombardeos de Israel. La activista cuenta en una entrevista con La Voz que decidió unirse a la flotilla porque lleva años siguiendo el conflicto de Palestina y "ya estábamos llegando a un límite en el que, si nadie hacía nada, van a exterminar al pueblo palestino".

"Llevamos muchos años llorando el holocausto judío y lo que no podemos hacer ahora es ver otro genocidio televisado y no hacer absolutamente nada", continúa. La activista fue seleccionada de entre 30.000 personas para formar parte de la flotilla, algo que supone que fue por "su experiencia en el entorno marítimo".

La masacre en Gaza ya se ha cobrado desde octubre de 2023 la vida de más de 67.000 personas y 10.000 han desaparecido. Estas muertes no solo se deben a los bombardeos que están sufriendo la zona a manos de Israel, sino que también son causadas por la inanición por la falta de alimentos y agua potable. A esto se suma el cierre de los corredores humanitarios motivado por el país hebreo.

Sarasibar cuenta que solo pudieron acercarse a 42 millas de la costa gazatí, momento en el que el ejército israelí se acercó a la flotilla. Entre los recursos que llevaban se encontraban medicamentos, leche en polvo para niños. "Lo que había en mi barco era arroz, sémola, avena, legumbres y algunas latas, alimentos no perecederos, en general", dice.

Después de acercarse a 40 millas de la costa, la noche antes del día que se suponía que tenían que llegar a Gaza los primeros barcos de la flotilla avisaron que los radares estaban detectando grandes barcos, entre diez y doce.

"Cuando se acercaron un poco más intentaron contactar con ellos y que se se identificasen, pero no respondían, por lo que imaginamos que era el ejército", cuenta. "Sabíamos que no nos iban a dejar llegar, ya nos habían avisado, y la noche anterior vinieron un par de barcos grandes de guerra y estuvieron acercándose rápido a nuestro lado, lo que causaba olas... lo hacían para asustarnos", prosigue. Además, recuerda que vieron un submarino porque se veía el agua iluminada desde abajo.

 

Asalto del ejército israelí a la flotilla

Tras ello, el ejército israelí fue asaltando algunas embarcaciones hasta que le tocó el turno en la que viajaba Goretti Sarasibar. "Algunos de los barcos israelíes tenían cañones de agua y vimos cómo empezaban a lanzarles agua a los veleros a lo lejos, por lo que nos protegimos con una lona y sacamos la ropa impermeable para no mojarnos y no estar con la ropa húmeda toda la noche", relata.

Entre voces por megáfono que les avisaban que estaban entrando de forma ilegal y que pararan el motor, finalmente los tripulantes del barco se vieron obligados a levantar los brazos mientras los enfocaban con focos cegadores, aunque los militares israelíes no subieron en ese momento al barco. Lo hicieron más adelante. 

"Nos dijeron que iban a asaltar el barco, que fuésemos todos a la proa con las manos en alto y nos quedamos ahí esperando hasta que entraron. Nos registraron, cachearon a todos y nos pusieron en la cubierta. Ellos tomaron el mando del barco y nos fuimos hasta el puerto a Israel", explica.

Durante el trayecto hacia tierras israelíes, Sarasibar resalta que los militares fueron hasta "casi cordiales teniendo en cuenta que iban muy armados y encapuchados".

Sin embargo, el trato sí que empeoró al llegar al puerto en Israel. "Me sacaron a empujones del barco y a otros chicos los sacaron de muy malas maneras, incluso creo que a uno le rompieron el brazo", cuenta. Durante la estancia en el puerto, a sus compañeros y a ella los obligaron a ponerse en el suelo en una postura de rezo sin levantar la cabeza

En un principio, manifiesta que estuvieron expuestos al sol durante más de una hora y "nos quitaron la ropa y me robaron la riñonera, no me la quisieron devolver con todo lo que había dentro".

La activista Goretti Sarasibar

 

Trato de los militares

Al ser registrados y cacheados, asegura que la actitud de los militares era humillante y muy borde. "Intenté coger el cacao para los labios porque los tenía destrozados de tanto rato al sol y la militar no me dejó diciendo que era maquillaje, discutí con ella y al final no me dejaron usarlo", narra.

"Los militares israelíes te intentaban humillar todo el rato y si podían fastidiarte de alguna manera, lo hacían", continúa. 

Después de ser identificados y pasar el proceso burocrático, fueron trasladados a una cárcel donde les tomaron declaración. "Me preguntaron por qué había entrado de manera ilegal a Israel y yo les dije que yo estaba en aguas internacionales realizando una labor de ayuda humanitaria, que mi barco había sido asaltado y que me habían traído a Israel sin mi consentimiento", señala.

"Nos metieron en celdas muy estrechas de dos o tres personas, eso fue lo más agobiante y nos quitaban el aire acondicionado por el día y con la luz apagada y cuando se hizo de noche la luz la encendían y el aire acondicionado lo ponían a tope", asegura.

En este sentido, asegura que "sí hubo malos tratos, sobre todo muchas amenazas e intimidaciones... En muchas ocasiones estábamos durmiendo y venían varias veces en la noche, abrían la puerta de la celda haciendo montón de ruido, te despertaban y hacían un recuento", recalca.

También "se negaron a darle medicación a personas que tenían patologías cardíacas o, por ejemplo, a mujer que tenía asma y sus compañeros dijeron que pensaban que se moría hasta que no se puso en la ventana y vieron que no podía respirar, ahí fue cuando le dieron el nebulizador".

Durante la toma de declaraciones, el ejército israelí le comentó que la ayuda humanitaria podían entregársela a ellos para repartirla. "Les dije que teniendo en cuenta que habíamos tenido que ir porque ellos no permitían que entrasen nada al país, sería incongruente dárselo a ellos porque no lo iban a repartir", cuenta.

Además, asegura que los policías le llegaron a preguntar si hablaba árabe, a lo que la activista contestó que no. "Me decían que no entendían por qué quería ir a Gaza si no hablaba árabe", recuerda. Asimismo, hace hincapié en que hay muchos israelíes que piensan que "negamos el holocausto nazi". "Tienen lavado el cerebro a la gente, nadie niega el holocausto a excepción de los grupos simpatizantes den nazismo... tienen una manía persecutoria alucinante", apunta.

 

Vuelta a España

Tras cuatro días en Israel retenidos, el ejército le dio la opción a Goretti de firmar la orden de deportación directa, algo que aceptó por la necesidad de volver a España por asuntos personales. 

"Firmé pero escribí en el papel que había sido asaltada en aguas internacionales mientras realizaba una labor humanitaria pacífica y que no había pedido en ningún momento ir a Israel, me habían llevado en contra mi voluntad, que el asalto violaba la el derecho marítimo internacional que establece el libre tránsito para internacionales y que no reconocía ningún delito", aclara.