Lanzarote es la única isla canaria que tiene un centro hospitalario dedicado a la atención geriátrica. El edificio donde se ofrece este servicio, el Hospital Insular de Arrecife, se levantó hace 75 años en la calle Juan de Quesada y, entre rumores de cierre por los daños estructurales que afectan al edificio, luce con orgullo su posición como pionero en atención integral a los ancianos del archipiélago.
El Hospital Insular de Lanzarote se inauguró el 28 de octubre de 1950, en plena dictadura franquista. En una isla mucho más pobre que la actual, con una sanidad pública aún incipiente y muchas carencias, este espacio surgió con el objetivo de albergar un centro de beneficencia, donde se atendía a las personas más humildes que no tenían acceso a otros recursos. Entonces contaba también con un asilo y una sala de medicina general.
Según muestra la obra Hospital Insular de Lanzarote. Síntesis Histórica (1950-2000), durante sus primeras décadas, las dificultades económicas por las que pasaba la isla y la falta de presupuesto y personal en el centro dificultaron las labores de los sanitarios y el hospital fue avanzando a pasos muy lentos como una especie de centro para todo.
Durante los años 70, se desarrollaron los servicios de la Seguridad Social en la isla y esto "llevó al hospital a una descapitalización, no solo económica, sino también de personal", expone Domingo de Guzmán Pérez durante una entrevista con La Voz, quien conoce bien los entresijos del espacio, ya que fue su director médico entre 1982 hasta su jubilación en 2022.
"Era como una estructura de atención sanitaria antigua, no digo anticuada, sino antigua, de otra época", insiste el exresponsable del espacio. Con esa panorámica del Hospital Insular, comenzó su andadura al frente del servicio, contratado por el Cabildo de Lanzarote, que gestionó hasta 2019 el centro.
En esos primeros años, Domingo de Guzmán Pérez y su equipo atendían a ancianos que estaban ingresados en el centro, pero también a pacientes que procedían del Hospital General Virgen de Los Volcanes, a los pobres de la isla y a empleados del Cabildo.
La geriatra Elisa Corujo llegó al Insular tres años después que Pérez, en 1985, y dedicó al centro 25 años de su vida. Cuando comenzó a trabajar en este espacio, las instalaciones vivían una realidad muy diferente a la actual. "Había personas hacinadas, personas que no tenían cobijo", señala Corujo, quien recuerda que en aquel entonces estaban gestionadas por "una comunidad religiosa" y cohabitaban pacientes con diferentes realidades, desde personas con discapacidad física o funcional a otras con trastornos de conducta.
Sus primeros años en este hospital, se basaron en "ordenar" para dar una "atención digna a esas personas que estaban ingresadas o residían" en él. A las carencias físicas del edificio y la falta de personal, se sumaba que en aquella época, este centro atendía a diferentes tipos de pacientes. Además, era "la única residencia de ancianos que tenía Lanzarote", expone la geriatra.
No fue hasta la aprobación de la Ley General de Sanidad de 1986, cuando el sistema español pasó a ser un sistema de salud universal y público, al que podía acceder toda la población que estuviera afiliada a la Seguridad Social. Tres años después, en 1989 se inauguró el Hospital General Doctor José Molina Orosa de Lanzarote.
El camino hacia la especialización en geriatría
Con la apertura del Hospital General Molina Orosa, el Insular tenía que caminar hacia "un servicio complementario, que no duplicara las prestaciones y hacia un marco moderno", expone Pérez, quien consiguió el apoyo del Cabildo de Lanzarote para convertir el espacio en un centro de atención geriátrica. Entonces, se decidió que este camino "era lo ideal" porque el centro ya albergaba pacientes mayores y recibía ancianos que requerían de una estancia "más prolongada", indica el médico.
"Cuando quieres trabajar en una transformación, tienes que tener una idea clara y es hacia dónde vas", señala el exdirector. "El Hospital Insular ha sido el punto de partida para pensar en geriatría", continúa Corujo.
La reforma de 1990
Mientras iban trabajando en la especialización del centro, siguieron prestando otros servicios, como las actividades quirúrgicas u otras especialidades. A comienzos de los 90, con Nicolás de Páiz al frente del Cabildo de Lanzarote y con la insistencia de los trabajadores, se logró que el espacio fuera adaptado a las necesidades geriátricas con una reforma. "No era lo ideal, era lo que permitía el edificio", recuerda el doctor.
En aquella remodelación se crearon nuevas consultas externas, un aula, un salón para conferencias nuevo, se reformó la Unidad de Media y Larga Estancia, también un Hospital de Día Geriátrico, se mejoró la Unidad Geriátrica de Agudos y se orientó el Hospital de Día hacia la rehabilitación, explica Pérez. Además, desde el año 2000 cuenta con la única Unidad Docente del archipiélago para formar a sanitarios en Geriatría.
A partir de entonces, el Hospital Insular presta una atención sociosanitaria, ya que no solo ha atendido problemas de salud, sino que lo hace desde una perspectiva social respondiendo a diferentes realidades. Entre ellas, a los pacientes que necesitan un ingreso de larga estancia, bien porque no tienen un hogar donde recuperarse de forma óptima o una red familiar en la que apoyarse.
En esta línea, ha ido creciendo con la incorporación de diferentes especialistas, entre fisioterapeutas, terapeutas ocupacionales, trabajadores sociales o psicólogos. Poco a poco y aupado con el empeño de Domingo de Guzmán Pérez y un concienciado equipo sanitario el Insular se convirtió en un centro "monográfico" y "complementario" al Molina Orosa,
2019, incorporación al Servicio Canario de Salud
No fue hasta 2019, cuando el Hospital Insular pasó a ser gestionado por el Servicio Canario de Salud, tras décadas como responsabilidad del Cabildo de Lanzarote."Fue un hito importante, en eso se venía luchando durante muchísimos años y por unas cuestiones u otras no salía", recuerda el exresponsable, que prefiere no pararse a desdeñar los motivos de aquel retraso.
Para Domingo de Guzmán Pérez, el Insular pudo acceder a la tecnología sanitaria necesaria, entre ellas la historia clínica informatizada y a poder ampliar su personal. "La atención mejoró muchísimo, las posibilidades de llegar a muchos pacientes mejor, también", continúa. Además, defiende que el aporte fue mútuo y que la Gerencia de Servicios Sanitarios de Lanzarote también se benefició de esta incorporación.
El posible cierre del Hospital Insular
Tanto Elisa Corujo como Domingo de Guzmán Pérez coinciden en la importancia de preservar los servicios del Hospital Insular de Lanzarote, que tanto ha costado crear. "Lanzarote está por encima de muchos niveles de atención a nivel nacional porque en un sitio pequeño tenemos todos los niveles de atención, con profesionales adecuados", señala Corujo. Sin embargo, la geriatra invita a ir "un paso más allá" y señala la necesidad de crear "espacios dignos", que solucionen los problemas estructurales del edificio y que añadan una Unidad de Media y Larga Estancia.
La geriatra expone que desde el Hospital Insular se atiende también a los cuidados intermedios de las personas mayores. "La reagudización de sus problemas de salud acentúa su deterioro funcional y consecuentemente las dificultades de manejo por sus familias", expone Corujo. Además, señala que "esta atención conlleva una disminución del coste sanitario", ya que "si se logra una buena recuperación, se disminuye el consumo de recursos sanitarios", al tiempo en que las familias o cuidadores pueden tener "el apoyo necesario" para continuar los cuidados en casa.
De este modo, mantiene que "tener una actitud centrada en la conservación de infraestructuras frágiles, que no están adaptadas a las necesidades, conlleva al ostracismo". De modo que invita a pensar en que estas infraestructuras públicas "corresponden a la población y debemos dignificar, en el ámbito de los cuidados, sus prestaciones para poder dar unos cuidados dignos con mayor calidad".
Más allá del espacio físico en el que se desarrolle la actividad, en el mismo edificio que vio nacer el servicio de geriatría o en un anexo al Molina Orosa, Corujo aboga por "poner la mirada en la esperanza y que desde el punto de vista político y socioeconómico se haga una reflexión en ese espacio, que es bastante amplio" para "hacer un hospital insular moderno, adaptado a los tiempos".
Por su parte, de Guzmán, defiende porque el centro sea "reformado y mejorado para que la misma atención que está dando pues sea más cómoda, más segura para los pacientes que allí están". En este sentido, añade que el Servicio de Geriatría "no se debería dividir" y que "cualquier decisión que se tome debería pasar porque mejore".
A pesar de su valor sanitario y social, el que fuera responsable del centro por cuatro décadas recuerda que el Hospital Insular es "un edificio histórico", que además de haber cambiado la historia sanitaria de la isla "tiene valores artísticos y arquitectónicos que deberían ser preservados".